Ocho segundos dura ese extraño sonido gutural que da inicio al primer tema del primer disco solista de Carlos Alberto García Moreno, alias Charly García. Yendo de la cama al living arranca con una mezcla rara de rodeo orgásmico y bostezo extendido, que algunos críticos supieron interpretar como una metáfora de la muerte del viejo Charly de Serú Girán y La Máquina de hacer pájaros, o como el sonido jadeante con suspiros iniciales que dieron lugar al nacimiento del nuevo García, el solista. Un salto posible desde los últimos sonidos del mundo de los grupos polifónicos, al singularismo del solista que toca todos los instrumentos. Yendo de la cama al living se transformó en uno de los discos más representativos del rock nacional. Grabado en la ciudad de Buenos Aires en agosto de 1982, nos habla de un encierro personal pero también de un exilio interior en contexto de dictadura militar y post guerra de Malvinas. Paranoia, encierro, desgano, soledad. Yendo de la cama al living, melodía cuyo origen Charly sitúa luego de ver que su hijo Migue escuchaba el principio de una canción de Serú Girán y luego la rebobinaba para volverla a escuchar. Charly le pregunta a Migue si la parte que seguía no le gustaba y por eso la retrocedía, a lo que su hijo responde que para él los temas tenían que tener sólo una parte. “Gracias a él entendí que muchas veces la música se complica demasiado, como si no se pudiera, digamos, gozar… Entonces hice Yendo de la cama al living, y eso le gustó”, comentará García, sobre esa escena mítica. Tiempo después, en este 2020 de pandemia, el encierro sufre de causas y contextos distintos, aunque persista quizás la necesidad de algunas ficciones para atravesarlo. Sosteniendo el ¿qué se puede hacer salvo ver películas? como guía, tenemos opciones de tránsito que nos llevan de García a Polanski en dos posibles versiones de sentir el encierro desde el cine. Roman Polanski, gran director de los pequeños espacios que filma mucho en locaciones reducidas, con lo que tiene allí: palabras, gestos, silencios, poca escenografía, grandes pero grandes actores y guiones clarísimos, puntillosos. Vamos a recomendar a Polanski en dos versiones del encierro casi teatral. Por un lado nos quedaremos directamente en el yendo al  living sin cama alguna para ingresar a Carnage, traducida en nuestro país como “Un dios salvaje”. Estrenada en 2011, es una película basada en una obra de teatro francesa en la que padres y madres de dos chicos que tuvieron una pelea se juntan en el departamento de una de las familias, en pleno Brooklyn, para arreglar la situación. Familias de clase media alta, muy civilizadas, tratos cordiales y buenas formas, interpretadas por grandes actores, como Kate Winslet y Christoph Waltz, John C. Reilly y Jodie Foster. Toman un té, escriben una declaración sobre lo que pasó con sus hijos para presentar en la escuela y todo debería terminar ahí. Pero no. En un momento, y esto es parte del hacer de Polanski, gradualmente, en un increscendo persistente, todo el orden se va moviendo hacia el torbellino. Los encierros suelen manifestarse de forma misteriosa. De a poco, en el mismo living moderno y coqueto, sin salir de allí, algo se desata. La película dura una hora y media y es el tiempo de reunión de los cuatro personajes, de la civilización a la barbarie en un mínimo margen.

Más notas relacionadas
Más por Valentín Gilardoni
  • Humo y tempestad

    Milei intenta saldar a sangre y fuego el empate histórico entre Nación y colonia, el peron
  • La escuela, como un McDonald’s

    Cuando Mauricio Macri era jefe de gobierno porteño, una vez al mes se reunía a desayunar c
  • La contaminación de los ríos

    Cuando mamá me llamó, yo miré por la ventana hacia el patio y vi que las copas de los árbo
Más en Columnistas

Dejá un comentario

Sugerencia

Para sembrar la semilla de la memoria

El Museo municipal de Córdoba y Moreno cuenta con un nuevo espacio destinado a las infanci