Los 1.450 despidos anunciados por Techint, uno de los grupos más poderosos de la Argentina, en medio de la pelea sanitaria contra la pandemia, son un crimen social y anticipan un escenario de alta conflictividad durante y después de la cuarentena. Con proceder apretador (primero pienso en los business, luego existo), las grandes empresas que echan trabajadores, como la multinacional comandada por la familia Rocca, dejan en evidencia la faceta más salvaje del capitalismo actual, la misma que, esta vez por un virus, vuelve a ponerse en debate mundial.

La economía no puede parar, aseguran hombres de negocios. El diario Clarín hizo saber del “malestar empresario” por el “shock económico extremadamente negativo” que traen las medidas de prevención. Trascartón, Techint jugó sucio y tiró despidos masivos en su empresa Ingeniería y Construcción por “culpa” de la cuarentena, excusa que fue rechazada por el gremio de la Uocra. La empresa electrónica Mirgor, de Nicolás Caputo, “hermano del alma” de Mauricio Macri, planea despedir a 745 operarios de la planta fueguina de Río Grande, bajo el mismo argumento.

Alberto Fernández les avisó que iba a ser “duro con los que despiden”. Horas después, el Ministerio de Trabajo de la Nación dictó conciliación obligatoria en el conflicto de Techint, que ya venía descontado salarios a empleados que cumplen cuarentena en resguardo de su salud. “La complejidad de lidiar con esta pandemia es doblemente desafiante para el gobierno argentino, ya que además del problema sanitario tiene que definir cómo maneja la cuestión social y, en particular, la elevada fragilidad que presenta el mercado laboral, el sector más golpeado durante los últimos cuatro años”, analizaron desde el Instituto de Trabajo y Economía.

Compañías de renombre ajustan, reducen salarios y jornadas de trabajo y amenazan con cesantías. Para evitar el efecto contagio, el presidente firmó un decreto de necesidad y urgencia que prohíbe despidos, acompañado de un mega plan, con asistencia estatal a empresas mediante el pago de una parte de los sueldos y reducción de contribuciones patronales, además de un aumento significativo del seguro por desempleo.

Es cierto que las medidas destinadas a aplacar la propagación del coronavirus traen consecuencias nocivas para la actividad productiva, aunque los más perjudicados no son los grandes grupos económicos, sino pequeños y medianos empresarios, un sector del comercio minorista, trabajadores informales, a los cuales el gobierno les tira una mano. La economía caerá fuerte este año, en un contexto de pandemia. Muchos temen perder sus empleos. Pero los que más sufren la coyuntura (y padecieron los cuatro años de Macri) son los sectores vulnerables, no las corporaciones.

El que más tiene, más quiere

“Muchachos, ganen menos”, trató de ubicar el presidente al empresariado voraz, en rechazo a los despidos de Techint, conglomerado siderúrgico que supo hacer jugosos negocios a costillas del Estado que hoy tanto aborrece.

Grandes capitales califican de “abusador” al Estado que busca el bienestar general. AF, con amplio respaldo popular, aplaudido tras el anuncio de la segunda cuarentena, se metió con las ganancias empresarias y vino una reacción derechosa, cacerola mediante, para que los políticos se rebajen los sueldos.

La revista Forbes presentó a mediados del año pasado el ranking de las cincuenta familias más ricas de la Argentina. Con 9.000 millones de dólares, “la cabeza de las fortunas del país es Rocca, dueño de Techint, aquel que más debe aportar y que sin embargo está haciendo todo lo contrario, despidiendo trabajadores y reduciendo el sueldo al resto”, se señaló en un informe del Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas (IPyPP).

Las fortunas de los más ricos crecieron de la mano de Mauricio Macri pese a la recesión económica reinante. “La familia Rocca fue una de las que más creció, en torno a los 3.600 millones de dólares, lo que representa un incremento de su patrimonio en dólares del 80 por ciento. Similar crecimiento tuvieron la familia Bulgheroni (Pan American Energy) y los Pérez Companc (Molinos Río de la Plata). El patrimonio que más se expandió fue el del dueño de Mercado Libre, 150 por ciento en dólares en los últimos dos años”, se indicó en el informe del IPyPP.

Entre las primeras diez familias más ricachonas de la Argentina figura la de Marcos Mindlin (grupo Emes y Pampa Energía). En la cúpula económica hay varias firmas del sector energético, que durante la gestión de Cambiemos se beneficiaron con suculentos tarifazos. Grandes empresas del rubro alimenticio y de la industria farmacéutica también abultaron sus dividendos. Sin embargo, a contramano del esfuerzo que pide Alberto para sobrellevar la crisis sanitaria, social y económica, empresas energéticas ponen en duda la prestación del servicio por la decisión gubernamental de congelar tarifas y suspender cortes del suministro por falta de pago.

En la misma sintonía “patriótica”, cadenas de farmacias y de supermercados esconden mercadería y especulan con los precios. Mientras, bancos privados, que durante el macrismo tuvieron una rentabilidad que “superó en 80 por ciento al alto ritmo inflacionario 2015-2019”, según el IPyPP, retacean créditos blandos y a tasas razonables para que la pequeña y mediana industria afronte pagos de salarios ante la paralización de la actividad por la emergencia sanitaria.

El holding comandado por Paolo Rocca, capo del acero, y otros grupos empresarios, serán recordados por haber despedido trabajadores en medio de la histórica crisis. El gobierno responde rápido ante las presiones del establishment empresarial que busca reestablecer un orden económico a su favor, en un mundo donde (“por ahora, solamente por ahora” diría un relator de fútbol) manda el mercado. Frente al golpe bajo de Techint and Company en un momento de excepción para el país, el gobierno volvió a demostrar que está a la altura de las circunstancias.

 

Fuente: El Eslabón

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