“No ha habido modo que dejen de seguir a este ejército, ellas llegarán hasta el exceso de ofrecer sus vidas formando entre los soldados, antes de resolverse a abandonar a sus padres, hermanos y esposos. Yo no he podido contenerlas y la mayor parte de ellas ya han repasado el Uruguay. No hay remedio, seguirán con nosotros”, escribía José Gervasio Artigas, en 1812.

En ese momento, el Éxodo Oriental, en palabra gaucha y rústica, fue expresado como “Redota”. No relacionado a una derrota, sino al “derrotero” en busca de la libertad o la tierra sin mal, según los guaraníes. Artigas usó el término “emigración”, no había pensado en una masiva movilización, pero fue el “conductor conducido”, como lo llamó el historiador uruguayo, José Pedro Barrán.

En oficio al gobierno de las Provincias Unidas, en abril de 1812, Artigas advierte que las paisanas y sus botijas “enlentecían su marcha”. Pero admite que “es interesante constatar la valentía de estas mujeres, que lo dejaron todo”.

En el “Grito de Asencio” (28 de febrero de 1811), salta una “admirable alarma” de los paisanos que desafían al poder realista. También en Mercedes (Soriano, 11 de abril) reafirman el levantamiento, y el 18 de mayo derrotan a los españoles en Las Piedras.

El sitio montevideano

Marchan a sitiar Montevideo para desalojar a los españoles, con un sitio que comienza el 21 de mayo. Luego, el 1° de junio, Rondeau con tropas porteñas llega en apoyo de Artigas. Pero el virrey Elío pide refuerzos al ejército portugués, y desde Brasil invaden la Banda Oriental.

Para variar, un embajador británico, Lord Strangford, interviene en la mediación y llega a un armisticio el 21 de octubre. Buenos Aires deja el apoyo a los orientales y España no bloqueará al puerto porteño. Rondeau se retira el 23, y Artigas sostiene ante su gente que es mejor abandonar la Patria antes que someterse a España.

Rebeldía Inclusiva

“La Revolución Oriental no sólo fue una revolución contra el dominio español, también se trató de una revolución social. Estuvieron presentes todos los sectores sociales: mujeres, indígenas, negras y criollas. Artigas tuvo una idea de sociedad inclusiva”, indica en El Bicentenario de las Mujeres, la investigadora y docente uruguaya Susana Bonilla.

Al describir al éxodo, escribe Zorrilla de San Martín (Montevideo, 1855-1931): “Eran mujeres, niños, y viejos, muy viejos algunos. Y eran soldados y sus familias, la misma familia de Artigas, sus ancianos padres y su hermana primogénita doña Martina”.

Y Agrega: “Y eran indios salvajes, y eran próceres, Suárez, Barreiro, Bauza, Monterroso. Y eran los curas de las parroquias, y los franciscanos expulsados de Montevideo por amigos de los matreros. Y era Artigas”.

Así, en 1811, unos tres mil soldados marcharon con Artigas. Pero lo seguían unas 16 mil personas. En 64 días, esa masa se desplazó hasta Salto Oriental, cruzaron el río Uruguay, en la zona de Concordia acamparon a orillas del arroyo Ayuí. Señala Zorrilla de San Martín: “Se permaneció todo el verano, el crudo invierno de 1812 y el verano que precedió a 1813 (septiembre). Vivían bajo los árboles, en las carretas, en chozas de paja y barro. Allí se protegía el derecho, se administraba justicia; se hacía caridad”.

El padrón

Artigas hizo armar un padrón con los inmigrados. En Esposas, hijas, esclavas, Inés Cuadro remarca que figuran, de un total de 4.429 personas censadas, 1.786 mujeres y más de mil niños”.

El contingente incluía cuatro mil lanzas del ejército artiguista, 1.500 minuanes y charrúas. Además de unos dos mil efectivos que cuidaban a las familias y el traslado del ganado.

Entre las mujeres, figuran “378 con sus maridos, 69 viudas jefas de familias, 1.206 hijas y 133 esclavas”. Se empadronó a unas 900 familias, de 4.426 personas, aunque “un conjunto considerable de familias no se censaron por estar distantes sus carruajes”.

El histórico registro se halla en El Archivo Artigas (1944). “Es parte del Archivo General de la Nación de Uruguay, nos indica su director Alberto Umpiérrez. “El censo está en el tomo sexto, de la página 98 a la 154”, indica el investigador, docente e impulsor de los institutos Artigas de Santa Fe, Paraná y Uruguay.

Además de las lanceras, como Juana Bautista, Victoria La Payadora y Melchora Cuenca, entre otras, también marcharon originarias como Floriana Aires y Micaela Guyunusa. Y no faltaron Catalina Mouriño, Mauricia Bauces y María Segovia, “tres mujeres que marcharon solas, sin ser viudas y sin carruaje”.

Presencia popular

Para la historiadora Ana Frega, en la revolución artiguista: “La mayoría de los que participaron no eran dirigentes, podríamos decir que eran seguidores, no eran ideólogos ni eran ilustrados, eran hombres y mujeres comunes que participaron de esta lucha, que tenían algunas ideas sobre lo que querían pero que tal vez no las expresaban a través de escritos sino a través de acciones”.

“Es bueno recordar esa presencia y en definitiva tratar de ver cuánto de esa historia compartida nos puede llegar hasta el presente y nos haga reflexionar, también sobre la exclusión”, remarca.

 

Fuente: El Eslabón

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