This is the end

My only friend, the end

J.M.

I

En estos días malditos veo mucha televisión, juego algo de ajedrez, limpio de todo, desinfecto víveres, me lavo las manos, juego con mis hijos, aplaudo a las 9 de la noche… de pronto, sin parar demasiado la oreja oigo en la TV a una infectóloga decir que los muertos pertenecían a un grupo de riesgo y agrega algo así como que es lo esperable. En lo profundo de mi ser me pregunto desde cuándo las muertes son esperables. En algún sentido pienso ¿son muertes? ¿Muertes que existen para llenar casillas? ¿Hemos hecho existir muertes tan absolutas que no cuentan? ¿Será que nadie los va a llorar? Pienso en el absurdo de las lágrimas esperables, pienso en el gesto del hijo, del nieto, del hermano, del vecino, pienso en la profunda tristeza de los muertos del mundo por morirse así… si es que la tristeza los alcanza. Pienso en los hospitales de nuestro país, que se abarrotan de camas en los pasillos, en los médicos, en los y las enfermeras, en las mucamas que ya no abrazan a sus hijos, que ya casi no duermen… que caminan por la cuerda floja del deber.

II

Como docente sigo de cerca la evolución del escenario educativo, este escenario se encuentra poblado de polémicas y crujientes contradicciones. A pesar de las grandes virtudes que poseen, de pronto, no debemos olvidar que los reductos virtuales desvirtúan con la ausencia de los cuerpos la tarea docente.

Por otro lado llegan las tareas de mi hija, el hartazgo que con humor o cinismo se expresa ante la llegada de un nuevo archivo con materiales o actividades para los niños y niñas –en los grupos de WhatsApp de la escuela– debe significar algo. Quien pueda oír en esas profundidades tal vez se sorprenda; allí, la declaración de monocorde normalidad en este caótico presente, parece estrellarse con la salud mental de cada quien.

III

Todos hemos visto esos documentales en los que los depredadores atacan al más débil de la manada, al animal enfermo, al rezagado; el dragón de komodo muerde y espera, sabe que la mordida provocará una infección que terminará por matar a su víctima, luego de unos días  los reptiles se alimentan. Las características del capitalismo del desastre, del que se ocupa Naomi Klein en su libro La doctrina del shock (publicado en 2007) son reconocibles en las demandas de las castas ruralistas, empresariales e industriales argentinas. Puestos a elegir entre la economía y la salud o la vida, se inclinaron por reactivar la máquina productiva; (como si esa maquinaria no fuera una creación humana o como si la economía y la vida fueran sustancias equivalentes). Según ha sido explicitado por la periodista y activista antineoliberal, no hace falta dar razón a las teorías conspirativas, las élites del poder no provocan los grandes desastres que afectan a la humanidad, sino que sencillamente los explotan, colonizando territorios, sentimientos, transformando subjetividades, poniendo todo de cabeza, trastocándolo todo. El capitalismo del desastre explota el shock, más específicamente explota a los sujetos shockeados por diversas catástrofes. Al respecto, un ejemplo fácil de comprender resulta de la serie de leyes, restrictivas de la libertad y la privacidad de los ciudadanos, que se aprobaron luego de la caída del World Trade Center en Estados Unidos. Muy probablemente los ciudadanos  estadounidenses no hubieran aceptado la pérdida que estas leyes significaron, de no mediar el trauma colectivo que significaron los ataques del 11 de septiembre.

IV

El capitalismo del desastre, sin lugar a dudas, está observando el actual escenario y preparando los think tanks que servirán a sus intereses. La filosofía que sostiene las prácticas neoliberales espera. Podría decirse que eleva plegarias para que las catástrofes caigan del cielo o trepen de los infiernos. Los shocks que se provocan en las poblaciones mediando acontecimientos traumáticos extendidos como la pandemia que nos ocupa, pueden generar la ilusión de que cuanto antes se actúe más efectiva será la respuesta. Así el sector privado, estará siempre pronto a ofrecer sus servicios, siempre habrá quien deje caer una carpeta sobre el escritorio del gobernante… tal vez se explote de esta manera la máxima que reza «los peores crímenes la primera noche».

V

Respecto de los sujetos el neoliberalismo produce una interpelación a ser felices que obtura (deniega) la cercanía abismal de la muerte (en una sociedad hiper competitiva)  e induce al consumo como ritual de salvación. Esta mutación del capitalismo, arroja al sujeto al océano de la soledad y forja su existencia en la amenaza de muerte franca o velada, la regla en el neoliberalismo es la competencia a muerte con el otro. Just do it. La vida fitness, el autocuidado, el emprendedurismo, que interrumpen la idea de colectividad y vuelcan sobre el sujeto individual toda responsabilidad por la salud, el bienestar, los cuidados. En el momento actual de aislamiento social preventivo y obligatorio la consigna que a repetición  recorre los espacios virtuales es la de volver productivo el encierro (significándolo así como tiempo perdido, ¿acaso podrá hacerse otra cosa con el tiempo más que perderlo?). Afuera, en la aldea global, los miles de muertos diarios, los funerales sin deudos, la cremación del cadáver solitario.

VI

En el ideal neoliberal cada sujeto es una pequeña empresa, empresario de sí mismo llamarán a los individuos los teóricos de esta corriente civilizatoria que pretende modificar todos los ámbitos de la vida humana. Susana Murillo (debemos la mayoría de estos esclarecimientos sobre el neoliberalismo a sus enseñanzas) en su libro Colonizar el Dolor trabaja en profundidad los temas que aquí torpemente se pretenden introducir, se recomienda esta lectura.

Desde este supuesto, que hace hincapié y construye un ideal de hiper individualismo único en la historia de la humanidad, se eleva la idea de capital humano, ya que cualquier empresa por pequeña que sea, cuenta con cierto capital. Retomamos la idea: el sujeto es una empresa en sí mismo, el capital humano se compone de aquellos dones que porta un sujeto/empresa y que podrá, merced a su inteligencia, dedicación, esfuerzo, etc.,  acrecentar o disminuir. Para el neoliberalismo la felicidad es la norma y la exigencia en la que se medirán los sujetos, pero debe ser efímera, debe conducir a la frustración y al consumo para exorcizar el fracaso. Don’t worry be happy.

VII

Ante cierta evidencia es difícil prestar acuerdo a una posible salida natural por izquierda de esta catástrofe, difícilmente las fuerzas en pugna que durante años moldearon una sociedad en la que sobran personas, se sientan derrotados en un escenario que a primera vista es ideal para aplicar sus recetas. Sobre todo si no podemos evitar que sus preceptos invadan nuestra cotidianeidad. Difícilmente se construyan los cimientos de un mundo más equitativo si no se cuestiona desde lo cotidiano la lógica neoliberal que intoxica nuestra vida cotidiana de competencia, de desconfianza, que es regulada y confeccionada, finalmente gerenciada, por lógicas neoliberales, cuando nada indica que éstas se den por derrotadas.

Sin demasiado esfuerzo, durante este tiempo de crisis, podemos constatar que en la misma sintonía, así como el neoliberalismo interpela al sujeto a ser feliz, irrumpe a la velocidad de propagación del virus una interpelación a ser productivo. Entonces, tal vez cabe preguntarse ¿qué es lo que no puede detenerse? ¿por qué no puede detenerse?.

Referencias: 

Klein, N. (2008) La doctrina del shock: El auge del capitalismo del desastre. Buenos Aires, Argentina: Paidós

Murillo, S. (2008) Colonizar el dolor: La interpelación ideológica del Banco Mundial. El caso argentino desde Blumberg a Cromañon. Buenos Aires, Argentina: Clacso Libros.

* Psicólogo (Mat. 3875) Psicoanalista. Docente en UNR. Delegado Gremial COaD

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