El Sindicato de Cadetes y Coopexpress de Rosario han crecido de manera exponencial en los últimos años y brindan a sus asociados múltiples beneficios. Historias detrás de un rubro donde el negreo suele ser moneda corriente.

Para los hombres y mujeres que trabajan en un servicio de cadetería lo que anuncie el servicio meteorológico no tiene mayor significancia. Las calles de la ciudad los esperan todos los días para que salgan a trabajar en sus motos aunque haga un calor sofocante o que el frío húmedo del invierno se le instale como un virus en sus huesos. El clima no es una excusa cuando un ejército de oficinistas los solicita porque necesitan enviar papeles de un lado a otro, o cuando el estómago les avisa que llegó la hora de la comida.

Históricamente, el laburo de los cadetes estuvo vinculado a las épocas de fuertes crisis y también al acecho de patrones inescrupulosos que negrean a los trabajadores haciendo que la actividad se emparente a una especie de servidumbre moderna.

Por eso, hace seis años en Rosario, ante ese horizonte que se tornaba cada vez más oscuro, un grupo de cadetes comenzó a organizarse y a construir las herramientas necesarias para hacerle frente a la informalidad laboral y defender cada uno de los derechos que le corresponden como laburantes.

Los orígenes

La sede del Sindicato de Cadetes y de la  Cooperativa Coopexpress funciona de lunes a viernes en la planta alta del mercado y centro cultural La Toma. Gustavo Yedro es el secretario general del gremio y le contó a el eslabón sobre los comienzos de la organización. “El trabajo de cadetería podríamos decir que tiene sus inicios a partir de la gran desocupación de los años 90, donde el trabajador que quedaba desocupado, lo primero que tenía a mano era la moto para hacer cadetería o el autito para hacer de remís trucho”, rememoró Yedro, y añadió: “Nosotros empezamos a trabajar organizándonos hace más o menos seis años, acá en Rosario, pero ya había otras experiencias en otro lugares del país como Buenos Aires, Salta, Chaco, La Pampa, que ya venían de una experiencia que fue el SIMECA (Sindicato Independiente de Mensajeros y Cadetes), que después se disolvió”.

Después de esa experiencia a nivel nacional, los cadetes de Rosario empezaron a reunirse para poder construir una herramienta que le haga frente a la falta de derechos laborales en la que estaban inmersos. “El sindicato nació para dejar de trabajar en las condiciones de precariedad en las que estábamos desde los inicios de nuestra actividad”, expresó Yedro.

Sin embargo, durante el gobierno de Macri comenzaron las dificultades burocráticas para que el sindicato tenga el reconocimiento legal y los trámites quedaron trabados. “Ahora con este nuevo gobierno estamos empezado a tener un vínculo con los funcionarios del Ministerio de Trabajo, para empezar a destrabar esa situación en la que se encuentran los papeles de nuestro sindicato”, señaló el dirigente gremial de los cadetes rosarinos.

La lucha contra las aplicaciones

A la par del sindicato, también se fue creando la cooperativa que hoy agrupa a casi sesenta cadetes que tienen la posibilidad de laburar en mejores condiciones que cualquier otro que lo haga a través de alguna agencia o empresa de cadetería

En Rosario existe la ordenanza 7042 que regula la actividad pero que prácticamente no se aplica y por ende, a partir del auge de las plataformas digitales como Pedidos Ya y Glovo, entre otras, la precarización laboral se ha profundizado.

Foto: Manuel Costa

“A este tema nosotros lo venimos haciendo visible y lo venimos denunciando a través de los distintos órganos del Estado. Por eso presentamos una medida cautelar para que la Municipalidad obligue a estas empresas a que se encuadren dentro de la ordenanza vigente”, informó Gustavo Yedro. En ese caso la justicia falló a favor de los cadetes, pero las empresas apelaron el fallo y hasta el momento la causa se encuentra en esa instancia de apelación.

Yedro también hace hincapié en que los incumplimientos de las empresas que trabajan a través de las aplicaciones se contrastan mucho con los beneficios que da pertenecer a la cooperativa.

“Tenemos convenio con distintas empresas de seguro, casas de repuestos para que los compañeros puedan acceder en caso de que se les rompa la moto, y también en varios comercios donde los asociados tienen descuentos. Entonces, en ese marco, los compañeros se pueden mover más libremente y es un reflejo de que dentro de nuestro gremio y en la cooperativa se puede trabajar dignamente”, concluyó el gremialista.

Voces asociadas

Cristian Chufeni llegó a trabajar en Coopexpress a partir de un amigo que le comentó sobre el funcionamiento de la cooperativa y del sindicato. Además, es uno de los responsables de que este semanario llegue a cada uno de sus suscriptores. Para él, “es un orgullo ser parte de este sindicato y luchar por los derechos de los compañeros. Nosotros somos trabajadores como todos los demás y peleamos para lograr que cada compañero esté en blanco, tenga su aporte para el futuro, su obra social, aguinaldo y vacaciones”.

Cristian también confía plenamente en que con el nuevo gobierno nacional “va a haber mucho mejor futuro”. Y remarca un detalle solidario que también identifica a la cooperativa: “Nosotros todos los miércoles cocinamos comida caliente y la salimos a repartir para la gente que se encuentra en situación de calle”.

Brenda Marinucci tiene 29 años y hace pocas semanas que integra la cooperativa. Ella venía de trabajar para una aplicación y sentencia que “la diferencia es muy grande”. 

“En el sindicato somos tres mujeres las que estamos participando en este momento, y encaramos el área de género. Aunque es muy reciente, hay un total acompañamiento y predisposición de los compañeros a escuchar nuestras propuestas”, dice Brenda, y agrega: “Ahora estamos participando como sindicato de una intersindical de mujeres que se forma a raíz de la ley Micaela, que establece la obligatoriedad de la capacitación en género y violencia contra las mujeres, y se convoca a los sindicatos para abordar la reglamentación de la ley, participando de este espacio que tiene además el objetivo en un futuro de formular capacitaciones y talleres, y monitorear que se lleven a cabo. La idea que tenemos es que se sumen más mujeres”. Brenda destaca el grupo humano de la cooperativa y asegura que “es una gran familia que lucha por los objetivos que nos proponemos como colectivo de trabajo”.

Con una sonrisa permanente en su rostro, Ricardo Mansilla cuenta que “soy cadete desde los quince años cuando hacía repartos en mi barrio”. Tiene 26 años y hace poco más de uno que pertenece  a la cooperativa. “Laburé en todos lados, siempre de cadete, y en todo este tiempo vi de todo e hice de todo. En algunos lugares hasta envolvía los pedidos. Por eso, ahora que estoy acá, no me voy más”, asegura.

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