Esta nota fue escrita de forma colaborativa entre las periodistas Laura Hintze, del periódico El Eslabón / Redacción Rosario, y Arlen Buchara, del diario El Ciudadano.

El aborto ya es legal en Argentina. Como en 2018, mientras adentro del Congreso Nacional se escuchan los argumentos a favor y en contra, en las calles y en las plazas de todo el país miles de mujeres, lesbianas, travestis, no binaries y varones vuelven a decir que la sociedad ya despenalizó el aborto. Y piden, una vez más, que la representación política esté a la altura.

Esta vez el viento verde sopla a favor. Si en 2018 cada minuto era clave para la definición de votos y a las 20 horas de debate todavía era incierto el resultado, este 2020 el impulso del Poder Ejecutivo se suma a los 30 años de pelea por el aborto legal e inclinan la balanza a favor de la media sanción. Y hasta hay más certezas de lograr los votos positivos en el Senado.

Las vigilias son una fiesta y actualizan un capítulo más en esa continuidad que hay entre los pañuelos blancos y los verdes: el dolor se puede transformar en la lucha, y la lucha puede, y debe, ser con alegría. Al momento, se estima que el debate continuará hasta la 02.30, según dijo el presidente de la Cámara Sergio Massa, contrariamente a las expectativas con las que arrancó el día, que indicaban que la jornada legislativa duraría más de 30 horas y se estaría votando pasado el mediodía del viernes.

Foto: Sol Vassallo

 

Foto: Sol Vassallo

 

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Feminista y maradoniana

En la esquina de Perón y Callao un container del Movimiento Evita hace de escenario para las DJ. En este 2020 no hay recitales de Jimena Baron pero sí lugar para bailar y cantar. Miles de personas pasan caminando y se quedan. La fiesta feminista, esa tan extrañada y deseada, toma las calles de a poco.  “En una villa nació”, empieza a sonar, anunciando La Mano de Dios, de Rodrigo. Hay un silencio que dura un instante, como si todas y todes hubieran reafirmado que el Diego murió hace apenas 15 días. “Maradó, Maradó”, siguen. “Sembró alegría en el pueblo, regó de gloria este suelo”. El pueblo feminista y maradoniano demuestra que son muchos los debates que este fin de año quedarán saldados.

Como en 2018, la plaza del Congreso está dividida en dos por vallas. Sobre Rivadavia y Callao se extiende la marea verde. Del lado de Yrigoyen concentran quienes están en contra, con el color celeste como referencia.

Foto: Sol Vassallo

Con la caída del sol, el “lado verde” del Congreso de la Nación comenzó a coparse. Cientos de miles de pibas, mujeres, lesbianas, travestis, no binaries salieron de trabajar y desde distintos puntos de la ciudad de Buenos Aires y el conurbano eligieron no abandonar el lugar que le pertenece al proyecto: la calle. El panorama no es similar al de 2018. La pandemia atraviesa una vigilia de glitter y barbijos, alcohol en gel en cada mochila, mucho calor, otro tipo de ansiedad. Porque no sólo se trata de una posibilidad real y concreta – otra vez, pero esta vez un poco más – de que el aborto sea legal. Es también la vuelta, con distancia social, a ese abrazo colectivo, feminista, que en los últimos años se había vuelto rutina, bálsamo y fiesta.

Así, cada cuadra alterna: pantallas gigantes que transmiten el debate y cientos de personas que se sientan en canastita a escuchar con atención, chiflar o vitorear; micrófonos que giran en rondas donde se cuentan experiencias, se discute, se organiza; escenarios que traen la fiesta que no fue el 2020. Si algo queda claro, caminando las al menos diez cuadras ocupadas por el Sí al aborto, es que las estadísticas, la cantidad de muertes, las violencias sufridas por niñas, señoras, mujeres, varones trans, personas no binarias, el horror en sí, pueden transformarse en lucha, tal como enseñaron las Madres y Abuelas de la Plaza de Mayo, que este jueves también celebraron los 37 años de la vuelta de la democracia. Y que la lucha, más después del año de la pandemia, es también la alegría de volver a encontrarse.

Foto: Sol Vassallo

Del otro lado, el celeste, el acompañamiento al No al aborto es con crucifijo que porta a un bebé de plástico manchado de sangre. Se apela a la protección de las dos vidas y se advierte con una bandera que “no queremos un Ministerio de la Muerte”. También se denuncia: “aborto, gorila y burgués”. Una señora defiende su postura arrodillándose y simulando una procesión, crucifijo y muñeco sangriento en mano.

Mientras tanto, adentro

La sesión arrancó a las 11.15, la hora prometida, con las palabras del presidente de la Cámara Sergio Massa. “Acá no hay diputados antiderechos ni diputados asesinos”, dijo y pidió un debate con respeto. A la misma hora, el presidente Alberto Fernández y el ministro de Salud Ginés González García anunciaban que la vacuna contra el covid-19 llegará a 300 mil personas antes de fin de año.

Mientras las y los legisladores se preparaban para más de 17 horas de debate, desde el Salón de los Pasos Perdidos y desde el recinto se empezó a escuchar el agite que venía de Callao y Rivadavia. No fue difícil recordar la escena que, dos años y medio atrás, se viralizó durante el debate en el Senado. “¿Qué es ese ruido?”, se había preguntado el 8 de agosto el senador Federico Pinedo mientras argumentaba en contra de la IVE. Al instante se respondió solo: “Ah, la calle».

En la sesión especial, la primera presencial en la pandemia, con 105 diputados y diputadas en el recinto, y 45 de forma virtual, se discuten dos proyectos que tuvieron dictamen el miércoles por la tarde: el de Interrupción Voluntaria del Embarazo y el que crea el programa de los Mil Días. Primero se trata y vota el aborto legal, con 170 expositores, y después el de los Mil Días, por el que hablarán 50 legisladores y legisladoras.

La discusión arrancó este mediodía y, como en 2018, es intensa, maratónica, histórica. No es para menos. Que Argentina discuta el aborto legal es un faro en Latinoamérica, una región en la cual el 97 por ciento de las personas gestantes viven en países donde el aborto está penalizado. Sólo seis países en la región, que concentra apenas el 3 por ciento de la población, tienen aborto voluntario y legal.

Las primeras exposiciones fueron de las y los presidentes de las comisiones de Legislación General, Cecilia Moreau (Frente de Todos); de Salud, Pablo Yedlin (FDT); de Legislación Penal, Carolina Gaillard (FDT) y de Mujeres y Diversidad, Mónica Macha (FDT), quienes tuvieron 20 minutos para argumentar. Los cuatro destacaron la importancia de que el Congreso apruebe el proyecto y coincidieron que se trata de «una deuda histórica». Después arrancaron el resto de las y los expositores, con cinco minutos para opinar a favor o en contra.

Foto: Sol Vassallo

Son muchas las exposiciones que emocionan. La diputada santafesina Patricia Mounier recordó a Ana María Acevedo, la joven de 19 años que murió porque médicos objetores del Hospital Iturraspe de Santa Fe se negaron a tratar el cáncer de mandibula que la estaba matando para salvar al feto. Los dos murieron.

Uno de los momentos más emotivos fue cuando habló la legisladora Blanca Osuna, diputada del Frente de Todos de Entre Ríos, quien salió de manera virtual desde el hospital donde está internada por Covid-19. Dijo que las leyes de ampliación de derechos son fruto de la coincidencia entre las reivindicaciones sociales y un gobierno popular y que estaba orgullosa de ser parte del espacio político que impulsa el debate: “Cuando uno revisa los argumentos a favor y en contra encuentra que se repiten. Y en esta ley es más claro que nunca”.

La diputada Alicia Aparicio, también del FDT, habló de su abuela, que murió a los 22 años por un aborto clandestino. No pudo contener el llanto, al igual que las miles que la escuchaban desde las calles. “Pido educación para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal, seguro y gratuito para no morir. Que sea ley”, cerró.

Foto: Sol Vassallo

 

Foto: Sol Vassallo

 

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Los votos en contra se justificaron, en su mayoría, apelando a salvar las dos vidas. Para eso la propuesta de salvamento fue diversa: se apeló a las religiones, a cuestiones de clase. Se denunció que el debate es una estrategia para evitar hablar de la situación con los jubilados y la crisis económica. Un diputado aseguró que el debate “no es prioritario”,  “que los progres son falsos progres” y que esto es “un negocio mundial de FMI”. La diputada que en 2018 comparó a las mujeres con perritas no cambió de postura. Esta vez, sin embargo, no usó animales para argumentar. Sí cerró con un “disculpenme, pero no puedo apoyar este proyecto”.

Mientras se repiten los mismos argumentos que hacen pensar en el lugar de la mujer en la sociedad como un recipiente para dar hijos sin ningún tipo de autonomía, resulta imposible no pensar en el ex senador Pino Solanas y en su reivindicación del derecho al goce, ese mismo del que habla Dora Barrancos. Más aún cuando es el Día Internacional de los Derechos Humanos y Pino dejó el legado de que el goce, señores y señoras, es un derecho humano.

 

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