Van pasando los días y el Diego sigue y seguirá acampando entre gentíos y sus recuerdos de alegrías que dejó tatuados en el lado de adentro de las mayorías. Lejos de disputas por herencias o regalías, el de Fiorito sigue muy de pecho en alto, como todo guardián de lo popular. Sabemos que con sólo con una apilada de contrarios y una supuesta mano en alto, convoca a su pueblo a otra historia y más revanchas.

Foto: Florencia Guzzetti

Y así, una suelta de historias personales y familiares se abrazan y se hacen colectivas.  “Aquel jueves 26 de noviembre fuimos en bici y subte hasta la Plaza, llegamos a las 10”, nos dice Darío de Laferrere. A las 12, “ya estábamos junto al Diego. Tengo un hijo de 10 y otro de 20, y le dejamos una camiseta del más chico porque queríamos que se llevara algo nuestro”, relata, luego de acompañar con miles de ciudadanos más, al 10.

“En ese momento, cuando estuvimos junto a él, los cánticos se transformaron en un profundo silencio. Luego vinieron los abrazos y las fotos con todos, hasta con desconocidos e hinchas de otros clubes y barrios. Flotaban los «Gracias Maestro» y los «Estás en nuestros corazones»”.

Darío tiene 44 años, viene de una familia de santiagueños y asegura: “Gracias a mi padre, soy peronista y de Laferrere”.

Foto: Florencia Guzzetti

“Antes, con un amigo habíamos ido temprano a hacerme unos análisis que me pidieron en un laburo para tomarme. Trabajo en la  construcción, pero con la pandemia me quedé desocupado”, señala. “Ahora colaboro en ollas populares del grupo Lafererre Solidaria, haciendo vacunación y mantenimiento en el predio del Polideportivo de Ciudad Evita, de la Matanza. Estoy en Movimiento 1956, una agrupación de la hinchada vieja”, agrega, en referencia al Lafe, El Verde o El Villero, como se conoce al club de la localidad más poblada del partido bonaerense de La Matanza.

Le dieron con una tonfa en la cabeza

“En el microcentro había corridas, griteríos y ruidos de motos. Esperábamos a algunos para ir a la Plaza, pero a las 13.55 empecé a filmar la calle (Alsina entre Defensa y Bolívar)”, recuerda Luis, secretario general de la agrupación Felipe Vallese. “Desde una ventana vimos cómo, desde una moto, un cana golpeó a un pibe en la cabeza con la tonfa (bastón contundente que usa la yuta)”. Luis también resaltó que otro hincha, con una remera que recordaba al mítico Garrafa Sánchez, asistía al que estaba como desmayado en la vereda. “Estuvo más de dos horas tirado, sin aparecer una ambulancia que manifestantes y vecinos pedimos mil veces”, dice Luis, y agrega: “El de Lafe discutía con la cana para que no reprima, buscaba calmar el ambiente, y mientras, también asistía al herido”. Y vuelve a resaltar “la enorme actitud del compañero que tenía puesta una remera de Garrafa Sánchez”.

El caído se repuso, y Luis filmó toda la escena, con las corridas y griteríos, con la actitud pasiva de una camioneta de Prefectura y la mancha de sangre en la vereda. Ese material, decidió luego aportarlo a la Coordinadora de Derechos Humanos del Fútbol Argentino.

Paren, sólo queremos ver al Diego

Más tarde, alrededor de las 15.30, un carro hidrante irrumpió en la esquina de Avenida de Mayo y 9 de Julio, para reprimir y desalojar la zona. Allí, la reportera gráfica Flor Guzzetti era testigo de los hechos. “No tenía que ir por trabajo, pero quise estar con mi cámara para tomar imágenes, era algo histórico”, contó luego.

“Aparecieron un montón de policías, en cantidades desmedidas, venían en motos, camiones hidrantes, de todo. Querían cortar la cola de gente que buscaba llegar a la Casada Rosada. Pero, empezó la represión”, indicó Flor, quien trabaja en la agencia informativa Tierra Viva.

Las fotos de Flor, del jueves 26, toman el momento en que Darío de Laferrere, el mismo que horas antes había ayudado a un pibe golpeado en Alsina, ahora intentaba frenar este otro tumulto. “Paren, lo único que queremos es ir a ver al Diego”, gritaba el de Lafe, según relata Flor.

En esa situación, al estar en el lugar, entre corridas y embestidas de los carros, Darío de Laferrere sintió un golpe en un gamba. “Al principio no me di cuenta, pero fue en la izquierda. Me di cuenta que era en la pierna que para mí es la querida zurda, justo como la del Diego y la de Garrafa”.

Con otros tres hinchas, cuenta por su parte Darío, “le pedíamos al chofer del carro hidráulico que se frenara, pero él me gritaba que saliera de su camino. Otros canas me pedían que manejara a la gente, pero yo no soy un jefe de barra, estaba ahí nomás. Finalmente, entre el griterío de la gente, el camión se frenó. Y mientras lo empujaban para atrás, el vehículo se empezó a retirar y la gente aplaudía».

Una camiseta con imágenes de ídolos

“Cuando tenía 26 años, entrenaba en Lafe”, rememora Darío, y agrega: “Entonces lo conocía a Garrafa y sus lujos. Y cuando se fue a otros clubes, me escapaba para poder verlo”. En 2006, a los 31 años, Garrafa murió en un accidente de moto. Había llevado su habilidad y atrevimiento por Lafe, El Porvenir y Banfield, y también por la oriental Bella Vista.

Como un escudo, Darío fue a la despedida de Maradona armado de una remera con imágenes de esos dos atorrantes a los que tanto admiraba por esa forma de entender el juego.

El periodista Juan Stanisci, al registrar en 1994 un clásico entre Lafe y Almirante Brown, cuenta que Diego se apareció en la cancha y tras usar una escalera de albañil, miraría el partido desde el techo del vestuario. Luego, dicen que el Pelusa se sacó una foto con todos los jugadores, y una con Garrafa, con quien hablaron y se prometieron goles.

Del dolor a la alegría

“Fue un día histórico, marcado por el dolor pero también con mucha alegría”, admite Luis, de la agrupación Felipe Vallese, y aclara: “Militamos políticamente desde la cultura popular”.

“Hasta 2007, fuimos una agrupación tradicional de política territorial. Hasta que transformamos nuestras unidades básicas en centros culturales y ahí empezamos a llegar a jóvenes. Luego, con la UOM Quilmes, empezamos a dar talleres de soldadura y después vinieron las esculturas”.

“Integraba el movimiento nacional de empresas recuperadas, y en 2003, en el (Hotel) Bauen, armamos la agrupación Vallese. Nuestra primera escultura pública fue Felipe Varela, en Catamarca. Hoy llevamos más de 60 emplazadas, entre ellas la de Andresito en Corrientes y una de Allende en Chile, y más de 300 murales”, sostiene Luis, quien se define como militante político, de 53 años, trabajador de la cultura popular, peronista y kirchnerista.

Sobre nuestro Darío de Laferrere, Luis señala: “Creo que es la síntesis del pueblo movilizado, comprometido, solidario y con huevos”.

La zurda llora

“La imagen muestra que un sólo hombre extendiendo sus brazos es capaz de frenar a un camión hidrante de la Policía de la ciudad”, publicará luego Sergio Cherco Smietniansky, abogado de Banfield y militante de la Coordinadora de DDHH del Fútbol Argentino, nacida en 2018. “Pero el tipo no está sólo, lo protege en sus espaldas un duende de potrero llamado José Luis Garrafa Sánchez. Insisto que no está solo porque además se encuentra despidiendo a Diego, y por ende en su ser encarna a millones. El egoísmo me lleva a afirmar que la imagen condensa al «10» de mi mundo con el «10» de todos los mundos, pero la realidad es otra, la imagen lo que condensa es el sentir de los nadies. La foto también es un juego de  contrastes: la Capital contra el conurbano; la Policía contra el pueblo, la represión contra la dignidad”, remarca Cherco, y concluye: “Las crónicas policiales podrán decir que el tipo sangra de una pierna. Las crónicas populares dirán en cambio que la zurda le llora”.

Al charlar con Darío, desde El Eslabón le preguntamos: “¿Vos sos Jesús de Laferrere?”, por el personaje creado por el filósofo Diego Capusotto. Darío se rió, saludó “al capo del compañero Capusotto”, y confirmó que lamentablemente no se le ocurrió transformar en birra el agua del carro hidrante, como seguramente hubiera hecho el Jesús de Lafe.

Fuente: El Eslabón

 

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