La secuencia se repite, una y otra vez, siempre igual a sí misma. Cuando la policía estadounidense asesina impunemente a un ciudadano afrodescendiente los medios hegemónicos del mundo informan sobre el racismo que “todavía existe” en EEUU. Ofrecen algunas estadísticas que corroborar esta discriminación racial en otros aspectos de la vida social (sueldos, educación), y publican un listado de los últimos casos de brutalidad policial. Nunca falta, claro, gran cantidad de información sobre las protestas callejeras desatadas por estos crímenes, siempre acompañada de una clara, tajante distinción, entre las protestas “pacíficas”, y los que se aprovechan de la situación “para cometer crímenes como saquear e incendiar negocios”.

Luego de varios días o semanas, esos mismos medios hegemónicos dejan el tema de lado. Y, como si nada hubiese ocurrido, EEUU recobra su lugar más habitual en las noticias y en el imaginario (en parte construido por el cine, las series y las corporaciones mediáticas) que todavía funciona en ciertos sectores de la población, acaso porque se identifican con alguna de las formas del neoliberalismo, o el culto al Imperio, al dinero o al mercado, y sólo ven en EEUU la fantasía de sí mismo que EEUU quiere venderle al mundo.

Pero EEUU está en llamas. Hay decenas de miles de personas en las calles, desafiando la pandemia y el toque de queda que rige en más de la mitad de los Estados. Se siguen produciendo saqueos, quemas de bancos y otros negocios y duros enfrentamientos con la policía y la Guardia Nacional.

EEUU es hoy un país militarizado, hambreado, azotado por el coronavirus, la recesión, la desocupación, la injusticia social, la rapacidad de los banqueros, las ganancias cada vez más obscenas de los multimillonarios, y el racismo. Ya no queda espacio para una grieta más. Las divisiones, la lucha de clases y la discriminación estallan con más fuerza en ciertos momentos, pero son permanentes.

Las calles parecen campos de batallas. Se pueden ver fosas comunes donde se sepulta a las miles de víctimas de la pandemia, y también largas colas de hambrientos para solicitar una ración de comida. En este escenario, y pese al toque de queda, los manifestantes enfrentan la brutalidad creciente de las fuerzas de seguridad, alentada por el presidente Donald Trump. Hay miles de detenidos y cientos de heridos.

Esa sociedad es un estallido permanente de violencia (en todas sus variables)  que cuenta con los medios hegemónicos al servicio de los poderes fácticos para disfrazarse, encubrirse, ocultar información y tergiversarla.

Más fácil que te mate un cana que ganar la lotería

Un estudio de 2019 publicado en Actas de la Academia Nacional de Ciencias, y dado a conocer por el sitio de noticias France 24, asegura que “para un ciudadano afroamericano es más probable una bala que una boleta premiada”.

Según informó el diario Los Angeles Times con relación al estudio, aproximadamente uno de cada mil hombres y niños negros en EEUU puede esperar morir a manos de la policía, según un nuevo análisis de muertes que involucran a agentes de la ley. Eso los hace 2,5 veces más propensos que los hombres y niños blancos a fallecer durante un encuentro con policías.

El análisis también mostró que los hombres y niños latinos, las mujeres y niñas negras y los hombres, mujeres y niños nativos americanos también son asesinados por la policía a tasas más altas que sus pares blancos. Pero la vulnerabilidad de los hombres negros fue particularmente sorprendente.

“Ese número de uno en mil Por su parte, la ONG “Mapping Police Violence” afirma que las personas afrodescendientes tienen casi tres veces más opciones de que las mate un policia.

El diario The Washington Post divulgó que, por cada millón de habitantes del país, 30 afroamericanos mueren por disparos de la policía. Muy cerca de los 22 que corresponde a los hispanos, aunque lejos de los 12 entre los blancos. Unas cifras que, sea cual sea el color, la raza o la religión, entre 2013 y 2018, apuntó a los jóvenes, sobre todo a los hombres.

Morir en manos de la policía llegó a ser la principal causa de muerte entre los afroestadounidenses hombres y jóvenes, según estadísticas de 2019 que siguen reflejando la realidad actual.

“Nos pareció bastante alto”, dijo el líder del estudio Frank Edwards, un sociólogo de la Universidad de Rutgers. “Las probabilidades de ser asesinados por la policía son más elevadas que las que tienes de ganar muchos juegos de lotería”.

El ingreso promedio nacional a los hogares de EEUU es de unos 60 mil dólares anuales. Pero varía según la pertenencia étnica. Entre los blancos, llega a 71 mil. En el caso de los hispanos, 51 mil. Los afroestadounidenses, apenas 41 mil.

Los blancos representan el 64 por ciento de la población de EEUU, y el 30 por ciento de la población carcelaria. La proporción no es la misma con los afrodescendientes: son el 12 por ciento de la población del país, pero el 33 por ciento de la población carcelaria.

El 72 por ciento de los jóvenes blancos que terminan la secundaria siguen sus estudios en una Universidad. Sólo el 44 por ciento de los afroestadounidenses siguen ese mismo camino.

Este 25 de mayo, en Minneapolis, Estado de Minnesota, George Floyd, de 46 años, fue asesinado por el por entonces oficial del Departamento de Policía de Minneapolis, Derek Chauvin, hoy exonerado y acusado de homicidio.

Todo indica que la ira popular está dando sus frutos. Al menos por ahora la causa del crimen racial comenzó a moverse. Según informó Página 12, el gobernador de Minnesota, Tim Walz, desplazó al cuestionado fiscal Michael Freeman del caso que investiga el asesinato de Floyd y designó en su lugar al fiscal de estado, Keith Ellison, afroamericano y musulmán.

“Esta es una decisión que siento nos lleva en esa dirección y un paso para comenzar a hacer justicia para George Floyd”, afirmó Walz al dar a conocer la decisión, con pocos antecedentes en la historia del país, de hacer intervenir al fiscal del estado, al que llamó “abogado del pueblo”.

La presión sobre Freeman, el fiscal del condado, se había vuelto insostenible, sobre todo luego de que en la noche del sábado, la más violenta hasta el momento, centenares de personas se concentraran frente a su domicilio para escracharlo por su inacción frente a la causa.

Chauvin fue trasladado al Correccional de Minnesota, una prisión de máxima seguridad ubicada en la ciudad de Oak Park Heights. La acusación que pesa sobre el ex agente de seguridad es la de asesinato en tercer grado y homicidio imprudente, ya que se considera que aplastó con su rodilla el cuello de Floyd durante casi nueve minutos, lo que provocó la muerte instantánea del hombre que en todo momento le repetía a Chauvin que no podía respirar.

Tanto la autopsia oficial como la ordenada por la familia confirmaron que se trató de un homicidio por estrangulamiento. Ahora, el principal reclamo de la familia de Floyd y los manifestantes que copan las calles del país es la detención de los tres agentes que acompañaron a Chauvin durante el aberrante crimen del joven afroamericano.

Fuente: El Eslabón

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