Sabrina Torres y César Núñez son docentes, también pareja de bailarines profesionales y matrimonio. Pensaron que un buen homenaje para festejar el Día de la Patria era con música y danza folclóricas. Sabrina se vistió como paisana, César como gaucho. Pusieron todo el corazón y en la terraza de su casa improvisaron un escenario. Juntos interpretaron –y llevaron a un video– la Chacarera de la patria para sus alumnas y alumnos.

Compartir. Esa es la palabra que eligen para sintetizar lo que les representan la música y la danza, en especial la folclórica. Y en esa idea inscriben la iniciativa de grabar un video bailando la chacarera –con letra y música de Marcelo San Martín– que arranca así: “Tres semanas en el año/ llevamos la escarapela/ Es en mayo, junio y julio/ honrando así a nuestra tierra”.

A César le llegó la propuesta de pensar una actividad para el acto por el 25 de Mayo de la Escuela Nuestra Señora de Pompeya, donde enseña música. Con esa meta de compartir –esta vez alegría, la celebración de la patria– sugirió hacer este video. La escuela enseguida dijo que sí. Pero además el breve audiovisual llegó a otras instituciones –públicas y privadas– donde también trabaja. Y Sabrina lo envió a las nenas y los nenes del Jardín del Club Provincial, donde ejerce como profesora de nivel inicial.

Como docentes valoran que las escuelas habiliten estas iniciativas que se salen de las normalmente dirigidas, para sumar otras que tienen más que ver con “un disfrute y contagio de energías”. También –dicen– por “la importancia que tiene acercarnos a los chicos para trabajar lo cultural, lo nuestro, siempre desde nosotros mismos hacia afuera, y no al revés”.

Hablando a tu corazón

“Oh, no puedes ser feliz / Con tanta gente hablando, hablando a tu alrededor / Oh, dame tu amor a mí / Le estoy hablando, hablando a tu corazón”. Con esta canción de Charly García nació Lucio, el hijo de Sabrina y César que tiene seis meses y ya toca la guitarra. No es una exageración. El pequeño ve todos los días a su mamá y papá ensayar, un poco de zapateo, de zarandeo, otro de tocar la guitarra. Dejó en claro que quería una propia y así llegó el regalo de una guitarrita de juguete. Ahora el pequeño gauchito hace sonar las cuerdas y enseguida larga una sonrisa.

A Sabrina le gusta la música, la poesía y el folclore para niñas y niños. Si tiene alguien para nombrar de su preferencia para llevar al jardín esa es la docente, cantante y compositora Magdalena Fleitas (basta asomarse a su disco Risas de la Tierra para reconocer lo lindo de sus producciones). Opina que el nivel inicial “es el momento justo para acercar a los chicos al arte y puntualmente con lo que tiene que ver con la cultura, con los valores”. Y para que eso ocurra, felizmente mucho tiene que ver la mano de la docente, de cómo acerque esas enseñanzas, el interés que despierte por indagar y saber más. Algo que nunca puede ser por obligación. “Hacerlo como una imposición –dice–, nos puede llevar al fracaso en la transmisión de estos contenidos”.

“En la primaria y secundaria es como que los chicos se avergüenzan de mostrar cosas propias y de nuestras raíces. Entonces me pregunto: ¿Qué pasó aquí? ¿Cómo no actuar antes?”, expresa Sabrina, y se explaya sobre su experiencia de enseñar el valor del folclore desde el nivel inicial. “Me ha pasado –cuenta– con nenas y nenes de sala de tres (años) vestirnos de gauchos y paisanas y que discutan cómo hacerlo, qué ponerse. Y no hablo de disfrazarnos, porque no es un disfraz sino algo que nos representa. Entonces es el momento de acercarlos y formar esa identidad cultural, y que se vaya reforzando en los años que siguen para que no se pierda”.

César admite que con las y los estudiantes del secundario hay que darse otros tiempos y estrategias para llegar con estos contenidos: “Es conocer al grupo, que ellos conozcan cómo trabaja uno. Hay que conversar previamente de por qué tomarse, enlazarse, sobre el contacto corporal. Como pasa en las demás disciplinas, está en nosotros la tarea de despertar el deseo, la inquietud, y poder romper con el miedo a lo desconocido. Es animarlos, invitar de a poco. También saber con qué convicción y cómo presentamos estas clases”.

Para los dos, cuando se piensa en “lo nuestro” y en “nuestra cultura”, no queda afuera América latina. Afirman que apuestan a una educación que ponga el acento en “nuestra identidad, nuestro paisaje, nuestras costumbres y tradiciones, que tenga que ver con lo rico que tiene nuestro país y Latinoamérica”.

Aprender a mirar

“¿A qué le llaman distancia?:/ eso me habrán de explicar./ Sólo están lejos las cosas/ que no sabemos mirar”, dicen los versos del cantautor Atahualpa Yupanqui. El poeta y escritor argentino es el preferido de César cuando se trata de nombrar un representante de la música y la cultura. De alguna manera estos docentes invitan a aprender a mirar cuánta riqueza expresiva hay en la música y la danza, para narrar lo que pasa en lo social y en lo personal.

A los 10 años, César comenzó a formarse en este terreno del arte. Iba a una academia de su pueblo, San Gregorio, donde aprendió folclore. A los 20 ingresó al Instituto Superior de Danzas Isabel Taboga, donde se graduó como profesor en la disciplina. Actualmente también forma parte del elenco de Prácticas Escénicas del Taboga. Sabrina se formó –principalmente– en el Ballet Latinoamericano. Los dos se conocieron bailando como pareja de tango, en la compañía Marcados. Viajaron juntos a Italia, Dubai y a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro (Brasil), siempre representando al país en las Ferias Internacionales de Turismo.

Se reconocen en una raíz folclórica, aseguran que ese es su fuerte. En especial cuando trabajan como bailarines profesionales, tanto en espacios públicos como en eventos particulares. Y disfrutan plenamente de lo que hacen. “A mí lo que más me gusta es compartir con el otro. El compartir emociones, diferentes estados de ánimos, el poder hablar a través de la expresión corporal, comunicar, transmitir. Hablo de una generalidad desde donde se pueda mirar esa expresión, en la danza o en el lenguaje que es el arte”, dice César. La opinión de Sabrina va en el mismo sentido: “Ese compartir te saca y te permite expresar lo que tenés adentro, pasarlo por el cuerpo. Eso es maravilloso, es mágico”.

Y de eso se trata este 25, un poco de magia para compartir una chacarera que –a la distancia– llega como un abrazo.

 

Fuente: El Eslabón

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Un comentario

  1. Kleiman Victoria

    26/05/2020 en 20:27

    Sabrina y César unos docentes, artistas y personas excelentes!!!

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