Este viernes 25 a partir de las 21:30, el Negro Lucas Alberti presentará Tejer la voz, su segundo disco, en el Gran Salón de la Plataforma Lavardén (Sarmiento y Mendoza).

Un comienzo

Lo primero que le gustó hacer a Lucas Alberti fue escribir. Empezó en los últimos años de la escuela primaria. Alguien le dijo que redactaba bien y a partir de ahí comenzó a experimentar por su cuenta con escritura automática y poesía resultando en escritos que se emparentan con lo que produjeran escritores surrealistas.

Durante mucho tiempo escribió relatos y cuentos pero sin mucha estructura y lentamente se fue volcando más hacia la canción. “Me gusta el formato de la canción” dice, fue de algún modo la combinación de la escritura y su gusto por la música. Ya desde chico le cantaba en su casa con su hermano, Ignacio Alberti. Ignacio es músico y puso su voz en Distancia, una canción incluida en Abrir el Mundo, el primer disco de Lucas Alberti (aka El Negro Lucas).

Este camino musical lo fue tomando sin dedicarse al estudio en sí, experimentando como hace una criatura, pero cruzándose con amistades a quienes refiere como sus hermanos y hermanas y que le compartieron sus caminos. Fueron apareciendo ritmos y cuestiones estructurales y técnicas.

El Negro Lucas tuvo participación en múltiples libros y proyectos editoriales y varios espectáculos performáticos en que se cruzaban el teatro, la música y la escritura. Conformó variados grupos musicales como De Mononinos, Orilleros del Paraná, Música Medicina de Rosario y Soldados de lo Eterno.

Los padres de Lucas eran católicos porque fueron bautizados, pero no eran practicantes. Sin embargo, su hermano es un músico adventista dedicado a la religión y el propio Lucas canta a dios aunque más desde una búsqueda personal y fuera de las instituciones.

Abrir el mundo

“Nunca planeé dedicarme tan de lleno a la música y al arte pero siempre estuvo en mi vida”. Hace 15 años tomó por primera vez la planta Ayahuasca de mano del chamán Don Antonio Muñoz, de la etnia Shipibo que habita en el territorio ahora conocido como Perú.

Desde hace cinco años acompaña las ceremonias de Yagé —como se la nombra en Colombia— o ayahuasca que ofician taitas -o chamanes como Oscar Giovanny Queta y María Manecita Queta, en diferentes lugares de Sudamérica. Estos taitas de la comunidad Cofán viajan por diferentes lugares compartiendo sus saberes populares y su medicina milenaria y el Negro además de tomar la medicina hace un acompañamiento musical improvisado de las ceremonias.

Si bien los contextos de las ceremonias varían según el lugar donde se llevan a cabo esta experiencia ha nutrido y atraviesa su vida y trabajo en el pensar, sentir, decir y hacer. Tanto es así que su primer disco toma el nombre de la boca de Don Antonio Muñoz. Ese chamán que hace 15 años con la camiseta de la selección alemana del 90 con una gorrita y sin ningún diente decía que cantaba para abrir el mundo y, cuenta Lucas, ese día “cantó, y realmente abrió el mundo”. Así el Negro Lucas comenzó el camino con esta planta, durante un tiempo se volvió algo fundamentalista y le parecía que todas las personas tenían que tomarla pero ahora piensa que cada quién encuentra y elige su momento y su modo.

La planta —dice— “me ha enseñado a encontrar ciertos lugares de la voz, de la relajación y de la conexión”. En todas las ceremonias toma y toca bajo efecto de la planta y todo eso queda registrado en su mente, su cuerpo y su espíritu.

El disco Abrir el mundo salió acompañado del libro El tigre y la serpiente. En aquel primer disco incluyó canciones que estaban realizados a partir de la toma de la medicina pero también temas que eran anteriores a esas experiencias. Y fue a partir de aquel disco que se le abrieron puertas para acompañar las ceremonias y dedicarse más fuertemente a la música.

Tejer la voz

Muchas de las composiciones de Alberti salen a partir de las ceremonias en las que participa, a partir del trabajo interno que conlleva la toma de la planta pero trasvasan ese contexto por lo que pueden ser escuchadas fuera de lo ceremonial.

Se trata de una obra artística que en algún punto lleva en sí algo de los contextos que la generaron.

“Siempre sentí a la música como algo que me ayuda a curarme”, afirma. De algún modo el compositor relaciona las canciones con el rezo o la intención, y así como en su momento Abrir el mundo le ayudó justamente a hacer lo que propone esa frase, la misión que toma actualmente es la de Tejer la voz.

En su hogar funense donde vivió en hace unos años que se llamaba Casa Kurmi se realizaban ceremonias con cierta asiduidad.

Tejer la voz es su nueva misión o rezo, tiene que ver más con la Wachuma (o San Pedro) que crece a lo largo de los Andes. En el 2017, el mismo año en que saca su primer disco conoció la Ayllu (Comunidad) Tiksimuyu. Aquella comunidad realizó un relevamiento de las formas de trabajar con esa planta en las mesas (algo parecido a los altares) de ciertos culturas de Latinoamérica (en Perú, Ecuador y Colombia).

Convocan a un Tinku (encuentro) en Nariño, cerca de Pasto en la parte cordillerana del sur de Colombia. El encuentro se realizó a los pies del volcán Urcunina y levanta un rezo que venía trayendo ese relevamiento.  Lucas asistió a tal encuentro a partir de la invitación de una «hermana» tejedora y tomó el San Pedro, por primera vez, en un contexto ceremonial (9 años después de tomarlo de manera sachera).

En aquella mesa andina, acompañado de diferentes elementos como plantas, músicas y la presencia de numerosos taitas se quebró nuevamente la percepción de Alberti.

Según el Negro Lucas el San Pedro conecta más que con la tierra y con lo físico que con el universo como le sucedía con la ayahuasca. “Por este tejido que hizo mi hermana llegué a aquel lugar”, recuerda, y allí apareció el concepto de Tejer la voz que tiene que está muy relacionado con la circularidad, como algo enfrentado a la verticalidad occidental.

Este viernes Lucas Alberti presentará el disco Tejer la voz en compañía de sus hermanos y hermanas que le ponen sus voces, instrumentos y cuerpos para tejer sus voces y contribuir a una nueva trama social. Será acompañado por bajo, percusión, acordeón, conga, bombo, charango, siku, quena y danzas de sus hermanos y hermanas. La cita es a las 21:30 en el Gran Salón de la Plataforma Lavardén. Algo se está urdiendo y la asistencia (y voz) de cada quién puede aportar a que este nuevo tejido que viste al mundo sea más fuerte.

*Canal de youtube: https://www.youtube.com/user/bichosenlaplaya

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