¿Con qué autoridad nos pueden venir a hablar ustedes a nosotros de experiencia, de gestión, si no son capaces de poner el cuerpo, no son capaces de escuchar a los que día a día nos deslomamos laburando? Nos plantean que tienen legitimidad porque han sido votados ¿Saben una cosa? la legitimidad se construye día a día! Han elegido una ministra de Educación (Soledad Acuña) que jamás ha pisado una escuela ¿Han pisado ustedes una escuela? Ustedes tendrían que tener la decencia y la ética de venir a cada una de las instituciones, y ver en las condiciones en las que trabajamos. No nos causa gracia, la educación no es un chiste. Nos quieren destruir, nosotros queremos construir y ustedes nos han declarado la guerra, y acá estamos dando batalla y lo vamos a seguir haciendo (…) ¿Quieren discutir el proyecto? Fórmense. Fórmense y háganse responsables, porque la historia se va a acordar de ustedes”, parte de un emotivo discurso que el profesor Martín Cifuentes, del Instituto Joaquín V. González de Ciudad de Buenos Aires, pronunció ante los legisladores macristas antes de que aprobaran el proyecto de Unicaba.

Ese discurso se viralizó por las redes, por lo valiente y las verdades que el docente exponía. El proyecto de Unicaba implica reunir a los institutos de educación superior en una sola universidad, además del control sobre los contenidos y las autoridades. La idea original era eliminar de una vez 29 institutos superiores dedicados especialmente a la formación docente y unificarlos en esta universidad. Con mayoría oficialista, la Legislatura porteña aprobó la iniciativa a fines de noviembre del año pasado. La presión de docentes y estudiantes logró que el cierre no sea de una sola vez como estaba planificado. Se aprobó un reemplazo paulatino.

Aquella movida estudiantil y de profesoras no solo consiguió posponer un cierre general de los institutos, además sirvió para llevar a escena qué pasaba con la formación docente a nivel nacional. Las decisiones políticas de Cambiemos en la materia fueron (y son) un calco de las implementadas en los años 90: primero descalificar al sector para luego abrir paso al mercado. Lo que siguió fue vaciar el Instituto Nacional de Formación Docente (Infod) creado en 2006.

Ese vaciamiento del Infod representó el cierre paulatino y sistemático de capacitaciones para las educadoras de todo el país, en diferentes disciplinas y áreas. Una conquista que fue fortalecida con la paritaria nacional docente en 2013, cuando se aprobó una capacitación masiva, gratuita y en servicio para todas las educadoras del país. Rápidamente el macrismo pasó por encima estos logros colectivos.

Lo que se propuso para reemplazarlos fueron cursos de animación, de entretenimiento y manejo de las emociones, por describir de alguna manera semejante atropello académico. También irrumpió el mercado en este terreno. Como el desembarco de la Fundación Varkey con su Premio al Mejor Docente del Mundo, al que le entrega un millón de dólares. Un premio que es acompañado con un combo de capacitaciones que se les vende a los Estados y dice cómo conseguir esa consagración. La meritocracia y la competencia, más rasgos que definen el perfil de la formación ofrecida por Cambiemos.

En un recomendado artículo de leer completo (“Por qué la Unicaba pone en peligro la formación docente”, Suplemento de Educación de La Capital del 1° de diciembre de 2018) la educadora Liliana Sanjurjo señala que “los hitos que implicaron e implican el retroceso, la fragmentación y la mercantilización del subsistema formador son las dictaduras militares, las políticas de los 90 y la creación de la Unicaba (Universidad de formación docente de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires)”. Compara la creación de la Unicaba con lineamientos políticos de los 90 para estas instituciones que significaron el ajuste para este nivel.

Respecto de la creación de la Unicaba, destaca que “nada bueno puede aportar una ley que es aprobada a contrapelo de lo que proponen los actores involucrados —docentes, estudiantes, graduados, autoridades y especialistas— y detrás de un vallado policial”. Sanjurjo denuncia en ese artículo que los planes de achicamiento son una decisión de las políticas educativas del macrismo. Y lo hace con un testimonio propio: “Personalmente puedo dar fe que la decisión de evaluar para achicar el sistema de formación docente estaba tomada desde el inicio del gobierno nacional, pues en enero de 2016 fui entrevistada por internet por la dirección del Infod, quien puso énfasis en el cierre de los institutos pequeños en lugares alejados. Por supuesto que opiné en contrario, pues es pública mi postura acerca de que los institutos no sólo cumplen una función académica importante sino que llegan a lugares donde la universidad, en general, no llega”.

No es casual que en el discurso educativo oficial las descalificaciones a la docencia sean una constante, igual que la intención de evaluarla. Premiar y castigar (sobre todo) son un sello neoliberal.

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