No bailes, el tema de las pibas de Alto Guiso, resuena una y otra vez cuando circula la noticia de que otro espacio cultural cierra sus puertas en la ciudad por motivo de una ordenanza local que está fuera de época, aunque claro, no sólo ocurre por cuestiones administrativas o de control, sino por cuestiones económicas.

La ecuación lleva las cosas marcha atrás: se hace imposible sostener un lugar a pulmón con el excesivo costo de los impuestos y servicios como el agua, la luz, y el gas.

“Hola amigos, quiero contarles que tomé la decisión de terminar con el Club 1518, por razones económicas-municipales. Mucho bardo querer trabajar con la cultura en Rosario. Y también por cuestiones personales. Así que a disfrutar lo que queda hasta fines de marzo y vayan temprano, así podemos cerrar el ciclo como las leyes dicen”, escribió este jueves en las redes sociales Gonzalo Fernández, titular del bar cultural Club 1518.

En diálogo con Redacción Rosario, Gonzalo explicó mejor sus cuestiones personales en torno al cierre: “Tiene que ver en verdad con las cuestiones económicas que te queman la cabeza. Los impuestos municipales que hay que pagar son grandísimos, es muy difícil llegar a juntar la plata. La recolección de residuos son unos 4000 pesos; el agua, otros 9 mil; el servicio de luz unas 15 lucas. Se van como 60 mil pesos de gastos por mes”.

Gonzalo hace nueve años que gestiona el Club 1518, primero como productora, haciendo eventos en otros espacios como el Sindicato de Canillitas, o el Banquito Ferroviario, y hace 5 años que viene trabajando en el espacio de Salta 2829.

En ese local que está entre Ovidio Lagos y Riccheri, Gonzalo se asoció con el dueño del inmueble pensando que así sería todo más fácil. No fue una mala idea, pero el papelerío de la habilitación, los controles, y la cuestión monetaria fueron letales esta vez.

“Cuando comencé a conocer el tema administrativo del local, yo pensaba como los otros espacios similares tenían además que pagar un alquiler, ya se veía que era muy difícil subsistir. El trámite de habilitación es muy difícil, se te vencen todo. Y el tema de las inspecciones, el lunes tuve un reunión con el juez por una falta. Es que por ejemplo, si te encuentran a alguien bailando en el lugar te multan. Yo no tengo ni un denuncia de los vecinos en cinco años, pero me clausuraron en mayo del año pasado por estos temas. Le conté al juez que cerraba y le dije que si me clausuraba otra vez me mataba”, contó Gonzalo, golpeado por la situación.

“Y me dijo que sí, es piola el juez pero se basa en la inspección –continúa Fernández– y eso depende mucho del humor del inspector, y todos te piden diferentes cosas. Por ejemplo, las luces de emergencia que hemos puesto me la habilitó un inspector, es un sistema de luces led con batería que armamos de forma casera y que no se suele quemar como otras que ellos aprueban. Este sistema que armamos y yo no lo vi en ningún otra lado de la ciudad y es sumamente seguro lo desaprobó otro inspector.

Además de la oscura situación económica que viene viviendo el club nocturno en un contexto recesivo, el paseo por los tribunales suma más desilusión: “Te acusan de tergiversar el rubro, y te clausuran como a nosotros en noviembre pasado, te ponen un faja y no especifican por qué te clausuran, dejando a libre pensamiento de los vecinos y la sociedad en general”.

La noticia de la clausura definitiva obtuvo apoyo de gran parte de la movida under de Rosario, de músicas y músicos y artistas locales: “Se está viendo en las redes el apoyo pero otra salida no veo, me junté con gente de otros proyectos cercanos como Casa Brava y Bon Scott, y con concejales y referentes políticos, y te atienden y escuchan pero te pasan el dato para hablar con otra persona, como que te pasan de oficina a oficina. Y en cuanto al intendente Javkin, él ya se juntó con empresarios gastronómicos más grandes que son los de calle Oroño y loa Pellegrini. Nadie te lo soluciona”.

Gonzalo sostiene que no ganó un peso el año pasado y aún así recuerda momentos paradigmáticos que vivió en el espacio de calle Salta: “Hemos vividos momentos históricos de mucha alegría, y también de tristezas, pero prefiero que sean las bandas y la gente la que hable. Yo a pesar del cierre, voy a seguir luchando por la cultura, por eso me voy a reunir con la gente de Distrito 7 y con otros espacios que no la están pasando muy bien”.

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