Yo no sé, no. Cuando chico al oír la palabra “síntomas”, pensábamos enfermedad en puerta, y uno era de mocos y fiebre fácil, inclusive en verano. Me vivían retando. “Eso es por andar descalzo”, me decía mi vieja, mi tía, mi hermana, mi abuela, ésta última cuando me sentía toser era mas piola:  “Vení —me decía muy bajito—, no andés descalzo”. Y otra muy frecuente era en verano andar bajo el sol sin protegerse el marote, como aquella siesta que nos escapamos en pata desde la abuela hasta la Terminal en busca de chapitas que en las veredas de los bares abundaban. Y ese era un buen “síntoma” de consumo, por lo menos de bebidas. Cuando ya casi terminando la primaria a Pedro se le dio por pitar primero con algún que otro Cliston que le hacía a los padres, luego, con los primeros atados de Commander o Big Ben, le empezaron a provocar tos. Y antes que lo mandaran al médico, él decía que había jugado y transpirado en pleno invierno regresando de la escuela. La primero que se dio cuenta fue la abuela y sin embargo no dijo nada. Cuando le daba algunas chirolas le decía: “No te lo gastés todo en cigarrillos”.

Una vez antes de un partido contra los del fondo el arquero nuestro, cuando el equipo contrario venía con un 7 que pateaba como una yegua (y así le decían) tipo Scotta, entró transpirando a la cancha, “síntoma” del cagazo.

Síntoma similar sentí cuando una del barrio Acindar se enteró que a mí me gustaba mucho, casi hasta el enamoramiento, y cuando la ví venir empecé a transpirar ¿Para que habré abierto la boca?, me decía por dentro.

Pasaron unos años y al volver de la escuela a la media noche los “síntomas” eran múltiples  toses, casi sin voz, con algún leve dolor de garganta y con el bobo acelerado. Todo por el faso, el parloteo y sobre todo por ese entusiasmo de estar con las y los compas militando en el centro de estudiantes. Como después en el peronismo. “Y bueno —decía Pedro—, son síntomas de buena salud”.

Hoy, hay que estar atentos tanto a los síntomas del Covid-19, como al chamuyo de los medios del Miserable Coloniaje, que nos dicen que si empieza haber “síntomas positivos” en la economía será una buena señal para los “mercados”, y bueno, ahí la pasaremos feo. Pedro, que es más optimista que yo, dice que primero hay que cuidar a los más vulnerables  cuidándonos, ir por aquellos “síntomas” producto de alguna escapada en patas, o por la transpiración del cagazo de estar metido hasta las manos con alguna y, sobre todo, que se nos vuelva a acelerar el cuore pensando en la Patria para terminar con la pobreza la injusticia y restaurar la soberanía para siempre. “Tienen que aparecer esos síntomas en los pibes y en los mayores, en nuestros dirigentes, que se contaminen de osadía para abrigar a la Patria”. Termino de escucharlo y me entusiasmo mientras me cubro cabeza con un gorro de lana porque la noche está muy fría, y el marote lo siente.

Fuente: El Eslabón

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