En enero de 2018, el presidente de la Nación Mauricio Macri firmó el decreto 52/2018 que dejó sin efecto la paritaria nacional docente. La medida fue acompañada con la firma del ministro de Educación de la Nación, Alejandro Finocchiaro. Consecuente con un estilo de gobierno autoritario, la decisión pasó por encima de una de las leyes clave de la educación: la de financiamiento educativo (26.075).

En esa norma, aprobada en 2005, la docencia organizada había conseguido que se reconocieran las negociaciones colectivas dentro de un marco legal federal. No fue fácil llegar a esta aprobación, tampoco ponerla en marcha y sostenerla. Muchas luchas antecedieron a esa decisión que aprobó el Congreso de la Nación.

En lo concreto la paritaria federal significó discutir con el Estado nacional cómo garantizar el trabajo docente, mejores condiciones laborales, de formación y enseñanza. Todas discusiones que tienen un alto impacto en las aulas, que darse y cumplirse, representan mejores aprendizajes.

Pero como las políticas educativas de Cambiemos desconocen estos logros, el decreto le puso fin a la paritaria. Una de las modificaciones más importantes que introdujo es que las paritarias siguen… pero el tema salarial queda afuera de la agenda. Y, de manera unilateral, el gobierno decidió que el piso salarial docente será “un 20% mayor al salario mínimo, vital y móvil vigente”.

En febrero de 2018, al poco tiempo de haber firmado el decreto, el ministro Finocchiaro convocó a las organizaciones sindicales docentes a una reunión paritaria. Para debatir del día, del sol, de la luna y de la primavera, pero no de salarios. A ese llamado asistieron gustosos los representantes de la Unión de Docentes Argentinos (UDA), de la Confederación de Educadores Argentinos (CEA) y de la Asociación de Magisterio de Enseñanza Técnica (Amet). No fue la única reunión.

La Ctera y el Sadop se mantuvieron en defensa de la aplicación de la ley de financiamiento educativo, y de las negociaciones salariales. “Hubo solo dos gremios que rechazaron el fin de la paritaria nacional docente: el Sadop y la Ctera”, recordó la secretaria general de Ctera y Amsafé, Sonia Alesso, en la charla “La educación que queremos”, organizada por los 20 años de El Eslabón, el 17 de septiembre pasado.

Alesso diferenció así la decisión de continuar en la lucha que asumieron estos dos sindicatos de la de quienes agacharon la cabeza para sentarse en la mesa del patrón. Y pidió tener memoria: “Si vamos a construir otra cosa, hay que construir con memoria y con quienes pusieron el cuerpo donde había que ponerlo, en los momentos más difíciles, no ahora que podemos ganar” las elecciones.

“Ese momento –continuó Alesso- no fue fácil. A nosotros nos invitaron a una reunión luego de firmar un decreto que decía que se eliminaba la paritaria nacional. Y la discusión pública era si íbamos o no a esa reunión ¿Qué decían Clarín, La Nación y el coro de medios hegemónicos?: ‘¿Por qué no van la Ctera y el Sadop?’ ¿Qué hicimos entonces nosotros?: Nos fuimos a la puerta (del Ministerio) a denunciar lo que iban hacer y presentamos acciones legales” en ese mismo momento.

Lo que siguió fue reclamar en cada marcha, acto, encuentro y huelga que se respete la ley y se formalice la paritaria nacional docente.

El pedido no es un capricho. Significa garantizar un piso de igualdad para quien enseña en la zona rural o la ciudad, en las sierras o en los valles, en cualquier geografía de la Argentina. Un piso que cuida el ejercicio de la docencia, que la reconoce como un trabajo y considera que darle lo mejor a una educadora es una manera de pensar en mejores conocimientos para miles y miles de alumnas y alumnos. La paritaria no se respetó desde entonces y la fragmentación del sistema educativo se volvió un calco de los 90.

Casi cuatro años de gobierno de Cambiemos, de políticas educativas que han tenido en su meta más clara de arrasar con conquistas colectivas que se volvieron derechos. Y la paritaria nacional es una.

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