El libro Todo Diego es político compila 10 ensayos escritos por mujeres que giran en torno a la figura del ex astro del fútbol mundial como fenómeno social y generador de contradicciones.

Bárbara Pistoia nació en 1979, año en el que Diego tocaba por primera vez el cielo con las manos tras consagrarse campeón mundial juvenil en Japón con el seleccionado argentino. Es ensayista, artista plástica y tiene un libro sobre música, pero por sobre todas las cosas es muy futbolera y maradoniana. Y quería escribir sobre él. Un debate sobre las contradicciones que genera la figura del actual DT de Gimnasia entre las mujeres fue el puntapié inicial y definitivo, pero resolvió que a ese partido no lo iba a jugar sola. Convocó a 9 autoras más, para llegar al número mágico, y les dio absoluta libertad. Así nació Todo Diego es político.

Desarmando a Maradona

“Había pasado algo con Diego y lo estábamos comentando en un grupo de WhatsApp con unos amigos, y de golpe uno tira «Todo Diego es político». Enseguida pensé que ya tenía el título para el libro”, dice Bárbara de entrada, y agrega: “Hacía un tiempo que venía con la idea del libro pero siempre la pateaba para adelante. Y cuando apareció el nombre me dije que no podía dejar pasar esa frase, que creo que lo define muy bien”.

Un tiempo después, cuando Maradona fue presentado como entrenador del Lobo platense, “se armó un debate sobre que las mujeres feministas no podíamos amarlo. Eso me parece algo muy pavo, una posición muy cómoda, muy careta, y que cuando se traslada a un plano argumentativo está lleno de clasismo y de racismo”, continúa la editora del libro que ya está disponible en varias plataformas digitales y que en marzo próximo tendrá su esperada versión en papel.

Natalia Torres nació en 1982 –año en el que Diego se despidió con más pena que gloria de la Copa del Mundo que se disputó en España– y es una de las autoras convocadas por Pistoia para deconstruir la idea de que una feminista no puede adorar al más humano de los dioses, tal como lo describió el uruguayo Eduardo Galeano. “Maradona es una figura de peso social muy fuerte, en el sentido de su representación de la clase popular”, señala la escritora y también periodista cordobesa, y se explaya: “Profundamente pienso que el feminismo antes que nada debe ser interseccional, y debe ser un feminismo con conciencia de clase. Y pienso que despreciar a Maradona, y por sobre todas las cosas, despreciar lo que Maradona representa para mucha gente de extracción popular, es también despreciar todo ese costado del feminismo que para mí es esencial, el feminismo que se basa en las diferencias de clase”.

“Al libro lo pensé con muchas voces de mujeres, y fue lo que salió”, retoma Bárbara, y detalla: “Pensaba en ser libres a la hora de encararlo, así que no les di ninguna consigna y cada una pudo elegir su Diego, porque creo que todos y todas tenemos un Diego y cada una lo va a interpretar y a leer diferente, porque mucho tiene que ver con los recorridos propios. Solamente les dije el título del libro, y lo que surgió a partir de ahí fue una geografía política muy interesante del Diego”.

“Eso fue un gran acierto de Bárbara, que nos dio libertad”, devuelve la pared Natalia, y lo grafica: “Se dio como si Maradona fuera un sujeto a pintar y cada una fuera de una escuela pictórica diferente, hay cubistas, realistas, hay de todo. Entonces surgieron retratos de Maradona hombre, Maradona futbolista y, por supuesto, Maradona fenómeno social y político. Es como una imagen formada por otras imágenes”.

Un collage de Maradonas

“Hay miles de Diegos en cada texto y uno te va llevando a otro”, destaca Bárbara, que evidentemente quedó más que conforme con el resultado final. “Mi Diego es la representación popular, el que no se olvida de dónde viene, el que es muy leal a esas bases –confiesa–. Me copa mucho de él eso de conquistar espacios que no son destinados a los de su clase. No hay algo meritocrático en él, ni individualista. Y también lo considero como un artista en la cancha, es pura poesía. Pero hay algo más allá de lo futbolístico, no es muy común en nuestro deporte ese tipo de sujeto político, que siempre habla desde una mirada y una postura colectiva”.

“Mi texto, que se llama Planetario y mitológico, habla sobre Maradona como fenómeno único, en relación a ser un hijo de su época, y en estar metido en una categoría de ídolo de los que tal vez ya no existen, porque las condiciones para que se produzcan ya no pueden existir. Por eso pienso que las comparaciones con Messi son erradas, porque sus construcciones como futbolistas e ídolos son diferentes, no son equiparables”, aporta Torres, y acota: “Diego es abarcable desde un montón de ángulos. No es reducible a simples categorías, porque trasciende lo meramente humano. Fue interesante que cada una pudo elegir un tema sin consultar a las demás, y el resultado fue como una especie de rompecabezas en el que, por un lado, una aporta una pieza diferente, y por otro, son todas complementarias. Está el Maradona artista que se construye a sí mismo dentro y fuera de la cancha; el Maradona como discurso a leer; el Maradona desde el punto de vista psicológico y ni hablar desde el punto de vista político”.

Hay miles de Diegos

“Mi primera experiencia con Maradona fue el Mundial 90”, rememora Torres. “Y la primera imagen es diciéndole «hijos de puta» a los que silbaban el himno argentino. Ese es mi primer ícono, y que esa sea mi primera imagen creo que es definitorio, porque ese gesto lo define no sólo como jugador, sino como líder y como alguien ilimitado en todo sentido, que no conoce las restricciones de la mera humanidad. Es un gesto muy fuerte saber que las cámaras te están filmando y decir un insulto tan fuerte sabiendo que todo el mundo te va a estar viendo. Eso implica también tomar una postura”, sentencia Natalia, y admite: “Yo no crecí en un hogar futbolero, de hecho a mi papá terminé llevándolo yo a la cancha. Soy hincha de Belgrano”.

“Soy re futbolera pero sólo de mirar, no soy de ponerle el cuerpo al deporte”, se prende Bárbara, y aclara: “En mi familia somos todos de River, pero como soy de Boedo, mi relación con la cancha es más con San Lorenzo”.

“Cuando pensé el libro salió una nota en una revista sobre cómo al feminismo le cuesta tanto ser popular y para mí tiene que ver con que el feminismo predominante es progresista, blanco, de clase media y alta”, fustiga Pistoia, y argumenta: “Blanco en el sentido de una construcción política, social y cultural en cuanto a términos de raza y color. Esa nota fue un disparador, porque muchas mujeres dijeron «sí, es por acá». Para mí el feminismo es una herramienta más dentro de un montón de lecturas que hacen a una cuestión política”.

En ese sentido, Natalia remata: “Personalmente abracé el feminismo tratando de escapar a las reglas del patriarcado. Las mujeres permanentemente vivimos bajo esas reglas que nos imponen desde la infancia y yo no quiero salir de un set de reglas para entrar en otro. No quiero dejar que el patriarcado me diga qué hacer o que pase a decirme «no te puede gustar Maradona». Me parece un error intentar construir un feminismo alejado de la contradicción. Si hay algo que Maradona nos enseña como figura es que la contradicción, y abrazar las contradicciones, debería ser la esencia de todo ser humano. Y creo que el feminismo debe estar dispuesto a vivir la contradicción y a discutir la contradicción, no esconderla, sino tratar de resolverla, de problematizarla”.

*El libro está disponible en Amazon, en unos días estará en Google Play Books y después estará en Books Mail, que son tres plataformas digitales. En marzo estará impreso, en algunas librerías de Buenos Aires, con envíos a todo latinoamérica.

 

Fuente: El Eslabón

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