O provocan placer en las infancias o las atormentan con infinidad de tareas. Así se mueven las propuestas de lectura de textos literarios que circulan por estos días de cuarentena entre las niñas y los niños. “El texto literario es un objeto artístico, está pensado para ser disfrutado, no para ser desglosado” en función de contenidos disciplinares, señala el profesor en letras Oscar De Jesús Yaniselli para hacer prevalecer una mirada estética sobre los libros.

Y a Yaniselli hay que escucharlo. Es un especialista en el fomento de la lectura, en acercarla como algo bello que merece ser compartido. Actualmente -vive en el Chaco- es rector del Instituto Superior de la Fundación Mempo Giardinelli, que forma docentes en pedagogía de la lectura. Trabaja en la orientación de literatura infantil, junto a la coordinadora del Plan Nacional de Lecturas, Natalia Porta López.

Coordinó en su región el Plan Nacional de Lectura hasta 2015. Ahora fue nuevamente convocado al nuevo programa para trabajar en la colección Leer por leer, esta vez para la primaria. Un proyecto en el que están escritoras y escritores como María Cristina Ramos, Graciela Bialet, María Teresa Andruetto y Oche Califa.

El profesor se pronuncia como “un profundo admirador” de la Biblioteca Popular Cachilo de Rosario, a la que ha sido invitado en distintas oportunidades para ofrecer espacios de capacitación para docentes y mediadores de lectura.

Leer en cuarentena

–¿Qué pasa con la lectura y las niñas y niños durante la cuarentena?

Están sucediendo diferentes circunstancias en torno a la lectura y los libros. Por un lado, la restricción que provocó la pandemia hizo que las familias se resguardaran en sus hogares y tengan más tiempo para leer. Y de hecho eso sucede. Pero también, en un primer momento, las maestras y bibliotecarias empezaron a atormentar a los chicos con muchísimas tareas y lecturas. Hay entonces dos corrientes que se contraponen en torno a una práctica que debe ser espontánea, agradable, que lleve al disfrute y no al sufrimiento. Distintos pensadores en el mundo entero reflexionan al respecto. Como Francesco Tonucci, quien advierte que no es bueno llenar de tareas a los chicos. Tengo un hijo de 10 años y veo que comparte y disfruta de ciertas lecturas pero también que se lo invita a leer un texto para luego desglosarlo en función de ciertas disciplinas. Es muy difícil cambiar las prácticas de lectura de los docentes, a pesar de que durante la gestión de Néstor y Cristina se trabajó mucho con el Plan Nacional de Lectura. Un plan que luego se interrumpió, y que ahora –con la nueva gestión- se estaba retomando.

–¿Cómo hacer para que prevalezca ese acercamiento al texto literario por placer?

La cuestión todavía está en la concepción que tienen los docentes de los textos literarios para abordar contenidos disciplinares. Todos los teóricos de la lectura hoy desaconsejan ese uso instrumental. El texto literario es un objeto artístico, está pensado para ser disfrutado no para ser desglosado. Hay que trabajar mucho para que desde el sistema educativo y la formación docente se entienda que la literatura pertenece a los lenguajes artísticos. También para separar esa enseñanza de la lectura que se relaciona más con el proceso de alfabetización. La literatura debe acompañar ese proceso pero nunca en un sentido instrumental. Pensemos además en el fomento, en el estímulo de la lectura o lo que algunos llaman la “promoción” de la lectura, un concepto que nosotros no recomendamos porque alude más al campo comercial.

–¿Y cómo favorecer el fomento de la lectura?

Afortunadamente en los últimos años se desarrolló muchísimo este campo y muchísimos docentes, bibliotecarios, padres y madres entienden que se fomenta la lectura compartiéndola. Y eso se hace desde la gratuidad de la experiencia literaria: tomamos un libro que está en la casa, en la biblioteca, que compramos en una librería, es decir un libro está para ser compartido y si es en voz alta, mejor. Es una lectura que puede traernos una experiencia gratificante. Y, en este momento, en que las familias están más unidas o hay más tiempo para estar en la casa, muy bien vienen los libros, los textos literarios para ser compartidos y disfrutados; sin estar pensado que después hay que responder preguntas o hay que analizar el texto como pide la maestra.

–Además de compartir una lectura en voz alta, ¿qué sugerencia le harías a las familias y docentes para cuando ofrecen un libro a una niña o un niño para leer?

Una de las cosas más importante es animarse a revisar lo que tenemos en la casa y si no tenemos lo que está a disposición a través de las redes de las bibliotecas y en las escuelas. Si son lectores pequeños, se aconseja llevar libros que sean potentes, que susciten diversas emociones, con poco texto y muchas imágenes, libros desafiantes. Afortunadamente hay una oferta enorme de producciones, y en la Argentina hay grandes autoras y autores, importantísimas editoriales. Entonces para ofrecer libros hay que conocer primero lo que está a disposición nuestra.

–¿Qué autoras y autores no debieran faltar en la lectura de los más chiquitos?

El Plan Nacional de Lecturas de esta nueva gestión comenzó justamente con un homenaje a María Elena Walsh, que las niñas y los niños no deben perderse. Se está pensando en mandar colecciones completas de su obra a todas las escuelas de la Argentina. Todos los niños pequeños deberían cantar las canciones, leer los poemas y las historias maravillosas que propuso esta autora y que vino a provocar una revolución en la literatura infantil. También Laura Devetach, esa enorme santafesina y su esposo, el chaqueño Gustavo Roldán. A veces pienso cómo puede ser que haya niños privados de la calidad de esos textos tan potentes y a la vez tan sencillos y tan profundos. Y si pensamos en la secundaria, están –entre otros- los cuentos de Mempo Giardinelli y los de Liliana Bodoc y su Saga de Los Confines.

 

Fuente: El Eslabón

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