Las consecuencias que la crisis mundial por el coronavirus traerá a la economía de las principales potencias globales son un cálculo impreciso. Sin embargo, nadie duda que tendrán una magnitud devastadora capaz de reformular los términos según los cuales funciona el comercio, la producción y las finanzas universales. A pesar de la subestimación inicial del presidente Donald Trump, Estados Unidos comienza a padecer los efectos de un golpe letal para todos los países.

El presidente de la Reserva Federal de San Luis, James Bullard, explicó que el impacto del coronavirus y las medidas implementadas para su contención podrían generar un desempleo del 30%, un nivel incluso más alto que durante la Gran Depresión y tres veces por encima del registrado en la crisis financiera de 2008.

Los motivos de este incremento están relacionados a las medidas de distanciamiento social que inducirían un golpe económico de alrededor de 2,5 billones de dólares. El funcionario norteamericano argumentó que las decisiones tomadas son fundamentales para achicar el curso de la pandemia, pero es necesario acompañarlas de un apoyo masivo del gobierno federal que permita sostener a la población durante el aislamiento y fijar las bases mínimas para la futura recuperación.

El gobierno estadounidense anunció recientemente la aplicación de dos billones de dólares en estímulos.  Según Bullard, los incentivos del gobierno deben igualar los salarios perdidos. El banquero aseguró que la situación actual no se podría considerar recesión, dado que las recesiones son contracciones ordinarias en la actividad económica que marcan el fin de los ciclos comerciales normales. El contexto presente -apuntó- se parece más a una inversión masiva en la salud pública de EEUU.

Muchos funcionarios de la Reserva Federal exigieron una respuesta fiscal más fuerte, aunque Bullard fue un paso más allá con un llamamiento explícito para que el gobierno de los EEUU iguale lo que se está perdiendo dólar por dólar. «Todo esto no tiene por qué arruinar la economía», señaló.

En el Congreso se está trabajando en una ley que apuntale el camino trazado por las ayudas económicas dispuestas por el gobierno federal abandonando la ortodoxia y desplegando una fuerte inversión para sostener el circuito económico de la población. «El objetivo principal es simple: mantener a todos, los hogares y las empresas enteras durante el segundo trimestre», concluyó Bullard, y detalló que dicho objetivo se podrá conseguir con una rápida expansión del seguro de desempleo y a través de subvenciones y préstamos a las empresas para cubrir las pérdidas del capital.

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