Desde Chamonix- Mont-Blanc, Francia

 

Las calles de Chamonix- Mont-Blanc repentinamente se ven desoladas. En los Alpes franceses, en el centro de ski mas concurrido del mundo, las tiendas de ropa deportiva y de alquileres de esquíes, los bares, restaurantes, hoteles, casi todos los comercios están cerrados, con carteles en sus puertas que rezan: “Fermeture exceptionnelle”. La única excepción son los supermercados, gasolineras y farmacias, o sea, lo elemental.

Chamonix-Mont-Blanc es una comuna de 9 mil habitantes ubicada en el departamento de Alta Savoia, en la intersección entre Francia, Suiza e Italia, a tan sólo 15 kilómetros de cada frontera. Una región cuya historia se remonta a épocas medievales, custodiada por la cima del Mont Blanc, que con 4.810 metros, se considera la montaña más alta de Europa Occidental. Fue acá, entre estas montañas, que se inició el alpinismo, a fines del siglo XVIII.

Hace tan sólo quince días las calles del pueblo eran un hervidero de turistas consumiendo en los negocios vinculados al mundo del ski y los deportes de montaña. En esta comuna, en época de temporada alta, la población se multiplica unas quince veces, por lo que es fácil entender cómo repercute la ausencia de gente en la economía regional.

Hasta fines de febrero el coronavirus era una problemática preocupante, pero al mismo tiempo lejana, que no afectaba nuestras vidas. A pesar de que Chamonix se encuentra a tan sólo 240 kilómetros de Milán, una de las ciudades más afectadas de Italia, los hoteles y restaurantes continuaban repletos de turistas, la vida nocturna en los bares y discotecas seguía replicándose, y las pistas de ski seguían recibiendo a miles de esquiadorxs cada día.

A mediados de febrero. comenzaron a llegar noticias de la propagación del Covid-19 en China y otras zonas de Asia, por lo que lxs trabajadorxs de los restaurantes hacíamos bromas sobre los turistas orientales y los contagios, pero viéndolo aún como algo lejano.

Luego del 24 de febrero empezaron a cambiar las cosas, se detectaron los primeros casos en Italia: el virus había llegado a Europa.

Con el paso de los días llegaba más información sobre la expansión de la enfermedad en el país limítrofe, con más cantidad de casos en el norte, o sea, a escasos kilómetros de aquí. Entre lxs empleadxs empezábamos a preocuparnos un poco, ya que estábamos en contacto con cientos de personas de todo el mundo cada día, durante muchas horas, sin ningún tipo de protección, aunque aún en ese entonces no dimensionábamos la gravedad de la situación. La vida seguía como si nada en los Alpes franceses.

La primer semana de marzo empezó a haber notables diferencias en la llegada del turismo. Por un lado se habían terminado las vacaciones de invierno en Francia, pero también influyó muchísimo el miedo generado por la propagación del virus. Esa semana empezaron a haber algunos despidos entre el personal de los restaurantes, ya que prácticamente no había clientes. El panorama empezó a ser desolador para muchxs trabajadorxs, y empezó la incertidumbre sobre la continuidad de los contratos de trabajo.

El día 10 de marzo amanecimos con la noticia de que en Italia se había declarado la cuarentena, luego de multiplicarse las infecciones y muertes. El virus ya estaba descontrolado. Al día siguiente la OMS declaró la pandemia, hasta ese momento había unas 118 mil personas infectadas y más de 4 mil muertes en todo el mundo.

Mientras, en Francia nos preguntábamos por qué aquí no se hacía lo mismo que en Italia, ya que con 3 mil casos y 61 personas muertas, era el segundo país de Europa más afectado.

Esperábamos con ansias la cadena nacional que daría Emmanuel Macron a las 21, en la que comunicó las medidas gubernamentales para el país: se cerrarían todos los centros educativos del país desde el lunes 16 de marzo, hasta nuevo aviso.

Los casos en Francia siguieron aumentando dramáticamente hasta llegar al sábado 14, cuando se registraron 4.500 personas infectadas y 91 muertas. Ese día, desde el gobierno anunciaron por la tarde que a partir de las 12 de la noche deberían cerrarse bares, restaurantes, cines y todos aquellos comercios que no sean de primera necesidad. La incertidumbre de lxs trabajadorxs empezó a aumentar.

El gobierno también ordenó la clausura de todas las pistas de ski. Y las principales cadenas hoteleras de Chamonix decidieron cerrar sus hoteles.

El Ministro de Salud anunció que Francia había entrado en fase 3, es decir, el virus se había propagado por todo el territorio nacional.

Al día siguiente empezó el cierre de restaurantes y también más despidos. Muchas personas extranjeras de repente se quedaban sin trabajo y sin casa, ya que es común que se viva y se trabaje en el mismo establecimiento. Los rumores de un posible cierre de fronteras, sumado a la incertidumbre, obligó a muchxs argentinxs trabajadorxs de hotelería a precipitar su regreso al país antes de lo pensado.

Finalmente, el lunes 16 el gobierno decretó la cuarentena obligatoria en todo el territorio, desde el martes 17 al mediodía, por quince días. Macron aclaró también que Francia está en estado de guerra y anunció que el Estado invertirá un presupuesto de 300 mil millones de euros para sostener a todo su tejido empresarial. Según anunció Macron, el Estado francés asumirá créditos bancarios, impuestos y cotizaciones, alquileres e, incluso, las facturas de agua, luz y gas con tal de evitar el cierre de empresas.

En cuanto a las restricciones de movilidad, sólo se podrá salir para comprar alimentos, por razones médicas, para trabajar o para hacer actividad física individual. Para poder circular en la vía pública es necesario portar un documento donde consta la identidad, el domicilio y el motivo del desplazamiento. En Chamonix las fuerzas de seguridad son bastante más amigables que en otros lugares como París, y si bien hay controles, existe cierta libertad para movilizarse. Las multas por estar a dos mil metros del domicilio o por no portar este documento, ascienden hasta los 135 euros. Luego de las 18, está prohibido circular.

Así, en unos pocos días, el principal centro de ski del mundo, acostumbrado a estar en esta época desbordante de esquiadorxs, se convirtió en un pueblo fantasma en medio de los Alpes.

Fuente: El Eslabón

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Un comentario

  1. Romina

    01/04/2020 en 13:49

    Excelente nota. Un abrazo, desde Huinganco.

    Responder

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