Un acto de violencia, un agravio y más en este contexto de pandemia donde la jornada laboral de la docencia se ha multiplicado. Otra descalificación al colectivo del magisterio, mayoritariamente integrado por mujeres. Y un paso más en el ataque a la educación pública. Así sintetiza la profesora Julia Ceruti las expresiones de la ministra de Educación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Caba), Soledad Acuña. La funcionaria de Horacio Larreta había manifestado –entre otras declaraciones- que quienes eligen el oficio de enseñar “son fracasadas”, que “lo hacen porque no les queda otra”, además de pedir a las familias “que denuncien a quienes adoctrinan en las aulas”.

Julia Ceruti es profesora de Ciencias de la Educación y enseña en los institutos de Rosario Olga Cossettini, Normal 1, N° 16 y en el N° 5 de Cañada de Gómez. También integra los equipos de ESI (Educación Sexual Integral) y de Género de Amsafé provincial, además de trabajar en estos temas en la Secretaría de Género de la CTA. Julia además participa, desde estos espacios, en la Intersindical de Mujeresque reúne a referentas de casi todos los sindicatos de Rosario.

La profesora Ceruti marca cómo las declaraciones de Acuña actualizan las razones de la conmemoración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, cada 25 de noviembre. “No se puede dejar pasar una afirmación con tanta violencia”, considera.

Julia asegura que las definiciones de la ministra de Larreta responden a la violencia simbólica, psicológica, que abona al discurso propio de las políticas pasadas que buscan socavar la educación pública. “Esas afirmaciones no son aleatorias o desafortunadas, de una persona que consideramos debe proteger y velar por los derechos de las y les trabajadores. Es un insulto. No lo podemos dejar pasar. Nos enoja terriblemente porque es una forma de violentarnos, de denigrar la tarea y de alguna manera también de seguir abonando a estos mitos”.

Aquí Julia cita y recomienda la lectura del libro Mitomanías de la educación argentina, de Alejandro Grimson y Emilio Tenti Fanfani, donde se analizan muchos de los mitos sobre el trabajo docente, ahora dichos por Acuña, como los que afirman que “las maestras son vagas” o “la educación privada es mejor”.

Además, por tratarse de un gremio mayoritariamente de mujeres, las violentas afirmaciones –sostiene Ceruti- llegan cargadas de estereotipos al decir que son maestras porque “no les queda otra” o “no tienen posibilidades de desarrollar ninguna otra tarea, entonces son docentes”.  Y añade que eso invita a pensar que la docencia no es un trabajo ni una profesión.

Julia señala que a esos mitos despreciativos hacia la docencia se suman los que aluden a la vocación (“les falta vocación”), como si ésta se tratara de un llamado divino que imposibilita pensarse como trabajadoras. Y defiende la vocación ligada “al amor por la tarea –de la que habla Paulo Freire-, por les sujetos, por el conocimiento”; y a la vez les permite pensarse como trabajadoras que reclaman por lo que es justo.

Vanesa Castillo, presente!

Para Julia Ceruti hablar del 25N en las aulas, con estudiantes y docentes, es indispensable “no solamente para mantener viva la historia” de la efeméride que recuerda el femicidio de las hermanas Mirabal por órdenes del dictador Rafael Trujillo (República Dominicana), el 25 de noviembre de 1960, sino como oportunidad de traer la fecha al presente y ver cómo el tema de la violencia de género nos sigue encontrando y problematizando.

Así propuesto, Julia Ceruti enmarca las recientes declaraciones de la ministra Acuña como expresiones que violentan al magisterio. También el recuerdo de Vanesa Castillo, la maestra santafesina víctima de femicidio.

Ese femicidio dejó a la vista –dice Ceruti- la desprotección en la que la docencia realiza tareas que les son propias como las de informar los casos de abusos en niñas, niños y adolescentes.  Llevó a la mesa de paritarias la necesidad de proteger la identidad de la denunciante, de poder cumplir con una tarea de no mirar para otro lado ante los casos de abuso. Además de dar pie para que se haga efectiva la LeyVanesa.

Vanesa Castillo fue asesinada de 13 puñaladas el 15 de febrero de 2018, cuando salió de trabajar de la Escuela N°533 de Santa Fe. El asesino es Juan Ramón Cano, recientemente condenado a cadena perpetua. Dos meses antes del femicidio, Vanesa había acompañado a hacer la denuncia –así lo establece el decreto 2288- a una alumna, una nena de 12 años, embarazada víctima de abuso sexual infantil.

Licencia y ley de ESI

Toda la charla con la profesora Julia Ceruti está atravesada por el valor de la Educación Sexual Integral, ya incorporada a lo cotidiano como ESI. Julia la define como “una herramienta” capaz de proponer otros paradigmas de educación, de escuela, de pensar las relaciones humanas y las maneras de vincularnos. Mucho ayudan en esta tarea los aportes propios de la educación popular.

También como una oportunidad para desandar las biografías personales que nos unen a esta educación, siempre para mejorar nuestras vidas. Así de potente es la ESI. Pero la ley nacional respectiva (26.150), aprobada hace 14 años, aún sigue encontrando resistencias, topándose con prejuicios que obstaculizan para su plena aplicación. Algunos se manifiestan en los prejuicios que demoran la aprobación de una ley de ESI para la provincia. El 8 de octubre pasado la iniciativa logró la media sanción de la Cámara de Diputados. Ahora resta esperar –una vez más- que la trate y sancione la de Senadores.

“Al final será ley”, confía Julia Ceruti sobre el futuro de esta norma. La afirmación viene de la confianza que tiene en las luchas sostenidas por el magisterio que se ven en las calles, pero también en los debates alrededor de encuentros, talleres, cursos de capacitación. En el día a día en las aulas.

De ese recorrido Julia destaca el logro de haber conseguido que se modifique el reglamento de licencias, para que las docentes las puedan tomar por violencia de género. “Antes estas licencias se tomaban por razones psiquiátricas, médicas, pero no había un código que reflejara la violencia de género”.

Julia cuenta que aún muchas compañeras llegan a consultarlas, a preguntarles a partir de los talleres y las charlas que se organizan desde los sindicatos por situaciones que hasta no hace tanto naturalizaban: maltrato, sometimientos, castigos a la autoestima.

Fuente: El Eslabón

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