”La salud está colapsada. Los trabajadores de la Salud también queremos ser escuchados, para debatir estrategias de acción. Defendamos la vida, defendemos el derecho a la salud. Más aperturas, más contagios, más muertes”. Con esas consignas, el martes pasado se realizó una asamblea convocada por distintos sectores de los trabajadores del área.

“Queremos hacer una alianza o frente con la población para tomar conciencia sobre la pandemia, más allá de los funcionarios”, indica Andrea Lavartete. La psicóloga, es una de las trabajadoras y trabajadores que participan desde hace años en la lucha de autoconvocados de la salud en Rosario.

“El encuentro superó nuestras expectativas, participaron cerca de 130 compañeros”, señala Ricardo Cardone, médico del Centro de Salud Casiano Casas. “Asistieron compañeros de atención primaria, salud mental y de instituciones privadas, entre otros”, detalla, y agrega que “hay necesidad de expresarnos, y todos hacemos la misma lectura política, ante la especulación partidaria electoralista”.

“Vamos a realizar intervenciones –señala– y difundir los testimonios e imágenes sobre la historia y crudeza de la pandemia. Además de expresarnos por los medios y exigir que nos reciban el Intendente de Rosario y el Gobernador”, aporta Andrea.

En tanto, Ricardo agrega que “hay que mostrar los rostros, anécdotas reales. Las categorías abstractas se ocultan bajo las cifras, que no dan una idea exacta del suceso. Son vidas, y no números. Lo importante es la concientización, no el fomentar la negación”.

Por su parte, Andrea Montaner, coordinadora del Centro de Salud Ceferino Namuncurá, del barrio Stella Maris, en el noroeste rosarino, advierte que “se fue perdiendo la conducción política del sistema de salud, se dejó de discutir la atención humana como una estrategia”.

Sin embargo, la médica generalista resalta que “la masa crítica que moviliza a los trabajadores de la salud no está desmembrada y apuesta a una salida colectiva”. En ese centro, uno de los 80 que integran el sistema de Atención Primaria de la Salud, el 50 por ciento de sus trabajadores fueron alcanzados por la pandemia, contagiados o aislados. Son quienes han salido a sus barrios para vacunar, distribuir medicamentos y alimentos. “Allí, la relación con los vecinos permitió resistir a la pandemia”.

Desde su experiencia en la Colonia Psiquiátrica Oliveros, donde ya en agosto fueron aislados varios trabajadores, Mario Chavero advierte: “La cuarentena está dirigida a quien tiene una casa y condiciones para sobrevivir. No se puede elegir el estilo de vida”.

El psiquiatra afirma que “la salud fue el «Caballito de Troya» del socialismo, pero la mantiene con discursos”. Y resalta que se habló de “integración, articulación y complementación, entre la salud pública y la privada, pero no se llegó a una cobertura universal”.

Los cambios surgieron durante la intendencia del Tigre Cavallero, cuando Binner era secretario de Salud (1989-1995). Ena Richiger asumió en la por entonces recién creada Dirección de Atención Primaria y Débora Ferrandin fue subdirectora. Ambas multiplicaron los  centros de salud.

Condiciones de trabajo

Mario agrega que “muchas cuestiones que trascienden a la salud clásica, espacios culturales, viviendas, cultura y actividad física, también hacen a la salud integral”. Y aclara que “no queda todo en discutir sueldos, se trata también en tratar sobre las condiciones de trabajo, las categorías, como las del personal de enfermería. Además de analizar cómo se regula la  salud privada, y cómo se articula con la salud integral, se debe aplicar un sistema universal de salud. Pero ahora se deja en el cuidado individual, la prevención, el Estado renunció a su responsabilidad”.

Entre las cuestiones que agotan, desgastan y hacen que los trabajadores se sientan solos ante la crudeza de la pandemia, está la situación de los médicos de terapia intensiva.  Desde hace años, el pediatra Sergio López Pérsico viene batallando para reformar la realidad de esa especialidad: “No puede ejercerla un profesional durante toda su vida, debido al desgaste y efectos de moverse siempre en ese espacio”.

Por ello, reclamaba que fuera desarrollada en un tiempo limitado, con recambios. “En la formación general deberían abrirse espacios para acercar a más profesionales a su práctica y así tener recambios”, advierte. Pero también marca que hay intereses corporativos, como ocurre también con los anestesistas, que no son regulados desde la política sanitaria.

Un equilibrio desequilibrado

Pablo Javkin, el reciente 24 de septiembre –cuando se planificaba cómo seguir tras tres semanas de Fase 1–, resaltaba que “en esta nueva etapa de la pandemia tenemos que encontrar un equilibrio entre salud, trabajo y las responsabilidades”.

Dos días antes, el titular de la Asociación Empresaria Hotelero Gastronómica, Carlos Mellano, aseguraba que la actividad estaba siendo “discriminada”, y que “si hay una rigurosidad, que la haya en todo”. Y advertía: “Esto, más que una rebelión, es un acto de subsistencia, emocionalmente estamos quebrados”.

En el marco de esos intereses corporativos, Reinaldo Bacigalupo –presidente del Mercado Pichincha–, advertía que “un conjunto de unos 250 comercios están decididos a reabrir. La ciudad está claramente abierta, entonces no entendemos por qué nos señalan como culpables de los contagios”.

Así llegamos a que el último fin de semana, con más casos y menos camas disponibles, el equilibrio cayó una vez más y se abrieron más negocios. “Estoy convencido de que la etapa que vamos a empezar a transitar desde el sábado, nos va a dar un alivio”, decía Javkin, hijo de Eduardo Javkin, dirigente de la Asociación de Clínicas, Sanatorios y Hospitales Privados de Rosario.

Se venció la garantía oficial

Hace no tanto, el 3 de julio último, la concejala del Partido Socialista, Lorena Carbajal, propuso que el 5 de junio sea nombrado como “Día Municipal de la Salud Pública”, en honor al natalicio del ex funcionario Hermes Binner.

La edila y contadora, argumentó: “Le debemos a este hombre habernos garantizado el acceso a la salud pública de calidad, le debemos tener hoy los ojos del país y del mundo puestos en las acciones del Estado local para combatir una pandemia que ni las grandes potencias mundiales pudieron detener”. Pero luego se produjo el gran brote en la región y ahora la salud pública está desbordada y el 25 por ciento de los muertos por el Covid son empleados de salud.

Sonia Martorano –ministra de Salud–, el 19 de junio decía a la prensa que “los nuevos contagios confirmados en la provincia no son sorpresa”. Y evaluaban un rebrote entre el 15 de junio y el 15 de julio. Sin circulación comunitaria, afirmaba que “el ojo está puesto ahora en el ingreso del virus desde otros distritos“.

A pesar de las declaraciones y de estar alertados, las previsiones fueron quebradas. Y el lunes 28 de este mes, la misma funcionaria recibió el alta en un sanatorio rosarino tras superar un cuadro de neumonía generado por contagiarse de Covid-19, por el que fue internada el jueves 24.

En tanto, recién en estos días, algunos parecen admitir la falta de interés en los trabajadores. El 7 de septiembre, Miguel Angel Cappiello, ex secretario de Salud Pública municipal, aseveraba en Rosario Nuestro: “El sistema de salud estaba preparado desde hace un tiempo largo”. Pero admitió que “falta recurso humano capacitado” para afrontar la enfermedad. “Necesitamos enfermeros, enfermeras, médicos de terapia y de atención primaria para acompañar a la gente».

Los memoriosos recuerdan que en 2007, el 11 de diciembre, mientras el entonces intendente Miguel Lifschitz viajaba a Santa Fe para asistir al juramento del flamante gobernador Binner, también se hacía otro acto.

Sucede que ese mismo día, en la esquina de las dos peatonales, la Asociación de Profesionales de la Salud de Rosario realizaba una radio abierta para difundir sus reclamos por las condiciones de trabajo, categorías y aumento de salarios .

Salud y pensamiento filosófico

Oscar Fay, doctor en Ciencias Bioquímicas indicó: “Lo que se viene será preocuparnos mucho más por todos los seres vivos”. En una nota de Hernán Lascano publicada el domingo 20 en La Capital, el especialista aseguraba que “no es conveniente poner un montón de hospitales. Nos conviene dar cultura, educación, alimentos, vivienda, conceptos éticos, porque un chico que reciba esas ventajas crecerá con menos necesidad de ir al hospital. No es un problema sólo de la Argentina”.

Por su parte, la cardióloga Lucía de Vicenti, reafirma que “como en esta política de salud, nos acordamos que estamos enfermos cuando nos duele, no reaccionamos antes. ¿En qué se invierte en la salud? No en evitar que el problema aparezca, sino en intentar solucionarlo cuando ya apareció”.

Especialista en Ayurveda, Lucía, quien también coordinó programas de salud laboral, explica que esa modalidad es un “pensamiento filosófico donde las personas son miradas en forma global y desde la salud, no de la enfermedad. Se trata de conservar la salud y cómo no perderla. Lo que se desequilibró, se puede equilibrar. Hay un planteo de nutrición para vivir en un estado de equilibrio”.

Finalmente recuerda que en 2006, en el playón del Cemar se realizó una ceremonia impulsada por la OMS y el socialismo. Entonces se “proclamó” el deber de preservar al personal de salud. En el acto, Lucía de Vicenti y Laura Medina, ambas delegadas de los Autoconvocados por la Salud, comentaban sobre la doble moral de las autoridades: entre “las declaraciones y la falta de interés en el sector laboral”.

“Pasaron unos 14 años –dice Lucía– y la situación es que siguen recibiendo homenajes y nada más, como si no les importaran los trabajadores al sistema de salud que marcó sus logros desde la precarización de los trabajadores del área”.

Fuente: El Eslabón

 

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