El complejo de puertos del Gran Rosario se convirtió en 2019 en el principal nodo portuario agroexportador global al despachar por sus terminales 79 millones de toneladas de granos, harinas y aceites.

El informe con cifras contundentes fue publicado este viernes por la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR). De esta manera, el nodo portuario, que comprende a más de 30 terminales, de las cuales 21 son despachadoras de granos y subproductos, superó a grandes complejos portuarios como el de Nueva Orleans en Estados Unidos y al de Santos, en Brasil.

El nodo portuario del Gran Rosario se extiende desde las terminales de Timbúes hacia el norte hasta Arroyo Seco

El nodo portuario del Gran Rosario se extiende desde las terminales de Timbúes hacia el norte hasta Arroyo Seco en el sur por más de 70 kilometros donde se concentran 18 puertos agroexportadores públicos y privados, que en muchos casos, son parte de complejos fábriles de molienda de granos.

El año pasado se despacharon por estas terminales el 78 por ciento de las 100 millones de toneladas que Argentina exportó en materia de granos y subproductos en total, para lo cual arrivó el récord de 2.632 buques oceánicos a sus muelles.

El Gran Rosario embarcó 41,43 millones de toneladas de poroto y subproductos de soja

De las 79 millones de toneladas, el Gran Rosario embarcó 41,43 millones de toneladas de poroto y subproductos de soja, que representó el 87 por ciento del total exportado; 29 millones de toneladas de maíz en grano (81 % del total); y 6,9 millones de toneladas de harina y grano de trigo (61% del total).

Le siguen en importancia los puertos de Bahía Blanca, desde donde se embarcó el 11,4 por ciento del total de los granos, harinas y aceites exportados por el país.

Más abajo se ubicó Necochea-Quequén con el 6,6 por ciento; Zarate, con el 2,8; Ramallo, con el 0,4; y Villa Constitución, con el 0,2 por ciento.

Un viejo modelo modernizado

Los números ponen de relieve el modelo dominante que recuerda a la época del denominado “granero del mundo” presentada como una edad de oro a la que siempre sería deseable volver.

Pero en realidad, según una reseña el historiador Felipe Pigna, “se trata de la mejor definición de la condena –decretada por el mercado mundial y aceptada con gusto y beneficio por nuestras oligarquías locales– a ser proveedores de materias primas y compradores de productos elaborados, muchas veces con nuestros mismos productos primarios”.

“Un granero es un depósito, un lugar inanimado. Allí no hay trabajo, valor agregado en términos económicos, sino para unos pocos. El trabajo, los puestos de empleo, los exportábamos junto con nuestras vacas, ovejas y trigos a Inglaterra. Allí se transformaban en sweaters, zapatos y carne congelada, que eran exportados al mundo y a la propia Argentina, con enormes ganancia”, dice el divulgador sobre aquel modelo que pareciera ahora reverdecer, con sus distintas particularidades, en una versión posmoderna.

Fuente: Télam- El historiador

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