Yo no sé, no. A Pedro, antes de empezar la primaria, el “¡prestá atención!” se lo decía su madre antes de cada mandado. Luego, en primer grado, se lo decía la seño. Y camino a la escuela, por la mañana, a veces aún con sueño, al ver la vía pegadita a Acindar, ahí sí que empezaba a poner atención porque ese tramo de 200 metros, maso, pisando la durmiente, era lo único peligroso. Con el tiempo se sumó otro tramo para ir a la escuela, por el mismo barrio Acindar, pues por ahí vivía una piba que tenía simpatía en su sonrisa y que merecía estar atentos por si aparecía alguna señal.

Sería el año 68 cuando a los de séptimo nos propusieron ser PE (Patrulla Escolar), pero como había que ser, además de atentos, un poco vigilantes, con Pedro elegimos el brazalete de Cruz Roja, con el que sólo había que estar atentos para socorrer a alguien.

Con el tiempo aprendió que en el campito, a la hora de la redonda, para el que no era muy hábil en el manejo de la misma, lo mejor era estar atento, atento para ver por dónde iba a venir la jugada. Atento a los espacios vacíos por donde iniciar una propia y también, ya que jugábamos en la defensa, nos sentíamos más cómodos con la marca en zona. 

Los 70 nos agarraron atentos y atentas a esos sueños colectivos que cruzaban la Gran Patria, pero era mucho para el imperio vigilante. Por eso, primero en la Banda Oriental (Uruguay), Juan María Bordaberry disolvió el Parlamento, en junio del 73. Y ese mismo año, del otro lado de la cordillera, un 11 de septiembre se bombardeaba la Casa de la Moneda y asesinaban al más atento en crear un Poder Popular: el presidente chileno Salvador Allende.

Y no pasaría mucho tiempo para que, después de 3 intensos años, la más sangrienta dictadura al servicio del más miserable coloniaje económico viniera por los más atentos, en aquellas noches de esos meses, de esos septiembres. Y si alguna vez el General recomendó estar atentos y vigilantes, hoy elegimos estar atentos porque los miserables de siempre del poder económico, quieren pudrirla toda y nos quieren dividir usando algunas demandas legítimas. 

Por eso, hay que estar atentos para cuidarnos y cuidar a los más vulnerables, al dolor del otro, a las necesidades de los que menos tienen. A las sonrisas de aquellos sueños de Patria que vuelven y vuelven, para ver si estamos atentos.

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