El cuadro de situación acá y en el mundo que muestra el mercado laboral es híper crítico. Hay emergencia sanitaria, primero, y también en la actividad económica, en el plano social y en materia ocupacional y salarial, como consecuencia de las restricciones que impone la pandemia en determinadas actividades. En el caso de Argentina, todas las variables económicas vienen en rojo desde mucho antes del aislamiento social preventivo para evitar la propagación de contagios por coronavirus.

En la adversidad, con un rol activo del Estado, el gobierno de Alberto Fernández mira el vaso medio lleno, al destacar los principios de recuperación que se van dando en el entramado fabril en medio de la pandemia y después del industricidio macrista. A la par, el Ejecutivo abre juego para negociaciones paritarias con el buen propósito de alentar políticas de bolsillo en pos de inflar la rueda del consumo para salir del bajón total 2020 y fortalecer así un mercado interno golpeado por la crisis.

El gobierno nacional acompañó la reanudación de negociaciones salariales clave, tanto en el sector público como privado, paritarias no exentas de conflictos. Por un lado, el Ministerio de Trabajo reabrió la paritaria de estatales nacionales, y, por otro, sigue de cerca la pelea salarial de Empleados de Comercio, gremio con mayor cantidad de afiliados del país (más de un millón), que estaba a punto de acordarse pero quedó en suspenso por tensiones entre las cámaras patronales y el sindicato que comanda Armando Cavalieri. Hace un mes, vale recordar, los metalúrgicos de la UOM, otro gremio grande, pactaron una suma fija complementaria hasta fin de año.

En tanto, en la provincia de Santa Fe también se reanudaron paritarias estatales y, al cierre de esta nota, los reclamos salariales más resonantes son protagonizados por empleados públicos, profesionales de la salud, municipales, docentes, trabajadores del transporte urbano de Rosario.

Según datos del Ministerio de Trabajo de la Nación, apenas el 20 por ciento de los trabajadores formales (alrededor de un millón) de todo el país cuenta en lo que va del año con un acuerdo salarial. Son de los rubros menos perjudicados por la crisis. Casi siempre, la mayoría de las paritarias se resuelve en la primera mitad del año, pero el estallido de la pandemia lo cambió todo. La emergencia laboral y salarial fue atemperada por medidas oficiales de contención. Hubo bonos por única vez, subas no remunerativas, acuerdos puente hasta reanudar paritarias. Las tenues señales de reactivación en la actividad económica con eje en la producción y el trabajo, más la necesidad de mejorar los ingresos de la población, imponen darle actualidad a la agenda pospandemia.

“Darle dinamismo a la demanda agregada”. Con el tono tranca y firme que lo caracteriza, el ministro de Economía Martín Guzmán destacó este punto al presentar el proyecto nacional de Presupuesto para el año que viene. Traducción a ras del piso: poner guita en los bolsillos de la gente para motorizar el consumo y el mercado interno. La idea de recomponer ingresos de trabajadorxs y sectores populares es primordial. Sueldos, jubilaciones y ayudas sociales sufrieron y sufren una fuerte pérdida en su poder de compra, tanto durante el macrismo, cuando el índice de inflación se ubicó bastante por encima de los aumentos, como a partir del impacto de la pandemia. Y sin recomposición de los ingresos, la recuperación se refleja lejana.

Con un panorama de crisis internacional por el gran confinamiento, el Frente de Todos enseguida aplicó acciones de sustento para el empleo, créditos personales y a pymes, además de disponer la prohibición de despidos, acuerdo de precios y congelamiento de tarifas. Entre las medidas más destacadas emergen el ATP (asistencia al trabajo y la producción), con el que el gobierno paga la mitad de los salarios en más de 134 mil empresas en crisis, y el IFE, ingreso familiar de emergencia para no registrados.

Si bien el gobierno de AF extendió la prohibición de despidos para tratar de mantener los puestos de trabajo en medio de la hecatombe, el Indec registró una suba en la tasa de desempleo, que se elevó al 13 por ciento a nivel país en el segundo trimestre de este año. En Rosario, el índice de desocupación trepó al 18 por ciento. En medio de la compleja coyuntura que atraviesa el mercado laboral argentino, con parálisis de actividades, cierre de empresas, suspensiones, reducciones de jornadas y cesantías, cifras oficiales calculan la pérdida de unos 170 mil empleos formales en todo el país en lo que va del año, sin contar la destrucción de trabajos informales, los más afectados.

Como resultado de la cuarentena por la pandemia y las consiguientes restricciones, el Indec informó, además, que en el segundo trimestre del año el nivel de actividad económica en Argentina cayó un 19 por ciento, ni siquiera comparable con la crisis 2001-2002. El fortísimo desplome del PBI es global. En algunos países, donde no se impusieron medidas de aislamiento social estrictas, la baja del PBI es un poco menor, con la contracara fatal de un mayor número de muertos por coronavirus.

Después del gran frenazo y de la mano de la reapertura de algunas actividades, la economía argentina atenuó la depresión. Automotrices, empresas de autopartes y fabricantes de electrodomésticos anunciaron días atrás inversiones que se contraponen a las noticias falsas del éxodo de empresas. Otros sectores siguen activos, como la metalmecánica o la fábrica de bebidas.

Industriales de la provincia de Santa Fe agrupados en Fisfe también ven signos de reactivación productiva tras la habilitación de actividades. “La industria siderúrgica, automotriz, frigorífica, maquinaria agrícola y las asociadas a la construcción impulsaron la actividad”, según Fisfe.

En modo reactivación de la economía, con expectativa moderada por una incipiente recuperación del entramado industrial y productivo, prorrogando asistencia a empresas para pagar salarios, tratando de impulsar el consumo y el mercado interno, entre macrisis y coronacrisis, es una buena que desde el gobierno nacional se aliente una salida para la encerrona paritaria.

Fuente: El Eslabón

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