Tras intensas negociaciones, con tires y aflojes al compás de la pandemia del coronavirus que desencadenó una crisis sanitaria, económica, financiera y sociolaboral de alcances inéditos en todo el mundo, el gobierno de Alberto Fernández cerró un acuerdo con los principales acreedores privados del extranjero, basado en la premisa de que el pago de la deuda externa mega que dejó a su paso el huracán Mauricio debe servir para ordenar el desaguisado y darle sustentabilidad en el tiempo, sin caer en el típico plan de ajuste.
El entendimiento con los bonistas “no resuelve todos los problemas de la economía argentina”, aclaró en conferencia el ministro Martín Guzmán, aunque, aseguró, “permite tener otra plataforma para el despegue cuando la pandemia nos dé tregua”.
Otra vez un gobierno de corte nacional y popular debe afrontar los costos de la fiestita financiera de los neoliberales, que endeudan de manera desaforada al Estado para beneficio propio. El ministro de Economía “académico pelele inexperto” les colocó con armoniosa cintura política y lógica soberana un tapabocas a opositores y detractores ortodoxos de su persona y su estrategia: sesudos analistas que igual aturden con sus desvaríos cotidianos.
La jugada oficial cosechó respaldos de la comunidad económica mundial, pasando por el Papa Francisco y llegando hasta el Fondo Monetario Internacional, que rompió fila con los acreedores privados, histórico bloque de poder que estrangula con recortes y reformas.
Argentina y tres grandes grupos de acreedores alcanzaron un acuerdo de reestructuración de deuda, tuiteó el Ministerio de Economía el martes 4 de agosto a las 3 AM, y emitió un comunicado sobre el asunto.
El Centro de Economía Política de la Argentina (Cepa) analizó las claves de dicho entendimiento. “La deuda reestructurada le permitirá al gobierno ahorrar dólares y pesos, despejar vencimientos, descomprimir la demanda de dólares y liberar recursos fiscales para atender la pandemia y para recuperar el consumo y la producción, y con ello el crecimiento económico”, señalaron desde el Cepa.
“Argentina logró comprar tiempo e imponer la curva aplanada de vencimientos, que era el plato fuerte de la oferta original. ¿Qué se puede esperar en el corto plazo para la vida cotidiana de los argentinos? Que se reduzcan las tensiones cambiarias por un tiempo. A la par, poder usar recursos para ATP, IFE, jubilaciones y demás que apuntalen el ingreso popular sensiblemente afectado por la pandemia”, se analizó en el informe del Cepa.
Neoliberalismo virósico
El acuerdo le permitirá al país ahorrarse casi 40 mil millones de dólares durante los próximos cinco años. De cada 100 dólares adeudados, Argentina pagará 54, contra los 92 reclamados por los fondos de inversión: un fuerte alivio para la pesada mochila del megaendeudamiento que dejó el macrismo.
Este canje de deuda alcanza unos 66.000 millones de dólares, de los cuales más de 40.000 millones fueron pedidos prestados por la alianza Cambiemos. Entre los logros del arreglo alcanzado con los bonistas de Wall Street, el Frente de Todos anotó una fuerte reducción de los intereses de la deuda reestructurada (de 7 a 3 por ciento), una pequeña merma del capital adeudado, y, lo más novedoso, largos plazos para empezar a pagar.
“Entre 2020 y 2024 hay vencimientos por sólo 4.500 millones de dólares”, señaló el jefe del Palacio de Hacienda. Recursos que, como se señaló arriba, se destinarán a sobrellevar el día después de mañana.
En los cuatro años de Cambiemos, la deuda pública pasó de 240 mil millones a más de 337 mil millones de dólares, según datos del Indec. Es decir, se incrementó en unos 100 mil millones de dólares mientras duró “la revolución de la alegría”. Así, la deuda externa aumentó alrededor de un 40 por ciento entre 2015 y 2019, al trepar del 52 al 91 por ciento con relación al producto bruto interno. Todavía falta renegociar unos 45 mil millones de dólares del préstamo del FMI, más la deuda contraída bajo legislación local y la deuda intra sector público.
El Frente de Todos prometió revisar e investigar la deuda externa contraída por la gestión Cambiemos, pero también asumió la responsabilidad de resolver el intríngulis que bloquea la recuperación.
En el crédito otorgado por el FMI, con venia de Estados Unidos, el organismo violó sus propios estatutos prestando más de lo que podía. ¿Dónde fueron los dólares de la deuda macrista?: fuga de capitales, bicicleta financiera, campaña electoral. “¡Finalmente se cerró! Defaultear jamás puede estar bien”, opinó (sí, opinó) el ex presidente Macri al ser consultado por el portal Infobae, mientras vacaciona en Francia. Pathétique.
Lo mejor posible
El acuerdo con bonistas extranjeros le dio más crédito político al gobierno, que viene haciendo notorios esfuerzos fiscales para enfrentar los efectos de la pandemia y, al mismo tiempo, desplegando una batería de medidas expansivas para atenuar las devastadoras consecuencias económicas que esparce el virus. La vicepresidenta Cristina Kirchner recomendó ver la intervención del diputado nacional Itaí Hagman durante el debate en el Congreso por la reestructuración de la deuda, para tratar de entender mejor la historia reciente. “Derrumbando mitos y mentiras”, escribió CFK al compartir el video en Twitter.
La estrategia negociadora de la dupla Fernández-Guzmán llegó a buen puerto. El acuerdo, tras heredar una economía en recesión y virtual default, pareció lo mejor dentro de lo posible. No hay que minimizarlo. Grandes fondos de inversión aceptaron la oferta argentina. Muchas opciones no tenían, digamos, en un contexto de derrumbe planetario.
Rock del gato
Medios opositores al gobierno no mostraron demasiada euforia por el avance en la negociación de la deuda. “Los mercados” saltaron en una pata. BlackRock fue el fondo de inversión de mayor peso en la pulseada. Tuvo hinchada propia en medios hegemónicos. Pero Guzmán no se achicó, y sin perder calma y firmeza para negociar, con los pantalones siempre arriba, se plantó frente al temible BlackRock como cantante de trash metal cuando la cosa se ponía heavy.
Los loquites anticuarentena, anti todo y pro propiedad privada ya preparan banderazo en el Obelisco en contra del acuerdo con los bonistas. “Todos somos BlackRock”, puede ser una de las consignas. “El que endeuda no traiciona. Gracias Mauricio”, podría rezar otra pancarta. Por el momento la convocatoria es una fake news, pero, con esta gente, nunca se sabe.
“Reperfilamiento, de acá”, proclamó Martín “un aplauso para el desendeudador” Guzmán, que no es Patón pero atajó pelotazos de lo lindo. Hablando de fútbol, Guzmán, como Mostaza Merlo, fue paso a paso y despejó el peligro de default. Luis Toto Caputo, “el Messi de las finanzas”, autor del bono de deuda a cien años, uno de los funcionarios responsables del megaendeudamiento macrista, se animó a elogiar el acuerdo y felicitar al actual ministro de Economía.
Cambiemos inició su gobierno con el pago cash a fondos buitre para “devolver a la Argentina al mundo”, con Alfonso “dos pizzas” Prat Gay como protagonista. Así, “el mejor equipo de los últimos 50 años” se jugó todo en el mercado de deuda. El partido terminó en estrepitosa goleada contra el pueblo argentino, que hoy vuelve a recuperar poder soberano.
Fuente: El Eslabón
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