El pasado 1º de mayo, la radio comunitaria Poriajhú cumplió 10 años de su primera emisión. Ubicada en Capitán Bermúdez, en el corazón del barrio Copello, la antena radial que se plantó en 2010 llena de orgullo a cada uno de los vecinos y vecinas de barrio. Desde allí, el proyecto comunitario FM Poriajhú, 90.7, sostiene las banderas de la comunicación popular y vibra en los oídos de los trabajadores y trabajadoras del cordón industrial.
La asociación Poriajhú puso en marcha su proyecto en el año 1997, realizando trabajos de militancia barrial desde la economía social y solidaria y la educación popular. Al cabo de unas “reunioncitas”, cuenta Carlos Toki Giampani, integrante histórico de la organización, s decidieron por el nombre: “Poriajhú quiere decir «los pobres» en guaraní correntino. En el guaraní de Paraguay tiene un matiz: no refiere a pobres exactamente sino a tener compasión, a tener empatía. Los dos matices de la palabra nos idearon y quedaron para la organización”. Y agrega: “En su momento nos decían «pero es difícil» y yo decía «justamente va a pegar porque es difícil». Hay veces que las cosas que no se leen de primera se recuerdan porque son diferentes”.
La consolidación de la radio en el año 2010 permitió que la asociación Poriajhu -que venía desarrollando sus trabajos radiales en la emisora comercial Radio Centenario con los históricos programas Tomatelo con Soda y Reporter Poriajhú– encuentre su hogar definitivo. Toki recuerda que “fue maravilloso” porque “la fuimos pensando como una radio con el mayor grado de profesionalización posible”. El espacio se propuso entonces construir “una radio que tuviera una identidad, que tuviera un sonido”, es decir, “una buena radio”.
Las actividades destinadas a lograr una imagen distintiva se pusieron en marcha. La FM Poriajhú inició denominándose como “antiradio”. “Empezamos con El Hormiguero, el programa de la mañana que no empezaba puntual. Empezaba a las 09:09 y terminaba a las 12:12”, comenta el referente. Y agrega: “Después del Hormiguero se fueron armando programas donde en todos intentábamos que tuvieran un guiño con el oyente, una cuota de humor y de ingenio en el título”. Así, con un halo de originalidad y una cuota de empeño, la radio completó la grilla: al cabo de un año las voces de Poriajhú sonaban de lunes a viernes de 7 a 19.
A Toki se lo escucha emocionado. En especial, cuando desde El Eslabón se le pregunta acerca de la primera emisión de la radio. Dice que cuando Poriajhú se puso en funcionamiento, la primer canción que reprodujo fue Sueño de Valeriana, de Rubén Goldín. El Toki tararea un fragmento el tema durante la llamada y comenta: “Nosotros salimos con un auto a dar una vuelta y ver hasta dónde llegaba la antena y ese tema sonó como durante una hora o dos horas. El mismo tema, siempre. Era una prueba, estábamos encendiendo la radio”. “Después, hicimos una pruebita de una primer transmisión con la compañera Marita. Y después ya dijimos si vamos a arrancar un dia, que sea significativo. Y arrancamos ahí, un 1º de mayo”, cuenta.
La radio y el barrio
El barrio Copello de Capitán Bermúdez se caracteriza por ser uno más de esos barrios postergados por la desidia del Estado. Calles sin asfalto, falta de agua y problemas edilicios son algunos de los problemas que hacen que la realidad de los vecinos del barrio sea compleja. Sin embargo, “lo que dicen los vecinos es que sienten mucho orgullo de que hay una radio en un barrio que muchas veces es olvidado”, dice Flavia Campeis, comunicadora social y coordinadora del equipo de comunicación de Poriajhú.
A diferencia de los medios hegemónicos, las radios comunitarias están dispuestas a articularse e involucrarse con sus oyentes y con la comunidad en la que se desplazan. Así, una de las premisas de Poriajhú es que los micrófonos se abran a las voces de los vecinos y vecinas del barrio. “No es que la radio va a contar lo que les sucede a ellos sino que ellos son parte de poder ejercer ese rol y comunicar lo que les pasa”, comenta Campeis.
Una radio para otro mundo
“La radio siempre trató de ser un medio que tenga mucho contacto con la población y sobre todo decimos que es la radio comunitaria del cordón industrial”, explica Flavia. Para ella, el trabajo de la radio consiste en “acompañar desde donde creemos que es necesario que se repliquen las voces”. “Vamos a donde hay reclamos, donde hay movilizaciones y sacamos los micrófonos afuera”, dice. Y agrega que la radio “siempre aspira a ser la voz de quienes tienen voz pero muchas veces nos quisieron hacer creer que no la tenían”.
El concepto de “comunicación como derecho” aparece muy seguido en las palabras de Flavia. Es que para los medios comunitarios sus trabajos no están ligados a la obtención de ganancias estratosféricas sino a utilizar a la palabra como promotora de bien social. Así, los miembros de la FM Poriajhú consideran que “otro mundo es posible y que lo podemos hacer desde la comunicación comunitaria”. “Creemos que el mundo no solo pasa por lo que nos cuentan los medios hegemónicos sino que los mundos también los podemos crear todos, todas y todes desde la comunicación popular”, valora Campeis.
Plural, inclusiva, solidaria, crítica, autogestiva, cooperativa, presente, comprometida y lista para empuñar el micrófono como medio de transformación social. Esa es la radio Poriajhú: un arma de construcción masiva en el corazón del barrio Copello.
Fuente: El Eslabón
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