El criminólogo Enrique Font asegura que en la provincia urgen cambios en la Policía para frenar una espiral de violencia que se repite año a año. Asegura que las fuerzas de seguridad “pusieron la palanca en boludo” ante la asunción de Marcelo Sain.

El criminólogo Enrique Font no vacila: si hay una forma de salir de esta espiral de violencia, es reformando a la policía de la provincia. Dice que es un problema consolidado que tiene tres grandes causas: que la fuerza de seguridad de la provincia está profundamente vinculada al delito, que es extremadamente violenta y violadora de derechos humanos y que, además, es muy corrupta respecto de lo que es su propia gestión. En diálogo con el eslabón, aseguró que “nada nuevo está sucediendo” en estos días, con la excepción de que “el gobernador (por Omar Perotti) marcó agenda en términos de romper los vínculos de la policía con el delito y designó un ministro como Marcelo Sain, que es una garantía que eso pueda llevarse adelante. Y esto sería una novedad auspiciosa en un contexto de violencia que es el que conocemos desde hace unos cuantos años.” 

Pasan los días y crecen las cifras de muertos y muertas en distintos contextos: de un femicidio a un ataque mafioso al casino City Center. En las calles de la ciudad, cada crimen entra en la misma bolsa: la inseguridad, la locura de vivir en Rosario, la Chicago argentina, el viva la pepa de la policía y el gobierno, etcétera. Cabe, sin embargo, bajar la lupa y escuchar a especialistas para entender que cada crimen, contexto, ciudad y gobierno tiene su particularidad. De esa manera, las palabras de Font ayudan a que la realidad tome otro sentido. “Nada nuevo está sucediendo”, dice apenas se le pregunta por la ola de crímenes de este principio de año. Y asegura que la única diferencia es que el gobierno provincial, a través de su nuevo ministro de Seguridad, Marcelo Sain, marca una agenda del control policial. Y frente a eso, la respuesta de un sector de la fuerza de seguridad de la provincia es, simplemente, dejar que las cosas sucedan.

Conducir o pactar

Font, criminólogo y docente de la Universidad Nacional de Rosario, asegura que la provincia de Santa Fe viene de “dos gobiernos y medio” (por Hermes Binner, Antonio Bonfatti y Miguel Lifschitz) que “pactaron con la policía”. “Las pruebas son que el que no conduce, pacta:  pacta con los sectores de la policía o termina posicionándose del lado de la policía y no de las víctimas en los casos de violencia institucional. Eso en algunos casos fue muy notorio, como en el de Franco Casco, María de los Ángeles Paris, Jonathan Herrera, entre otros”, profundiza. “Cuando vos ves todos esos hechos, tenes un gobierno que no abordó ninguno de los problemas y no hizo política de seguridad”. 

Según el criminólogo, el gobierno anterior “no tenía ningún tipo de diagnóstico” respecto a la problemática de la violencia. “Fraguaba un pseudo diagnóstico para sacarse el tema de encima. Además, si uno lo escuchaba a Pullaro (ex ministro de Seguridad de Miguel Lifschitz), cada dos meses había uno distinto: el problema era la narcocriminalidad, el problema era que se había desarticulado exitosamente a la banda y seguían las segundas líneas, etcétera. Y era eso”. 

Según Font, en estos primeros días de 2020, los crímenes que se han contabilizado son una continuidad de la misma lógica de los gobiernos pasados, en un nuevo contexto: con un gobierno que designa a Marcelo Sain como ministro de Seguridad y asegura que viene a gobernar a la policía. “Por eso, algunos de los homicidios son claramente el resultado de una resistencia a ese cambio que se promete. Está el ataque al casino, por ejemplo, aunque la modalidad tampoco es novedosa: vienen pegándole tiros a edificios judiciales y casas particulares y no hubo muertos antes por poco”, remarca Font y a ese panorama se le suma la inactividad de la fuerza. El criminólogo cita a un viejo comisario bonaerense que entrevistó en los ‘90: “Lo más efectivo es poner la palanca en boludo”. “Y eso quiere decir, dejar que las cosas sucedan, dejar de trabajar, y eso también se vio. Por eso, la cifra de homicidios en este momento es una mezcla de lo que venía sucediendo en términos clásicos de seguridad pero también una policía vinculada al delito que se resiste a ser transformada”.

En ese sentido, mientras se barajan soluciones a corto plazo, desembarcan fuerzas nacionales, van y vienen declaraciones mediáticas y twitteras, Font remarca que es fundamental avanzar con una política “urgente y clara” de reforma de la policía, “aunque no haya un sólo homicidio”. “No hay que hacerlo por lo que está sucediendo ahora, lo que pasa puede entenderse como un piso que te permite hacerlo porque hay cansancio y hartazgo. La urgencia de la reforma no es la seguridad, es la policía misma”. Las causas, entonces, no son los homicidios, sino que, según el criminólogo, la policía “está profundamente vinculada al delito, es extremadamente violenta y violadora de derechos humanos y además es muy corrupta respecto de lo que es su propia gestión”. 

A la urgencia de una reforma de la policía, se le suma, desde el análisis de Font, la necesidad de tener un diagnóstico muy preciso de cada uno de los fenómenos que se vienen dando. “En homicidios, el peor error es decir que todo es entre bandas. Algunos sí, y otros no, y los que no también tenemos que entender cómo suceden y trabajarlo. Cuando la violencia expresiva letal se consolida, claro que va a abarcar y cruzarse con el mercado de drogas, pero no necesariamente una cosa es la otra, y hay que tener mucha claridad para hacer políticas bien específicas, como en cualquier política pública”.

Así, por un lado, abordar “la violencia interpersonal expresiva, identitaria, entre pibes de los barrios es una política de prevención integral y social del delito que lleva tiempo y trabajo, y hay que vincular distintas áreas del gobierno provincial, nacional y municipal”. Por el otro, en el tema narco, Font señala que “la complejidad que tiene en la provincia es que no es la economía de drogas lo que produce este nivel de violencia, sino que buena parte de los empresarios que manejan esta economía vienen de lógicas de mucha violencia expresiva e identitaria. No es una violencia instrumental y funcional para el negocio, es la forma que se han manejado siempre. El problema no es el mercado, sino los actores, que construyen su identidad con la violencia”. 

Fuerzas federales, ¿para qué?

Mientras se cierra esta edición, la llegada de fuerzas nacionales a Rosario es un hecho del cual sólo se están ultimando detalles. No va a ser la primera vez que lleguen en momentos críticos a intentar frenar la ola de crímenes. “Desde la UNR hicimos una investigación sobre la intervención de Sergio Berni (en 2014) y lo que vimos es que hubo un impacto bastante inmediato en cortar los tiros, los enfrentamientos de los pibes. La rutina de venta en los barrios se vio modificada también, siguió la venta con una lógica más parecida a la de los ‘90, pero se siguió consumiendo. Y lo que vimos también es que con el paso de la intervención la cosa volvía más o menos a lo mismo”, contó Font, quien se consideró “muy crítico de estas intervenciones”. “No se va a resolver el tema de la narcocriminalidad, de los homicidios o la violencia con fuerzas federales. Sirve sólo para encarar una reforma de la policía, porque necesitas un actor que te acompañe instrumental y simbólicamente ante la opinión pública para que te dé espalda ante la reforma de una policía que te va a obstaculizar”.

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