Mario Barletta

El primer día de octubre el dirigente radical de Juntos por el Cambio Mario Barletta hacía una puesta en escena frente a la Escuela Normal N°32 de Santa Fe. Un pizarrón, una maestra (¿era maestra?), un grupo de nenas y nenes con sus guardapolvos blancos (no eran ni alumnas ni alumnos de esa escuela), varios bancos y unos cartelitos escritos con la misma letra que decían “Extraño a la seño y amigos”, “Quiero jugar en el recreo y no siempre en casa” y “Sueño con volver a encontrarnos”, entre otros deseos.

La movida del ex rector de la Universidad Nacional del Litoral, intendente de Santa Fe y funcionario de Mauricio Macri reclamando “Escuelas abiertas ya!” no le salió nada bien. Lo único que consiguió fue una larga lista de rechazos, empezando por la rectora de la Escuela Normal en cuestión que le recordó que la institución no podía ser usada para sus movidas partidarias.

La escena montada por Barletta se inscribe en una serie de operaciones que viene empujando Juntos por el Cambio en todo el país. Diputadas y diputados del partido de Macri exigen la vuelta a la presencialidad, acompañados de “protocolos” más pensados para la foto que para garantizar encuentros y aprendizajes (¿Se imaginan chicas y chicos sentados en un patio escolar, en un octubre santafesino?). Santa Fe no es la excepción de esta movida, hasta cuenta con aliados como el diputado (radical también) Alejandro Boscarol, el legislador que presentó en 2016 un proyecto de ley de educación provincial que en su articulado proponía extender la carrera docente a cuatro años, cuando ya hacía una década que los profesorados contaban –ley  educación nacional 26.206 mediante- con planes de esa extensión.

Pero esa es apenas una anécdota, si se quiere “graciosa”. Lo que pasó en los cuatro años de gobierno de Juntos por el Cambio, con Mauricio Macri de presidente, fue directamente el aniquilamiento de la educación pública en todos sus niveles, de la ciencia y la cultura. Hay hechos trágicos que marcaron el paso neoliberal por nuestro país: el deseo de hacer una “Campaña del Desierto educativo”, cuestionar una “universidad pública para los pobres, porque nunca llegan” y la definición más explícita de todas sobre cómo piensan el derecho a educarse resumido en la frase de Macri lamentándose por los “caídos en la escuela pública”. Esas ideas se expresaron en recortes en educación y salud, por ejemplo. A tal punto de degradar el Ministerio de Salud pública a una secretaría.

La movida por “Escuelas Abiertas Ya!”, como más se conoce este reclamo PRO en la provincia, es parte del mismo plan desestabilizador de la derecha y el neoliberalismo, y que cada tanto desfila su odio por las calles enfundados en la bandera argentina. Y que a escala educativa también se proyecta, por ejemplo, en la juntada de firmas de “PadresXEscuelasAbiertas”  ¿Vamos a creer que quienes llevaron adelante procesos de destrucción de la educación pública, para convertirla en un negocio, ahora se interesan por el reencuentro de las niñas, niños y adolescentes argentinos en las mismas aulas que proyectaron aniquilar?

La escuela no es un salón de fiestas para satisfacer caprichos de madres y padres que quieren parecerse a la ciudad de Larreta. Y menos es un paseo comercial, compararla con esos espacios es una muestra clara de los intereses que se mueven detrás de estos reclamos.      

No es extraño que la equiparen a un bar o shopping para argumentar a favor de que se abran las aulas para la asistencia presencial, que desconozcan el trabajo de maestras y maestros en tiempos de pandemia. Para Cambiemos y afines la educación siempre ha sido mirada como un potencial negocio. Por eso cuando eran gobierno y pretendían asegurárselo no dudaron en ir contra el magisterio, ya sea descalificándolo o reprimiendo salvajemente. Imposible que entiendan –no está en sus planes- que la escuela es ante todo un lugar de cuidado. 

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