Este domingo, Unión Roque Sáenz Peña, institución del populoso Saladillo, será sede de un torneo interclubes de básquet en el marco de la recuperación de su vida social y deportiva.

Tal como ocurrió con la mayoría de los clubes de barrio rosarinos, el Unión Roque Sáenz Peña sufrió los embates de las distintas coyunturas que atravesaron al país en las últimas décadas y quedó al borde del abandono. Un grupo de jóvenes, que viene aportando laburo y conciencia social en dicha institución, organizó un campeonato de básquet que reunirá a cientos de pibes y pibas en el populoso barrio Saladillo, de la zona sur de la ciudad.

“Arrancamos hace unos 4 años y medio, cuando esto estaba devastado, y hace dos años comenzamos un laburo más fuerte, con la idea de sumar gente”, cuenta Fernando Gómez uno de los impulsores de la recuperación del Unión, al amparo de una sombra en la plaza Homero Manzi, situada en Salvá, Rui Barboza, avenida Bermúdez y Lainez. “Se acercaron muchas madres, vecinas, que venían con la historia de que de chicas habían estado en el club, pero que hace 30 años está la misma gente, y se fueron alejando –continúa–. Así que nos organizamos y convocamos a una asamblea que se puso muy interesante”.

El club se limitaba a la cantina y el único movimiento era el de brazos repartiendo cartas o empinando una copa de vino o un vaso de porrón, hasta que Fernando y varios compañeros y compañeras más decidieron devolverle la vida social y deportiva. “Durante el día le metemos a las actividades: hay básquet, voley; las pibas arrancaron un taller de arte, hay patín, y está el gimnasio de boxeo, que es aparte pero vienen laburando con nosotros”, destaca.

Foto: Manuel Costa

Luciano Blosch es el profe de básquet y deja a los pibes y pibas tirando al aro para sumarse a la charla. “Lo que te permite la escuelita de básquet, al no ser competitivo porque no estamos afiliados a la (Asociación) Rosarina, es que todo es organizado por los propios clubes”, aclara de entrada, y destaca: “Queríamos cerrar el año con un encuentro y le pusimos nuestra lógica. Tenemos capacidad organizativa para hacer varias cosas, y por ejemplo en este torneíto vamos a hacer un stand de pinturas para los chicos, para que jueguen con la cara pintada. Va a haber un show musical y una murga de cierre”.

Vanesa Desimoni es del barrio y formó parte de la asamblea. “Una tarde, caminando con otra mamá amiga buscándole una actividad para mis chicos, algo accesible en tiempos de crisis, empezamos a escuchar ruidos de pelotas, de silbatos, nos acercamos y los profes nos sumaron enseguida”, cuenta, y agrega: “Nos pusimos a colaborar haciendo rifas, pollos, porque esto estaba muy destruido, tenía poco color. Nos hace bien venir a las madres porque charlamos, nos ayudamos, hacemos catarsis. Sobre todo en estos momentos de crisis nos damos una mano. Para mí, más que un club de barrio, es una familia”.

Banderitas sureñas en tu corazón

Este domingo, primer día del último mes del año, por las instalaciones del Roque, como le dicen al club en el barrio, pasarán unos 80 chicos y chicas de entre 6 y 9 años para ser parte del Primer Encuentro de Escuelitas de Básquet “Banderitas sureñas”, que tiene como idea “darle un sentido de pertenencia al sur, por eso invitamos a Saladillo, Calzada y Provincial”, según adelanta el profe Luciano, a quien todo aquel que va llegando saluda afectuosamente. “Saladillo (por el club), cuando tuvimos un problema, nos dio una mano enorme. Cuando arrancamos las clases, ellos nos prestaron 4 aros. Está bueno que se de esta solidaridad con los clubes, generar esos lazos de amistad a nosotros nos re sirve para ir metiéndonos”.

En cuanto a la mecánica del torneo, que irá desde las 9.30 hasta el mediodía y cerrará con la murga Los Charlatanes del abasto, Blosch aclara que “es todo recreativo”, y argumenta: “Se arman dos canchitas a la vez y los partidos son muy divertidos porque los chicos aún no tienen las reglas tan definidas y tampoco hay un tablero contador, entonces para los pibitos todos ganan y es todo bien festivo”.

Foto: Manuel Costa

Lucho –que le da clases, ad honorem (como todas las y los profes), a unos 30 chicos en la primera hora de básquet y a otros 20 en la segunda, todos los martes y jueves de 18 a 20– toma el significado de familia que antes mencionó Vanesa, para explicar que el Roque “es un club pobre, un poco retirado, pero invitamos a esta fiesta a todos, como esas familias que tiene poco, pero te invitan igual con lo que tengan. El año pasado, los clubes que vinieron se fueron re contentos”. Y destaca que como a la modesta institución “vienen muchos con hermanitos o hermanitas chiquitas, las pibas armaron el taller de arte, y entonces ser arma esa movida que es mateada entre las madres y el taller para los peques”.

Pobre de recursos y sin tesorería a la vista –por lo menos de los socios y socias– Luciano resalta: “Acá hay mucha autogestión, nadie cobra nada. Las pelotas y cosas que conseguimos fueron por donaciones. Cuando tuvimos la posibilidad de manejar la cantina, el objetivo era recaudar para la escuelita. Pudimos hacer 4 aros movibles, por una donación de la Mutual Médica, que también nos permiten hacer este tipo de torneítos. Un montón de cosas las gestionamos nosotros, vendemos pollos, empanadas, porque la cuota del club no se paga mucho”.

La otra cara

“La idea primaria es mostrar que somos otra cosa en el club, que lo estamos cambiando”, deja en claro Luciano Blosch a la hora de hablar de los objetivos a corto plazo en la entidad barrial, deteriorada ediliciamente por la falta de mantenimiento. “A partir de ahí recién podemos pensar en hacer arreglos”, aclara el joven en diálogo con este medio, y pone de ejemplo un episodio malogrado con la cantina del lugar, a raíz de una disputa con la actual dirigencia. “Le cambiamos el piso, la cocina, y de repente nos sacaron todo. Así que ahora buscamos fortalecer la canchita llenándola de pibes. El club ya se ve más social. Antes llegabas y no había un alma, era inseguro. Ahora llegás y está lleno, hay movimiento”.

Foto: Manuel Costa

En este sentido, Desimoni aporta: “Para destacar del Roque es la frase que tenemos adentro que dice «Vengo a invitarte a soñar y a jugar», que refleja un poco la historia de los chicos, que no tenían un lugar donde estar, ni una plaza para aprovechar. Yo lo veo en mis hijos, a los que les gusta mucho el deporte y no tenían tanto acceso. Así que venir acá, donde todo es para ellos, donde no hay diferencias, se divierten, es importantísimo. Es más que hacer un deporte, aprenden muchas otras cosas. Se sienten una familia, pueden pasar toda la tarde”.

Por último, Fernando Gómez cuenta que el club se sumó al Trueque que todos los sábados se realiza frente a las puertas del club, con la copa de leche. “Cuando hicimos el Día de las Infancias en la cortada, nos dimos cuenta que había una banda de pibitos a los que no estábamos llegando, y cuando hicimos el desayuno las madres propusieron hacer algo más, y pintó hacer la copa de leche, todos los sábados, cuando está el trueque. La idea es convertirnos en un actor más de la feria”, remarca.

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