Yo no sé, no. Un día me puse a escribir algo parecido a una poesía que se llamaba Aquel día y como Pedro me llenaba de sus recuerdos y de días, esta poesía no terminaba nunca. Bueno arrancaba más o menos así: Aquel día que caminando cruzaste los puentes / Aquel día que levantaron los puentes / aquel día atravesaste un río y un río de corazones fuiste / aquel día que con el Coronel y Evita la Patria fuiste / Aquel día después del bombardeo por los ojos de la abuela supiste lo que era estar triste / Aquel día que en una cancha barrosa, despareja, en ese partido que parecía interminable por más que perdiera mil partidos, tu amor por la camiseta sería inclaudicable / Aquel día que en aquella piba de aquella sonrisa que te miraba el amor encontraste / Aquel día que corriste, que caiste, y volviste a levantarte / Aquel día que con el general te enojaste / Aquel día el recuerdo de Evita vino para arroparte / Aquel día que a todos nos perseguían pusiste el cuerpo por la patria que querías / Aquel día, en el que llevaron en el corazón de muchos, te sembraron / Aquel día, en una ronda de pañuelos te encontré / Y aquel día, supe que no hay un día, si no está entre todos los días / Como no hay lágrima si no está entre todas las lágrimas / Y no hay bronca si no está entre todas las broncas / Y no hay sueños si no están entre todos los sueños / Y no hay un brazo si no está entre todos los brazos / Y no habrá mano si no está entre otras manos / Y no habrá un dedo si no está entre todos esos dedos que pronto, victoriosos, levantemos.

Bueno hasta aquí llegamos por ahora, sabiendo que en nuestro caso es imposible poner un final a esto que pretendió ser poesía.

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