Ecuador votará este domingo 7 de febrero por un nuevo presidente, con el marco de fondo de hospitales colapsados. Los tres candidatos principales, de una compulsa en la que compiten 16, son el correista Andrés Arauz, el empresario Guillermo Lasso y el líder indigenista Yaku Pérez. Los sondeos prevén que la puja estará en ese orden, pero que ninguno de los dos primeros alcanzaría la mayoría, lo que los obligaría a ir a una segunda vuelta. El posible tercero en cuestión también pone muchos votos en juego, y ya optó, en una elección anterior, por Lasso. Las tendencias de los encuestadores son muy parejas, con una leve ventaja a favor de Arauz, aunque no sería extraño que, una vez más, haya sorpresas.

En medio de un clima de temor y pedidos de máxima seguridad debido a la pandemia del Covid-19, el gobierno ecuatoriano recordó a los más de 13 millones de ciudadanos facultados para votar el domingo que el acto es obligatorio y quienes no vayan a las urnas deberán presentar una justificación válida o serán sancionados con “una multa equivalente al 10 por ciento del Salario Básico Unificado”. La crisis económica que deja la gestión neoliberal de Lenin Moreno, más el Covid-19, se conjugan y los consultores estiman que habrá baja participación en los comicios.

El coronavirus mantiene a Ecuador por encima de los mil contagios diarios y ya suma 15 mil fallecidos, con una tasa de 88 muertos por cada cien mil habitantes, por debajo de la mayoría de los países de la región, pero en estos momentos enfrenta la mayor ola de hospitalizaciones.

Con este complicado marco sanitario, se suma la ebullición electoral de una campaña sucia, plagada de noticias falsas, chicanas y con los poderes fácticos recurriendo a los grandes medios de comunicación para operar contra el candidato “populista”, que no es otro que Arauz, el delfín del ex presidente Rafael Correa, exiliado y proscripto.

La Justicia ecuatoriana cumplió, como en otros países, su rol al pie de la letra en sociedad con la prensa hegemónica para estigmatizar en este caso al correísmo, y perseguir a sus dirigentes. Las causas en mayor parte fueron sobre supuestos casos de corrupción con escasas pruebas concretas, a pesar de lo cual los procesos avanzaron de manera express, en lo que se conoce como “lawfare”.

Con un guión malo y remanido, se acusó a Correa por un “cuaderno de la corrupción”, en esta oportunidad, hallado detrás de una chimenea, con presuntas anotaciones de una ex asesora sobre supuestos pagos de sobornos.

Con la complicidad manifiesta del presidente Lenin Moreno, quien se diera vuelta como una media contra Correa una vez que asumió el poder, los grupos conservadores abundaron en campañas sucias. Y desde que comenzó el proceso electoral volvieron a atacar con múltiples operaciones, como las últimas denuncias de una supuesta relación de Arauz con la guerrilla, y un presunto financiamiento del Ejército de Liberación Nacional (ELN), entre tantas fake news.

Pero la cruzada no es sólo local sino regional y se sumó el diario argentino Clarín: publicó que Arauz habría sido vacunado contra el Covid-19 en Argentina durante una visita realizada en diciembre pasado. Ni que decir de las redes sociales plagadas de trolls que multiplican estas y otras falsas noticias.

El propio Arauz escribió, en su cuenta de Twitter: “Hay algo de su estrategia comunicacional en lo que la derecha se equivoca: Subestiman a nuestros pueblos. Sus falsas noticias no hacen más que evidenciar que #EstanDesesperados”.

Un Lasso

El candidato del poder oligárquico es el banquero Guillermo Lasso (65). Su nombre completo es Guillermo Alberto Santiago Lasso Mendoza. Su fuerza es el denominado Movimiento Político Creando Oportunidades (Creo). Lasso encabeza distintos holdings financieros, entre ellos, el Banco de Guayaquil. Cercano al Opus Dei, se opone a cualquier legislación por el derecho a decidir en el aborto, incluso en casos de violación.

Se presenta por tercera vez como candidato tras haber perdido contra Correa, en 2013, y contra Lenín Moreno, en 2017. Fue ministro de Economía en 1999 durante el gobierno de Jamil Mahuad, y se lo vincula a la peor crisis financiera de la historia del país, que obligó a Ecuador a adoptar el dólar en el año 2000.

Un indigenista 

Yaku Pérez (51) fue prefecto de Azuay, provincia en la que el 90 por ciento de la población es mestiza. Se presenta como referente de izquierda, descontracturado, indigenista y ecologista. Su partido es el Movimiento de Unidad Plurinacional Pachakutik y podría tener un rol central para definir la puja. Los antecedentes lo ponen del lado del derechista, al que ya apoyó en las elecciones de 2017 cuando se enfrentó a Correa por la Ley de Minería aprobada en 2009. “Es preferible un banquero que una dictadura”, fue su justificación en aquel momento. Su estrategia electoral es la de las “cuatro E”: Ecología, Economía, Educación y Ética. Una de las propuestas es prohibir toda actividad minera y limitar las concesiones de petróleo.

“El movimiento indígena, que tiene una tradición popular, con un perfil izquierdista, muy ligado a la lucha indígena, está ahora representado por un indígena que se corrió hacia el centro, que presenta un discurso ideológico liberal, y que en 2017 llamó a votar por Lasso”, describió Franklin Ramírez, profesor del Departamento de Estudios Políticos de Flacso Ecuador, en una nota publicada por Télam.

La juventud como estandarte

Andrés Arauz, apadrinado por Correa, es el candidato del movimiento Unión por la Esperanza (Unies). Es economista y se graduó en la Universidad de Michigan, EEUU. Cumplirá este domingo 36 años y de llegar a la presidencia podría convertirse en el mandatario más joven de la historia de Ecuador. Con 26 años fue director del Banco Central de Ecuador y con 30 se convirtió en ministro de Conocimiento y Talento Humano.

En 2017 fue brevemente ministro de Cultura y Patrimonio. Propone un plan para reactivar la demanda, recuperar y aumentar el consumo y, de esta forma, incentivar al sector productivo. Entre sus promesas está la entrega de 1.000 dólares para un millón de familias.

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