El gran historiador británico Peter Burke, uno de los más connotados interesados en eso llamado historia cultural, sostiene que entre el ejercicio memorístico y las obras de teatro existen semejanzas que permiten una mejor comprensión del proceso de reconstrucción del pasado; la aseveración pensada desde esa intención en realidad sostiene que se pueden utilizar las técnicas de análisis teatral contemporáneas hacia las reconstrucciones históricas que representan el pasado. Interesa sin duda la postura, toda vez que en nuestro entorno aparecen en el día a día puestas en escena que tratan de enviar teatralmente mensajes a la sociedad, de mayor o menor impacto, en donde la representación se vuelve más importante que lo representado.

Un ejemplo de ello a instancias del propio Peter Burke: en la película V de Venganza (2006) un sujeto enmascarado orquesta y realiza actos considerados terrorismo por una sociedad que ha sido forzada a cierto tipo de orden totalitario, justamente en aras de lograr la paz social. El personaje, denominado Anonymous, más allá de la propia película y sus contenidos, adquirió una potencia icónica inusitada al convertirse en la representación de resistencias a todo lo largo del mundo, de revelaciones sobre el actuar del Estado que a veces asume posturas muy fuera de todo orden y legalidad con el argumento de cuidar justamente el orden y la legalidad.

Sintomáticamente, Anonymous, se ha convertido en una nueva forma de aludir el abuso del Estado y a la vez, incentivar la resistencia, en ocasiones de forma anárquica. El caso es que la máscara de Anonymous en realidad es una representación de un tal Guy Fawkes.

Viene a colación porque en el Reino Unido se realiza una celebración llamada bonfire night o cracker night, que se puede traducir como la noche de las hogueras o la noche de los fuegos artificiales, respectivamente; cada 5 de noviembre se incendian hogueras y se utilizan máscaras de Guy Fawkes, es decir, se produce una representación teatral de un hecho histórico. En esta relación lo importante es la representación, pero poco se sabe qué representa: me explico.

En el teatro como en todas las artes lo importante es desatar emociones; la celebración de las hogueras como representación sirve conjuntar solidaridades o desatar cierto tipo de identidad, lo cual en la Historia, que en este caso es lo que supuestamente se representa, no caben necesariamente.

De hecho puede ser que el basamento de reconstrucción histórica acabe por difuminar el interés teatral; si lo vemos estrictamente desde la Historia, podemos decir que el 5 de noviembre de 1605 un grupo de conspiradores católicos intentaron volar el palacio de Westminster, es decir el parlamento, como acto de violenta resistencia. El acto fracasó y Guy Fawkes fue detenido y ejecutado. Esa es la razón por la que la cara de Fawkes, caricaturizada, se convierte después en una máscara y se identifica con la resistencia, pero el significado primigenio se va difuminando a través de nuevos procesos de apropiación cada vez más lejanos al origen.

Bajo esa premisa es posible observar hoy en algún desfile cívico en México un llamado carro alegórico que en su plataforma lleva a un pequeño representando a Venustiano Carranza, al lado de otro que a su vez representa a Emiliano Zapata, a Madero y a Francisco Villa: eventualmente a la Adelita también; inimaginable tal situación en el tiempo de los actores que ahí se simbolizan, lo importante entonces es, en efecto, el impacto teatral de la representación, como una síntesis que se entiende es sólo un modelo, pero a fuerza de representarse se convierte en el punto de llegada y no de partida.

Esa tendencia a generar mensajes teatrales ha arrojado varios eventos, el más reciente y tristemente frecuente tal vez tiene que ver con las ejecuciones que denominamos los colgados; ese modus operandi de ejecutar personas y colgarlas para exponerlas en los puentes o vialidades refiere a un tipo de mensaje violento que repite una y otra vez el escenario; pero ejemplos hay muchos otros en la vida social, el más reciente Vicente Fox, retratado en pijama, acusando falta de garantías a su seguridad personal, en otro extremo Peña Nieto y su pareja, captados con peluca y disfraz o caracterizados ejecutando un performance para generar mensajes.

El ex presidente de México, Enrique Peña Nieto y su novia Tania Ruiz, captados en setiembre pasado en un restaurante en Nueva York disfrazados como ‘hippies’.
El ex presidente de México, Vicente Fox fue en viral en las redes sociales en abril, luego de ser captado en pijama caminando por los pasillos del Hotel Encore, de cinco estrellas, en Las Vegas.

Sin embargo, acaso el caso más notable de una teatralización se haya visto en aquél asunto relacionado con la llamada banda Zodiaco, a la cual pertenecía la tristemente célebre Florence Cassez, quien por cierto, en algún momento generó una crisis diplomática entre Felipe Calderón y el primer ministro francés Nicolás Sarkozy.

El asunto aconteció así: el 9 de diciembre de 2005, en cadena nacional se trasmitió “en vivo” un operativo que condujo a la captura de la banda del Zodiaco, a la que supuestamente pertenecía Cassez: en ello se pudo liberar a unos secuestrados y se captó a la francesa “in fraganti”.

La banda del Zodiaco, un caso mediatizado a mediados de la década pasada.

El golpe mediático fue enorme ante una sociedad hastiada de la violencia y los secuestros y significó un punto muy importante para el entonces secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna. Generación de emociones, como en el arte. Por cierto, ha sido detenido el martes 10 de diciembre pasado por mantener durante su ejercicio público importantes nexos con el narco y otros delitos graves.

Tiempo después trascendió que en realidad el operativo acaeció un día anterior; lo que se transmitió fue una “recreación” del asunto a petición de las cadenas televisivas, es decir, un performance cuidado en sus ángulos y tomas, que permitiera ser consistente con la indignación social, que ubicara al trabajo de García Luna como exitoso, que mostrara el aplomo de la autoridad mexicana, el rostro derrotado de Cassez y sus secuaces: en todas sus letras, un teatro que después sería jocosamente llamado “Producciones Garcia-Luna”.

En todo caso, insisto, lo importante habrá sido la representación como tal y su impacto emocional, pero no lo representado. Cassez salió libre tiempo después… la teatralización fue inútil.

(*) Profesor e investigador de la Universidad Michoacana, adscripto a la Facultad de Historia, maestro y doctor por el Colegio de Michoacán. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores.

 

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