El plebiscito de Chile, la vuelta al gobierno del Movimiento Al Socialismo en Bolivia y la elección de Joseph Biden en Estados Unidos, muestran una tendencia de cambios en el mundo, cuya orientación esencial debe ser marcada por la conciencia y organización del trabajo en todas sus formas, cualificado o no, directivo, operativo o de control.

A principios de noviembre de 2020, Joseph Biden ha sido elegido presidente de Estados Unidos para los próximos 4 años. Donald Trump y su ala del partido Republicano aún no aceptan la derrota, pero otra ala del mismo partido, en cabeza del expresidente George Bush hijo, ha reconocido el triunfo de Biden, agregando que fueron unas elecciones limpias, sin fraude.

Es de resaltar que el número de votos populares fue uno de los más altos en la historia electoral de la democracia deformada de los Estados Unidos, y aunque Trump haya perdido en este indicador, obtuvo cerca de 70 millones de votos, hecho que indica el gran respaldo explícito que aún tiene en ese país la ideología y la práctica de la conservación del orden económico, político y social a través del sometimiento de las mayorías por una minoría supremacista, tanto hacia adentro de sus fronteras como hacía afuera.

Algunos sectores de izquierda y del progresismo en el mundo y una parte importante de la población norteamericana celebran la elección de Biden, pues piensan que él y su partido Demócrata, que también ha sido un partido de las guerras contra los pueblos, aplicarán elementos progresistas en sus políticas de estímulo económico-social, energías limpias, reducción del odio contra la población negra, reversión de las oprobiosas políticas migratorias y establecimiento de un sistema de salud que proteja a la población contra pandemias como la del Covid-19 y la proliferación de enfermedades no transmisibles. La comunidad internacional progresista espera que el comportamiento de Biden, por ejemplo, con respecto a la soberanía nacional de los países latinoamericanos, sea el del respeto a esas soberanías.

Todo parece indicar que en un buen sector de la población en Estados Unidos, crece la esperanza por el Vivir Bien, sin discriminación y sin precarización de sus ingresos. Se habla de dar relevancia al rol de la mujer, a la juventud que se forma para acceder al trabajo digno y a la población negra que sigue reclamando sus derechos de igualdad. Bernie Sanders, del ala más de izquierda del partido Demócrata, pide ser nombrado ministro para defender la dignidad de los asalariados y Biden proclama que Estados Unidos volverá a ser el faro del mundo. ¿Acaso no lo son también Rusia y China con sus propuestas de paz, desarrollo y convivencia entre pueblos? ¿Acaso no lo son Chile y Bolivia con sus propuestas de cambio histórico?.

El 25 de octubre, casi el 80 por ciento de los electores en Chile, después de una gran movilización social y cultural gestada en el año 2019 por amplios sectores del trabajo y de la población, aprobó la apertura de un proceso de redacción y aprobación democrática de una nueva constitución que supere la heredada de la dictadura de Pinochet. Cabe recordar que la dictadura de Pinochet se inscribió en la aplicación a nivel mundial de las tendencias contrarrestantes violentas a la caída tendencial de la tasa promedio de ganancias del capital, que constituye desde principios de los años 70 del siglo anterior una de las características clave de la crisis estructural reptante del sistema-mundo del capital. En tal sentido el mando del capital ordenó, bajo la fórmula liberal de menos Estado, asaltar las remuneraciones del trabajo y su seguridad social y poner a la baja los precios de las materias primas como el cobre, en el caso de Chile.

El 8 de noviembre, en plena polémica en los Estados Unidos por la elección de Biden, asumieron como presidente y vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia Luis Arce y David Choquehuanca. La base social de respaldo al nuevo gobierno es el pueblo originario Aymara, los trabajadores mineros, industriales y de la administración pública, pero está siempre bajo el asedio de las fuerzas policiales y militares golpistas, subordinadas a los mandatos de la política exterior del capital. El Golpe en Bolivia, un año atrás, propiciado por el gobierno de Trump, la OEA y los mandatarios de los países de la Pandilla de Lima, buscaba litio y gas barato para las grandes empresas y la disminución de las condiciones de vida digna del pueblo, que ya se habían orientado hacia la práctica progresiva del vivir bien de toda la población.

Está abierto de nuevo el camino en Chile y Bolivia para andar, aún con sus tramos sinuosos, hacia un nuevo mundo de hermandad y convivencia humana, como bien lo expresó Choquehuanca en su discurso de posesión, sin egoísmos ni elitismos. Deben superar estos dos pueblos el rol de sus fuerzas armadas y de policía, formadas para impedir los cambios a favor de la dignidad humana. Este será un punto crucial, donde además se verá en los hechos hasta dónde habrá una mínima ruptura de Biden con la política estadounidense de hegemonismo del Pentágono y el dólar, para someter a gobiernos y pueblos al plan de ganancia y dominio de las grandes corporaciones del capital anglosajón, israelí y de algunas petromonarquías.

Los globalistas de la derecha y el llamado centro liberal respiran por el posible regreso con Biden de los planes transatlánticos, transpacíficos  y de fronteras nacionales mínimas, a favor de la reproducción del sistema integral de la ganancia creciente (no sólo del capital financiero) que, en apariencia y parcialmente ponía en peligro la estrategia económica del continentalismo y el proteccionismo de Trump.

En la confrontación Trump-Biden se puede caer fácilmente en valoraciones superficiales sobre sus personalidades y estilos. No se trata de optar entre el bueno y el malo, o de apostar por el más culto y menos agresivo en su verbo. El debate es sobre la economía política de un ala u otra del capital que representan Trump y Biden y sus efectos sobre la vida de los pueblos. Ante este panorama, la tarea es la articulación de un gran movimiento cultural y social mundial por el Vivir Bien que logre, en tiempos de mandatos como el de Biden y Kamala Harris, reducir las agresiones del Pentágono y el dólar contra los pueblos.

*Equipo de Trabajo en Educación,
Literatura y Artes en el Cambio de Época (etelace2050@gmail.com)

 

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