Si son invisibles en tiempos de siega y siembra, en los días sin calma de la pandemia, desaparecen, los traga la borrasca, no están en los titulares, ni en informes de TV, ni en las puertas de los mercados, ni ofreciendo lechucitas. El virus los sustrae del paisaje urbano o les hace pesar la geografía en lugares remotos. Son los pueblos indígenas de Argentina. Un informe nacional revela los efectos socioeconómicos y culturales que sufren desde el pasado 20 de marzo. Por su parte, las antropólogas Marcela Valdata y Ana Bensi de la facultad de Humanidades y Artes (UNR), suman la realidad local con un trabajo aplicado que realizan en la comunidad qom de Rosario.

Más de cien investigadores e investigadoras, becarios y becarias, tesistas, entre otros roles, nucleados en 30 equipos, 12 universidades nacionales y dependencias de la Comisión Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), elaboraron un informe de más de 500 páginas, sobre el impacto del Covid 19, en las comunidades de pueblos originarios, con las que vienen trabajando en las regiones Metropolitana, Pampeana, Noroeste, Noreste, Cuyo y Patagonia.

“Se formó una red interesantísima de antropólogos, sociólogos, trabajadores sociales, entre otros”, comentó Valdata, quien junto a Bensi, integra el Centro de Estudios Aplicados a Problemáticas Socioculturales de la UNR. El informe réplica al formato interdisciplinario con el  que se trabaja con las comunidades que en su caso, además, también incluye a la Dirección de Pueblos Originarios de la Municipalidad. El Censo de Pueblos Originarios 2014, registró en Rosario, a 6.521 personas.

“Los datos que aportamos son de nuestro trabajo de campo con las comunidades, esto es fundamental, porque permite visualizar otras cuestiones”, explicó Valdata. Y destacó que desde Jujuy a Tierra del Fuego, los problemas que afectan a los pueblos originarios se repiten con distintas profundidades. “No es lo mismo hablar de conectividad en quienes están en Rosario, o en El Impenetrable chaqueño o en medio de la montaña, y el desafío es cómo pensar esas estrategias para que sean abordadas y resueltas junto con las comunidades”, define la antropóloga.

Además, dijo que otro de los temas a resolver es el acceso al Ingreso Familiar de Emergencia (IFE). “En su mayoría todos estarían en condiciones de recibirlos porque no tienen trabajo en blanco, sin embargo no todos pudieron tenerlo, o por falta de conectividad u otros factores como falta de DNI”, comentó.

En tanto, sobre las situaciones abordadas en Rosario puntualizó seguridad, violencia de género y el acompañamiento para las tareas de la escuela.

A modo de ejemplo, y por un convenio del Colegio San José con la Dirección de Pueblos Originarios, Valdata y Bensi, acompañan a los originarios que hacen el secundario en las Escuelas de Enseñanza Media para Adultos (Eempa).

¿Qué hacer frente a los envíos de clases digitales y la falta de computadoras? Las antropólogas reconvierten el material para pasar la información por whatsapp. Días atrás, la institución elaboró un cuadernillo para las tareas.

Destacan como los impactos más negativos de la pandemia la cuestión alimentaria y la conectividad en su acepción más amplia.

El informe final que vio la luz el 21 de junio pasado, tuvo una primera etapa que se realizó en abril, apenas comenzado el aislamiento, y que fue elevado al Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) y a la Comisión de Ciencias Sociales de la Unidad Coronavirus de Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, del Conicet. Este trayecto temporal está en relación directa con el trabajo contrarreloj que hicieron los investigadores, en plena fase 1 de la cuarentena, utilizando las herramientas tecnológicas disponibles.

Así, mientras las redes sociales se hacían eco de fastidios y quejas por el encierro de individualistas con alacenas a disposición, más de un centenar de cientistas sociales de todo el país se comunicaban decenas de veces por día para compartir datos, afinar detalles, converger en metodología de investigación y en pluralidad de estrategias.

Cabe aclarar que el trabajo realizado no refiere a la población indígena total de la Argentina, sino a aquellas personas y comunidades con quienes los equipos ya mencionados poseen vínculos previos o preexistentes.

La investigación atribuye especial importancia a la participación de las comunidades en el diagnóstico y atención de sus problemáticas, de modo que el informe final incluye las consultas a referentes y organizaciones indígenas que dan cuenta de la situación en sus respectivos territorios. Esto se enmarca en los acuerdos internacionales que prevén el Consentimiento Libre, Previo e Informado (Clpi) de los colectivos originarios en torno a las políticas públicas que los atañen.

Entre las conclusiones, el informe destaca que la pandemia “agrava la situación de desigualdad socioeconómica, la irregularidad en la posesión de las tierras que habitan, la histórica invisibilización, estigmatización y, en ocasiones, criminalización asociada a su condición sociocultural”.

Además, señala la abrupta retracción de los ingresos de los integrantes de los pueblos indígenas, en gran medida informales y cuestiones insoslayables como la disponibilidad de agua potable indispensable en este contexto.

El informe disponible en la web, dirigido especialmente a funcionarios y técnicos de organismos públicos y organizaciones sociales, contiene los diversos proyectos y programas de los equipos participantes, incluye una serie de recomendaciones y líneas de acción conducentes al desarrollo de medidas y políticas públicas, que atiendan a las particularidades socioeconómicas, culturales, ambientales y sanitarias de los distintos pueblos indígenas del país.

Sujetos Sociales

Un punto nodal del informe dice: “Evitar interpretar las situaciones de carencia que afectan a los pueblos indígenas a partir de términos que no contribuyen a analizar las causas de las mismas y subestiman y descalifican a estos colectivos. No son pobres sino empobrecidos. No conforman poblaciones vulnerables sino que son pueblos cuyos derechos han sido y continúan siendo vulnerados”. Y agrega: “Esta aclaración es importante ya que torna imprescindible preguntarse respecto de quiénes produjeron las acciones que derivaron en las situaciones en que hoy se encuentran los pueblos indígenas, dejando en claro que las mismas son el producto de la expropiación, la explotación y la desigualdad y no de las condiciones internas de dichos conjuntos”

Nombre propio

Bajo la generalización de “pueblos originarios” no pocas veces se ignoran las identidades particulares, que en nuestro país son: qom, mbya, moqoit, mapuche, guaraní, tupí guaraní, avá guaraní, kolla, diaguita, diaguita-calchaquí, wichí, huarpe, quechua, aymara, nivaclé, tonokote, omaguaca, tastil, günün a küna, comechingón, comechingón-camiare, ocloya, iogys, chané, tapiete, chorote, chulupi, sanavirón, ranquel, wehnayek, atacama, lule, quilmes, mapuche-pehuenches, tehuelches, mapuche-tehuelches, selk‘nam, haush y selk‘nam-haush.

 

Fuente: El Eslabón

 

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