“Cuando en marzo todos corrimos a los supermercados para abastecernos como para una guerra, desde el Banco de Alimentos Rosario (BAR), comenzamos a llamar a nuestras organizaciones sociales, porque pensamos que ellos no podían hacer lo mismo”, evocó Fernando Cáceres. Los hechos confirmaron la intuición. A 200 días de campaña, 394 mil rosarinos recibieron un plato de comida a través de 1.649 organizaciones beneficiarias y 130 ollas populares, entre las que se distribuyeron 4 mil toneladas de alimentos en una aceitada estrategia que reúne voluntades del ámbito privado y logísticas de la esfera oficial. Un número dimensiona el efecto pandemia: hasta marzo, BAR atendía una red de 400 grupos sociales. La buena noticia es que la Campaña, que concluiría en octubre, se renovaría por dos meses más, a pedido de las autoridades.

Merenderos, comedores, clubes, parroquias, iglesias, templos, Congresos de Pastores, Padre Misericordioso, Cáritas, Curas Villeros y Veteranos de Malvinas, entre otros, forman parte de la red que hace llegar el alimento a quienes lo necesitan. Son más de 1.600  organizaciones que dan de comer o preparan un plato de comida, o una vianda. A esto se suman las ollas populares que surgen entre vecinos, donde cada uno pone algo y van cocinando una o dos veces por semana. “A estas organizaciones barriales espontáneas le damos una ayuda de fideos, aceite, puré de tomate, para que puedan sumar a su olla”, comentó Cáceres. También entregaron barbijos y alcohol en gel, además de realizar capacitaciones y armado de protocolos.

“Esta campaña contribuyó a la paz social y a que no faltara un plato de comida a ningún rosarino”, enfatizó. Y dijo que por primera vez trabajaron articulando bases de datos de la Municipalidad, del Concejo, de ediles y de la Provincia. “Pudimos unificar y trabajar un padrón único, empadronamos las organizaciones beneficiarias y las ubicamos en un mapa para saber cuántas y cuáles hay en cada distrito”, explicó.

A estos grupos les entregan pedidos consolidados de acuerdo a la cantidad de personas a las que se les brinda asistencia. Harina, arroz, legumbres, aceite, sal, polenta, puré de tomate, además de leche fluida larga vida que consiguen a buen precio de Cotar. Para la compra de estos alimentos, Municipalidad y Provincia aportan la mitad de los fondos necesarios mientras que empresas, aún estando en dificultades, y privados, completaron el resto con sumas más que generosas.

Pero hay más. Al consolidado de ocho productos básicos que asegura la Campaña con los fondos que recibe, se suma lo que el BAR reparte habitualmente: la recolección de frutas y verduras en el Mercado de Productores de 27 de Febrero, una importante donación semanal del Mercado de Fisherton y los yogures y galletitas. “Todo lo que nos donan lo incluimos en la Campaña, como los 10 mil huevos de Pascua que repartimos a las organizaciones sociales, antes del domingo de Pascua, para que los niños los tuvieran ese día”, dijo.

Según Cáceres, que la Campaña llegó a 395 mil personas no significa que todas coman a diario gracias al Banco de Alimentos, sino que por lo menos tuvieron un plato de comida. Además, dijo que en un primer momento de la cuarentena llegaron a tener 1.800 organizaciones beneficiarias. Y la ayuda llegaba a peones de taxis, empleadas domésticas, feriantes y meretrices, entre otros. “Había mucha gente de trabajo informal que nunca habían pedido asistencia, ni habían ido a un comedor, y que no tenían para comer. Ahora, a medida que se va abriendo la economía y van recuperando sus actividades, algunos no van necesitando ayuda”, enfatizó.

La noticia que cambió el año

Con la cuarentena en marcha, los mensajes entre la Red Nacional de Bancos de Alimentos y The Global FoodBanking, a nivel mundial, hablaban de una complejidad social en ascenso. La filial local no dudó. “Llamamos a nuestra base de datos y les dijimos «nosotros  vamos a seguir, no sabemos cómo pero vamos a estar al lado de ustedes»”, relató Cáceres.

“El BAR es de Rosario, no es de nadie. Más que nunca teníamos que ponernos a disposición de la ciudad, nos reunimos con gente de la Municipalidad y la Provincia y nos ofrecimos para articular una campaña solidaria, al margen de lo que ambas hacen en entrega de bolsones, y sumamos a la Bolsa de Comercio. Entendimos que hay que dejar cualquier bandera partidaria y hay que estar por arriba de todo para la necesidad de la gente”, explicó sobre la matriz que se convirtió en la Campaña Contagiemos Solidaridad y que logró sumar a todo el arco de organizaciones solidarias rosarinas.

“Llamamos a todos, creíamos que nos teníamos que reunir porque todos llegamos a los mismos, de forma distinta. Pensamos que no había que saturar pidiendo donaciones sino que había que centralizarlas, y así fue que nació la Campaña Contagiemos Solidaridad”, comentó. Y explicó que en esta ocasión, a diferencia de lo que vienen haciendo, recibían donaciones en dinero, la Bolsa gestiona donativos y audita.

El BAR

El Banco de Alimentos Rosario es una organización sin fines de lucro que nueve años atrás acuñó un modelo de gestión capaz de sumar voluntarios de tres horas semanales cada uno, para recuperar alimentos que se encuentran fuera del circuito comercial pero que son aptos para el consumo. Almacena, clasifica y distribuye de manera trazable y segura las donaciones de empresas y personas, entre los grupos que asisten a personas en situación de inseguridad alimentaria, “buscando reducir el hambre, mejorar la nutrición y evitar el desperdicio de alimentos”.

Desde su sede, en Carriego 360, se pone en marcha la estructura y la logística. Comedores, copas de leche, merenderos, jardines de infantes y casas para personas con discapacidad, son algunas de las entidades del circuito del BAR, que recupera alimentos en lata, pollo, arroz, fideos, galletitas, yogures y flanes, sólo a modo de ejemplo.

Donaciones

Ante la perspectiva de extensión de la Campaña para alimentos, quienes deseen colaborar pueden informarse en www.barosario.org.ar.

Fuente: El Eslabón

Más notas relacionadas
Más por Silvia Carafa
Más en Ciudad

Dejá un comentario

Sugerencia

Las niñas de Alcáser

Fantaseábamos con ellas. Nos parecíamos en que éramos tres y teníamos quince años. La hist