La proclamación de la candidatura a la presidencia en las próximas elecciones del 3 de mayo de la mandataria de facto de Bolivia, Jeanine Áñez, levantó desde el viernes pasado un vendaval en la ya de por sí convulsionada vida política del país vecino. Inmediatamente después de anunciar que se presentaría para competir en las elecciones previstas para comienzos de mayo, la ministra de Comunicación de su gobierno, Roxana Lizárraga, presentó la renuncia a su cargo.

En su carta de renuncia, Lizárraga acusó al gobierno de tener un proyecto “prorroguista” y recordó que los objetivos trazados eran convocar a elecciones, nombrar a un nuevo Tribunal Supremo Electoral y manejar con “transparencia, sin favoritismos políticos” las instituciones como lo hizo “la dictadura de Evo Morales”. “No se puede ocultar el hecho de que su Gobierno ha comenzado a incurrir en los mismos males del masismo que combatimos”, sentenció.

Tras conocerse la noticia de la dimisión de la ministra que se hizo “célebre” por sus ataques a la prensa y la denuncia de los periodistas como “sediciosos”, la presidenta de facto Áñez solicitó la renuncia de todos sus ministros. En el comunicado difundido, afirma que “completará o ratificará a su equipo de gobierno en el menor tiempo posible para dar continuidad a los objetivos trazados en el inicio de su gestión y agradece a todos por su trabajo”. Además, establece que “su candidatura no afectará en nada su propósito de trabajar para todos los bolivianos buscando la paz y la estabilidad de Bolivia”.

El magistrado relator del Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) explicó que la decisión de la renuncia colectiva se adoptó durante la reunión de gabinete del 16 de enero para evitar la posible “fractura del Estado constitucional de derecho” a partir del “vacío inminente” que podría ocasionarse desde el 22 de enero.

Desde el 15 de enero, cuando el TCP avaló la ampliación del mandato de la presidenta de facto Áñez y comenzaron a circular rumores sobre su intención de presentarse en las elecciones de mayo, la exsenadora viene siendo fuertemente cuestionada por el resto de las expresiones políticas de la derecha.

Finalmente, el viernes se oficializó el lanzamiento de su candidatura como cabeza de una alianza llamada Juntos integrada con Soberanía y Libertad y Todos, dos espacios que hasta entonces había sido aliados del expresidente y también candidato Carlos Mesa. Antes de esa fecha, Áñez había descartado al menos tres veces su postulación.

Otro de los expresidentes que irán por la primera magistratura el próximo 3 de mayo, Jorge “Tuto” Quiroga, propuso junto al líder de Unidad Nacional, Samuel Doria Medina, anular la reelección presidencial “para siempre” y cuestionó el lanzamiento de Áñez afirmando que cuando se consideraba que se había superado “la angurria de poder de Evo Morales”, con la decisión de la presidenta de facto “volvemos a enfrascarnos en ella”.

Tanto el ultraderechista del departamento de Santa Cruz, Luis Camacho, y el diputado de Unidad Demócrata, que apoya la candidatura del anterior, Tomás Monasterio, repudiaron la decisión de Áñez. Monasterio, incluso, planteó que presentará un recurso ante el Tribunal Constitucional contra la misma por considerarla anticonstitucional.

Sumada a la candidatura de Áñez, las fuerzas que se presentaron son Comunidad Ciudadana, de Mesa; Libre 21, de Jorge Quiroga, heredero político del exdictador Hugo Bánzer; Creemos, de Camacho, y Pueblo Unido, aún sin candidato, y cada uno integrada por pequeños grupos.

De esta manera, los intentos de unidad de los sectores de la derecha boliviana que motorizaron el golpe del 10 de noviembre se ven obstaculizado. Las presentaciones ante el Tribunal Supremo Electoral muestran un panorama de fracciones reñidas entre sí. “¡Quién nos va a creer que no fue golpe de Estado! Ha dañado sin retorno la credibilidad y el sentir de gran parte de los bolivianos”, dictaminó con duros términos el expresidente Jaime Paz Zamora.

A su vez, Luis Siles, referente del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), partido que estaba en vías de extinción tras la fuga de su anterior líder, Gonzalo Sánchez de Lozada y también candidato a la presidencia, concluyó que lo de Áñez se trataba de una “traición” y describió que con su actitud brindaba “una justificación para los que denunciaron un golpe y un regalo para Morales”.

Desde su exilio en Buenos Aires, Morales remarcó que la alianza del Movimiento al Socialismo (MAS) es “solo con el pueblo” y rubricó a través de Twitter: “¡Sin traición ni división derrotaremos nuevamente al neoliberalismo!”.

Fuente: Nodal

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