Al poco tiempo de abrir una librería en su sede de calle 9 de julio 1122, la Facultad Libre lanzó el primer libro de su propia editorial: La nación y su barbarie. Se trata de un seminario dictado en 2007 por David Viñas (Buenos Aires, 1927 – 2011) en la ciudad de Rosario, organizado por este espacio cultural y educativo que desde 2005 promueve la elaboración y difusión de pensamiento crítico y popular.

“Esto es una forma de convocatoria, un intento de seducción, pero sobre todo de provocación”, dispara Viñas al inicio de estos encuentros. No se trata de dar “clase”, sino de “proponer trabajo”. También dirá que su obstinación es reivindicar la barbarie, y el drama. “Perdón por la tristeza”, se excusa Viñas parafraseando a Vallejo, con la necesidad de afirmar que “la escritura no es corroboración, la escritura es drama”.

En este seminario, el creador de la mítica revista Contorno, esbozará un mapa de la literatura argentina según “las coordenadas cartesianas” entre las marcas de época y generacionales, en una especie de crossover, constante con las marcas de sentido, de continuidad o choque, porque se trata de encontrar las contradicciones: “los verdaderos dramas” de la cultura nacional.

Viñas indica que todo el entramado de la literatura y de la cultura argentina en general, se encuentra en los apellidos como emblemas. Por ejemplo, uno de los temas más notables del seminario es la trama que urden los nombres de Lugones y Walsh, a raíz de la dedicatoria del primer libro de Walsh, Variaciones en rojo, a Piri Lugones, la nieta de Leopoldo, compañera de Rodolfo. Para Viñas, las dedicatorias son muy significativas, son pequeños textos, como son los nombres, los primeros y más pesados textos con los que uno tiene que cargar toda la vida.

Lugones, que hizo su derrotero de izquierdas a derechas, pronunció el discurso del sable en 1924, texto señalado por Viñas como la matriz ideológica conceptual de todos los golpes de Estado militares, desde 1930 hasta 1976. En cambio, el recorrido de Walsh será en un sentido inverso, desde su militancia en la Alianza Libertadora Nacionalista en el 55, hasta la Carta Abierta a la Junta Militar en 1977. Todo lo que cabe en una dedicatoria, en dos nombres fundamentales de la política y la cultura argentina. Y este es sólo un ejemplo del método conjetural, crítico, provocativo y, sin dudas, seductor, como pretendía el propio Viñas, sobre el que avanza este texto, del que por otra parte es necesario destacar el trabajo de editorxs, correctores y transcriporxs, porque este es un escrito que respeta su elemento oral, con todas sus marcas: la espontaneidad del orador, las elipsis, los punteos y las digresiones que lo ponen al hombre a hablar de nuevo. A lo largo del seminario, Viñas hace un gran y enmarañado despliegue de nombres, “una marea de datos”, que abarca toda la literatura oligárquica del siglo XIX, desde la generación del 37 hasta la Argentina moderna y cosmopolita. Las obras y sus autores, la procedencia y pertenencia de clase, siempre en tensión con el momento cultural y político, con la historia argentina que nunca es telón de fondo, sino un elemento dinámico, que da lugar a esos cruces entre nombres y acontecimientos que a vuelo de pájaro parecen accidentales, excepcionales o emergentes. Sin embargo Viñas dirá: ninguna literatura es inocente. Se podría decir, en suma, que en este trabajo, el escritor, ensayista y crítico porteño, intenta dar cuenta de cómo se construye y se hace un escritor o un militante político en este país. (Viene a cuento aquella famosa discusión televisiva que Viñas mantuvo con Cristina Fernández de Kirchner en el 2000). En esta clave son pensados los autores y sus obras, y Rodolfo Walsh, el más emblemático de esta serie, es aquel que “se hizo cargo de la ecuación, digamos así, entre la pluma y la espada”.

En el prólogo, Rocío Muñoz Vergara señala que este libro condensa y sintetiza algunas de las líneas más relevantes de la tarea crítica de David Viñas, una especie de testamento del cual somos herederos. En esta línea, al evocar a la revista Setecientos Monos, que se editaba en Rosario en los años 60, aparece el Viñas instigador que propone al público presente maquinar “la venganza de Rosario” contra la hegemonía porteña. Volver sobre nuestros pasos y los de quienes nos precedieron para dar una batalla titánica, pero sin dudas hermosa, sin rencores y de cara al río.

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