Rusia anunció que ya desarrolló una vacuna contra el Covid-19. Los países de Occidente (y sus corporaciones) mostraron celos, recelos y miedo a perder ganancias. La Organización Mundial de la Salud se alineó con los escépticos, como no lo hizo otras veces.

El presidente ruso Vladimir Putin anunció que ya fue registrada la vacuna desarrollada en su país contra el coronavirus. Se informó oficialmente que fue bautizada como “Sputnik V” (“Sputnik” significa en ruso “compañero de viaje”, y V por vacuna). El nombre es un homenaje al satélite soviético que fue el primero en la historia en ser lanzado al espacio, en 1957, en lo que significó una gran victoria para la URSS en su carrera espacial frente a su rival de entonces y de ahora.

“Más de 1.000 millones de dosis fueron encargadas por 20 países extranjeros”, afirmó Kirill Dmitriev, presidente del fondo estatal implicado en la creación del fármaco. El funcionario agregó que la fase 3 de los ensayos comenzará el miércoles 12 de agosto, y que el inicio de la producción industrial está previsto para septiembre.

El denominado “Occidente” reaccionó con celos, recelos, y un apego puntilloso a los protocolos que indican cómo debe ser desarrollada y probada una vacuna antes de ser lanzada al mercado. Todo esto en el contexto de una disputa geopolítica que tiene a la investigación científica como uno de sus puntos principales.

Pero más allá del análisis político y geoestratégico, resulta tranquilizador el cuidado y la cautela de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ante el anuncio. La OMS se mantuvo distante y recomendó a Moscú imitar los modelos internacionales de producción de fármacos, aplicar “las directivas claramente” y respetar “rigurosamente los procedimientos”.

La OMS y sus distintas varas

La OMS se fundó el 7 de abril de 1948 (fecha en que se celebra cada año el Día Mundial de la Salud), y actualmente ocupa a más de siete mil personas. Tiene sede en Ginebra. La misma seriedad, recelo, y el lógico (y científico) apego a los protocolos, de haber sido aplicados en EEUU, hubiese salvado cientos de miles de vidas. Pero las grandes corporaciones farmacéuticas de ese país (conocidas como “Big Pharma”) son uno de los pilares de los poderes hegemónicos mundiales y ganan cifras obscenas, a veces a costa de la salud de la población.

La OMS no logró anticipar la crisis de opioides que comenzó hace años y que continúa causando estragos en EEUU. Cada día mueren más de 130 personas en ese país a causa de sobredosis derivadas del uso de medicamentos contra el dolor, recetados en exceso por médicos que muchas veces tienen relaciones demasiado estrechas con las grandes corporaciones farmacéuticas.

Según datos de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de EEUU, esta crisis de salud pública ya hizo descender la esperanza de vida en 2017 a los 78,6 años, una décima menos que el año anterior. Según esta misma institución, además, en 2018 los suicidios constituyeron la décima causa de muerte en EEUU, alcanzando la cifra de 14 por cada 100 mil fallecimientos. En total, estos centros de prevención calcularon 70.237 muertes por sobredosis en 2017, lo que supone 21,7 por cada 100 mil fallecimientos.

Existen dos series de Netflix sobre el tema: El farmaceútico y Heroína(s). Pero además, hay cientos de documentales que se pueden ver en forma gratuita y que dan cuenta de la gravedad de una situación que la OMS no supo (no pudo, no quiso) ver a tiempo.

La familia detrás del gigante farmacéutico Purdue Pharma (que produce el sobre-recetado y peligroso OxyContin, pasó de ser un referente mundial de filantropía a convertirse en un emblema de la crisis de los opioides que azota a EEUU, según informó el sitio del diario español El país.

“Los Sackler, más ricos que los Rockefeller, según Forbes, erigieron gran parte de su patrimonio gracias al OxyContin, un opiáceo que según miles de demandantes se comercializó con publicidad engañosa, ocultando su potencial adictivo. En septiembre, Purdue Pharma se declaró en bancarrota y los Sackler anunciaron que cederán el control de la empresa a una entidad creada para «beneficiar a los demandantes y al pueblo estadounidense». Además, desembolsarán 3 mil millones de dólares de su fortuna como parte de un acuerdo preliminar para poner fin a más de 2 mil demandas estatales y federales. Sin embargo, todavía hay más de una veintena de Estados que rechazan la compensación por considerarla muy baja”, señala el diario español.

En 2018, el fiscal general de Massachusetts presentó una demanda civil contra ocho miembros de la familia Sackler porque “supervisaron y participaron en un plan mortal y engañoso para vender opioides”. Fue apenas una de la avalancha de demandas.

A la OMS se le escapó otra tortuga hace medio siglo

La talidomida fue desarrollada por la compañía farmacéutica alemana Grünenthal GmbH y comercializada de 1957 a 1963, como sedante y calmante de las náuseas para ser utilizada durante los tres primeros meses de embarazo. Se la usó mucho, porque se creyó que no causaba ningún efecto secundario. Pero no fue así y provocó que miles de bebés nacieran afectados de focomelia.

“La focomelia, o síndrome de Roberts, es un trastorno raro que se caracteriza por una malformación de origen teratogénico que consiste en la ausencia de huesos y músculos en las extremidades superiores o inferiores. En su lugar aparece una especie de muñón a la altura del hombro o de la cintura. Puede afectar a diversas extremidades, que siempre son más cortas de lo normal e incluso, en casos extremos, los pies o las manos surgen directamente del tronco”, señala el sitio del diario español La Vanguardia en su edición del 18 de agosto de 2019.

La talidomida también provocó numerosos casos de amelia (falta de miembros) y dismelia (graves malformaciones en los miembros).

Fueron dos médicos, el español Claus Knapp, junto a su compañero de la Clínica Universitaria de Hamburgo Widukind Lenz, quienes descubrieron los estragos que producía la talidomida. “Eran casos terribles; niños que nacían sin brazos ni piernas”, recordó en una entrevista de 2013 al diario español El País, mientras enseñaba la cruda foto de uno de aquellos bebés, en realidad solo un tronco.

Otras vacunas en desarrollo

Según informó el corresponsal de Página 12 en París, Eduardo Febbro, “en junio de este año, la OMS había contabilizado 116 vacunas en curso de experimentación, de las cuales 10 habían entrado en la fase de pruebas técnicas”.

En la actualidad, agrega Febbro en su nota del 12 de agosto, según el organismo existen 25 inmunizaciones en espera de una evaluación clínica, y 5 prototipos avanzados de inmunización respaldados por pruebas técnicas. Sputnik V (fase uno) está en la lista de los 25, pero no figura en la de los 5 más avanzados. Los 5 adelantados son los siguientes (fase 3): el desarrollado por los alemanes de BioNTech y el norteamericano Pfizer, el de la biotecnológica Moderna, el de los laboratorios chinos Sinopharm y Sinovac, y el proyecto en manos de la Universidad de Oxford y AstraZeneca.

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