estudiantes de Casilda

Estudiantes del secundario de 5° año plantaron árboles para despedirse del secundario, dejar una huella de su paso por la escuela y, de alguna manera, “ganarle” a la pandemia. La directora de la Escuela Secundaria N° 202 Manuel Leiva, la Normal de Casilda –como mejor se la conoce-, María Alejandra Bustos, celebra haber podido concretar esta “acción colectiva, que busca trascender y sobre todo pensar en el otro”. El proyecto se llama “La Normal se planta” y tiene la promesa de replicarse de aquí en más todos los años.

Desde el martes 17 pasado, Casilda cuenta con tres cuadras más de árboles (en el Boulevard 25 de Mayo entre Dante Alighieri y Mendoza). Son 53 especies autóctonas de tipa y virapitá, colocadas por las y los estudiantes de 5° año. La idea original era que fueran 84, una por cada alumna y alumno que en 2020 se graduó en esta escuela pública del sur santafesino, pero no consiguieron más que ese número de árboles propios de esta zona.

La historia de este proyecto nace a principio de año, cuando aún no se conocía la dimensión ni el impacto que tendría la pandemia a nivel social, y educativo. María Alejandra es la directora de la Normal y también profesora de construcción de la ciudadanía de 5°año. En la única clase presencial que tuvo en marzo pasado, les propuso a sus estudiantes pensar en un fin de año relacionado con los valores. Y les acercó la intención de plantar un árbol.

estudiantes Casilda
En pleno trabajo de plantación de las especies autóctonas.

Pero luego llegó la pandemia. Lo que siguió fue acomodarse a una situación de enseñanza inédita, difícil a la que había que hacerle frente a diario, además de atender la multiplicidad de problemáticas que atraviesan la vida de una escuela de 500 estudiantes. De a poco se fueron acomodando a las clases por meet y a las nuevas formas de relacionarse pedagógicamente.

“Venían muy bien, algunos más cansados y enojados porque no volvíamos a las clases presenciales”, repasa María Alejandra de cómo se fue dando el año escolar hasta septiembre pasado. En ese mes es cuando decide retomar el proyecto. “Les reitero la idea de La Normal se planta, de hacerlo, y dejarle un regalo a la ciudad”, repasa de ese proceso en el que se fueron sumando otras voces para fortalecer la idea de legado de esta iniciativa.

Envían la propuesta a la Municipalidad de Casilda, que de inmediato se pone a disposición, designa el lugar posible, y también se suman las familias. Eso aceleró el proceso de compras de las especies, con la ayuda de empresas de la zona y el aporte de las madres y padres de los estudiantes. La fecha asignada fue el martes 17 de diciembre pasado, a las cinco de la tarde.

Cuando las chicas y los chicos llegaron con sus bidones con agua, herramientas y las instrucciones para plantar, los 53 pozos a lo largo de la avenida 25 de Mayo ya estaban hechos. Desde la Municipalidad –detalla la directora- les ofrecieron una clase de concientización sobre el compromiso de cuidado y seguimiento que asumían al plantar esas especies.

“La graduación”

A ese primer “enojo” de no poder retomar la presencialidad, luego se sumó otro: la imposibilidad del acto de graduación. Al no haber resolución ministerial ni permiso oficial que lo avale, hubo que mediar, pensar una alternativa al no rotundo.  “No se pudo el acto, pero sí darle un espacio de reencuentro a principio de diciembre”, dice María Alejandra y reitera la acción que siguió después con el proyecto de los árboles.

En la voz de María Alejandra se reconoce el dolor de no haber podido transitar el año con sus estudiantes como fue otras veces: “Desde lo personal me siento en deuda con 5° año. Nosotros trabajamos para que tengan autonomía, y que puedan ser los reales protagonistas de la escuela, en todo sentido. Este año íbamos a inaugurar una radio y no se pudo por la pandemia”.

Los primeros días de diciembre la escuela se organizó en el patio enorme que tiene para recibir a las y los estudiantes. “Hicimos una ronda inmensa, sentimos la escuela, se quebraron, se sacaron fotos, sirvió para devolverles algo. Los vi contentos, dispuestos”, comparte de ese reencuentro más que emotivo.

“Se sacaron fotos en sus aulas, en su mural. Les llevé de regalo unos sombreritos de graduados que hice el fin de semana largo, con la ayuda de mi marido, y mi suegra que les tejió los pomponcitos, mientras mi perra se comía la goma eva. Estaban chochos, tenían esa necesidad de volver”, recorre sobre ese retorno a la escuela que además sirvió para aliviar el “enojo”.

María Alejandra lamenta que no hayan podido estar todos los chicos y chicas el día que se plantaron los árboles. Es que en el horario dispuesto por la Municipalidad, muchos chicos están trabajando. “Pero quienes pudieron estar se emocionaron mucho y todos entendieron que dejaron algo”, resalta.

estudiantes Casilda
Las especies de tipa y virapitá se plantaron a lo largo de tres cuadras.

En esa charla con los estudiantes la directora les marcó la señal de presente y futuro que tiene el proyecto, porque “cuando ya sean profesionales, tengan sus propias familias van a encontrar el árbol que plantaron en la pandemia y lejos de marcarlos por una cuestión fea, será porque tomaron la decisión de trascender y dejar algo para el otro”.

En el proyecto de “La Normal se planta” hay también una fuerte apuesta “a valorar la vida y a cuidarla”, tal como subraya María Alejandra, sobre todo en una comunidad chica como Casilda, muy golpeada por el coronavirus. En la concreción de la idea “se vio reflejado este ideario que tiene la escuela Normal, de trascender y pensar en los otros”.

En la charla con María Alejandra surgen todo el tiempo anécdotas y recuerdos tristes y emotivos vividos alrededor de la pandemia. Entre estos últimos se inscribe uno que la conmovió como educadora: “Hay una institución privada que todos los años nos invita a premiar al mejor compañero. Cuando les dije a los chicos de 5° de esta invitación, de inmediato empezaron a decir: ¿Mejor compañero? Nosotros somos todos o ninguno! Y me recordaron que, por ejemplo, quien había sido elegido mejor compañero del año pasado, este año no tuvo plata para conectarse, por qué habría que dejarlo afuera. Todos somos mejores compañeros, me insistieron. Conclusión: no nos presentamos y así comunicamos esta decisión”.

María Alejandra cuenta que en estos días leyó en alguna de las redes y posteos de sus alumnos que alguien escribió que podrían haberse quedado en la situación de enojo, pero sin embargo salieron adelante y plantaron un árbol. Sin dudas, también sumaron más a esa escuela que sostiene en el afecto y el compromiso colectivo. Indispensables para crecer.

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