Entre debates y despedidas, Alberto Fernández señala el tropezón que pegó la Argentina con un modelo de ajuste y exclusión, mientras asume la compleja tarea de recalcular el rumbo para una levantada económica y social. El fuego inflacionario sigue desmadrado por el arrebato de Chispita después de las Paso.

Casi 60 por ciento de inflación anual, 270 por ciento en cuatro años, pobreza cerca del 40 por ciento hacia fines de 2019, cinco millones de nuevos pobres, desocupación arriba de los dos dígitos, caída en el poder adquisitivo del salario y planchazo del consumo popular, cierre de empresas a diario, desindustrialización, dólar a más de 60 pesos, poquísimas reservas en el Banco Central, vencimientos suculentos del megaendeudamiento, vuelta al FMI y sus ataduras de ajuste permanentes, con un “rescate” récord de 57 mil millones de dólares, la mayor parte fugada y “quemada”. Esto es lo que deja el macrismo como consecuencia de una crisis autoinfligida. Lo que viene, ay, es fierro caliente.

Las secuelas del modelo económico de la alianza gobernante se pondrá a prueba de votos el próximo domingo, después de la dura derrota sufrida en las elecciones Primarias, donde buena parte de la población ya se pronunció en contra de continuar transitando la senda recesiva que propone el macrismo, “pero más rápido”, y furioso.

Alberto Fernández se mueve como futuro presidente de la Argentina y Mauricio Macri, parece, futuro opositor. AF en el papel de reconstructor, con la tremenda responsabilidad de reactivar el país, atender reclamos de todos los colores y para todos los gustos, conducir junto a CFK un frente amplio y diverso, trasformar la cultura neoliberal que heredará del macrismo, hacer las cosas lo que mejor pueda para evitar un retorno derechoso en 2023.

MM, en su rol de destructor bueno, busca consolidarse como líder populista de derecha, con aires de pastor evangélico neoliberal, y por si acaso, sembrador de más odio en la sociedad antes de abandonar Casa Rosada y, tal vez, por qué no, dejar el país, para pasar a ser recordado como el peor gobierno conservador elegido por el voto popular. Veremos. Serán avatares de la etapa que viene, en medio de un re quilombo ahora y por delante.

En su gira profética, de emociones impostadas, discursos con mucho slogan, el presidente/candidato sigue hablando de problemas del gobierno anterior, elude el profundo daño que causaron sus políticas económicas en el país que desde 2015 es atendido por sus propios dueños, promete cosas imposibles, machaca con frases hechas y defiende medidas aunque contradigan sus políticas, su base ideológica, mientras deja que se agraven los problemas económicos y financieros pero con el debido cuidado de que la bomba no le explote a él en sus manos.

Macri está dedicado a embarrar la cancha todo lo que más pueda antes del ocaso, mientras sueña con alcanzar el balotaje. Vocifera coucheado un libreto repetido plagado de confusiones, números falsos, mentiras posverdaderas, exclamaciones espirituales. Busca consolidar su núcleo duro de partidarios para poder seguir sacando provecho de “la grieta”. Pero el modelo macrista es sinónimo de retrocesos y desastres, desigualdades y más exclusión, por más que la hegemonía mediática lo haya blindado en estos cuatro años. Aunque tanto pisoteo, de sueños y bolsillos, no resultará gratuito para el “mejor equipo de los últimos cincuenta años”.

El empresario multimillonario en ejercicio de la Presidencia dejará en su primer mandato un vertiginoso incremento de la deuda externa. Pese al engañoso relato oficial, el endeudamiento pasó de representar el 50 por ciento del producto bruto interno a al ciento por ciento cuando finalice la gestión Cambiemos. Hasta el propio Fondo Monetario Internacional colocó al país como un emergente de los más endeudados. El crecimiento exponencial de la deuda, la mayor parte contraída con el FMI, hizo a la Argentina más dependiente.

En el Panorama Económico Mundial que dio a conocer días atrás el Fondo, la Argentina está séptima en la escala de recesión económica y tercera en cuanto a inflación, detrás de Venezuela y Zimbabue. El FMI reconoció que la economía nacional seguirá en retroceso, la desocupación en ascenso y el nivel de ingresos en caída libre. Así y todo, el organismo intentará que el nuevo gobierno argentino siga sus directrices económicas mientras renegocian la deuda.

El Banco Central pierde en promedio 100 millones de dólares por día de reservas. El gobierno aguanta el ritmo de salida de dólares con tal de contener la presión cambiaria y evitar así una nueva devaluación antes de los comicios del próximo domingo. Se perdieron cerca de 20.000 millones de reservas desde las Paso. Y un gobierno sin reservas, es un gobierno con un serio problema, se entusiasma el macrismo residual.

La industria textil perdió 50.000 empleos entre formales e informales en los últimos cuatro años y cerraron más de cuatro mil empresas del sector, según un informe de la Fundación Pro Tejer. Con 21 meses consecutivos de retrocesos en las ventas, cerraron 300 empresas textiles en lo que va del año.

La fuerte contracción de la actividad industrial impactó en el empleo. “El sector metalúrgico, que en los últimos cuatro años, perdió por lo menos 25 mil empleos, acumula casi dos años de caídas en la producción y actualmente registra un nivel 22 por ciento menor al alcanzado en 2011”, señalaron desde la Asociación de Industriales de la República Argentina, que representa a pequeñas y medianas empresas. La industria en su conjunto, en tanto perdió 55 mil empleos durante el último año. Sólo por mencionar dos de los tantos sectores víctimas de la piedra neoliberal.

“El Presidente está preocupado porque levanto mi índice al hablar. Pero hay índices que le arruinan la vida a la gente y condenan a millones a la pobreza”, tiró desde Twitter el candidato del Frente de Todos, en referencia al índice de precios al consumidor, que en septiembre, después del enojo de Macri por el resultado adverso de las Paso, registró un incremento del 5,9 por ciento en comparación con agosto, según el Indec.

“Independientemente de la dinámica de salarios e ingresos, la variación de precios relativos tuvo efectos regresivos en términos distributivos”, se indicó en un informe de Proyecto Económico. En Santa Fe, la inflación supermercado, según datos del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (Ceso), acumula casi 68 por ciento en los últimos doce meses. Así, el denominado bono salarial y el descuento del IVA en artículos de primera necesidad, quedan desdibujados detrás de la estampida de precios.

El candidato a presidente del Frente de Todes trabaja en un acuerdo económico y social y establece objetivos de política económica, aunque desde algunos estratos del establishment buscarán como siempre poner piedras en el camino, como dieron a entender algunos poderosos hombres de negocios en el Coloquio de Idea, donde siempre el sector pyme queda relegado. “Lo primero que tenemos que hacer es volver a generar consumo, para que la economía vuelva a funcionar y ayudar a que las exportaciones crezcan para generar dólares”, dice AF.

De cara al 27-O, las cartas están echadas. Tanto, que Macri parece pasar a segundo plano cuando desde la actual oposición le apuntan con más énfasis a las políticas de gobierno, al rumbo del modelo, a las consecuencias del desastre generalizado, a la restauración neoliberal que ensayó el macrismo.

“No es Chispita (por Macri), es el neoliberalismo”, diferenció CFK al retomar la campaña con la presentación de su libro en El Calafate. En el primer round del debatido show del “debate” presidencial, el candidato de Todos se ocupó de aclarar que la piedra con la que tropieza la Argentina cada diez años es la misma piedra neoliberal, para nada preciosa, que apenas cambia de color. Y hoy, esa piedra pesada es Macri.

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