Maite Melo

Veinticuatro de marzo de dos mil veintiuno, cuarenta y cinco años después del golpe de Estado que marcaría por siempre la historia de nuestro país y dejaría a un pueblo en duelo constante, tal que su herida seguiría latente como en el primer día.

Me llamo Maite, curso quinto año en la Escuela Secundaria Dr. Gabriel Carrasco, tengo diecisiete años y soy militante de la UES (Unión de Estudiantes Secundarios). Con esto último, al pasar el tiempo entendí que tengo un valioso legado, aquel que Claudia Falcone, Francisco López Muntaner, María Clara Ciocchini, Horacio Ungaro, Daniel Racero y Claudio de Acha nos dejaron a mis compañerxs de militancia y a mí; una sucesión de tal magnitud que, sin haberlos conocido, ya habíamos entendido sus intenciones, pudimos leer la fe que pusieron en los futuros militantes, en nosotros. Por lo que nos cuentan las Abuelas, aquellos jóvenes soñaban con otro mundo posible, uno en el que la paz supere cualquier conflicto y en el que ellos dejaran de esconderse.

Los Lápices siguen escribiendo y marcan la lucha. Hoy puedo expresar mis ideales, movilizarme orgullosamente por mi país y sé que se lo debemos pues cada conquista que los estudiantes logremos será en nombre de aquellos valientes jóvenes que dieron todo y sin miedo. Ellos escriben a través de la militancia, que día a día vivimos y realizamos en honor a su causa, nunca olvidando la osadía de cuestionar a los dinosaurios, de replantearse las ideas concebidas por aquellos que tomaron el poder tan sanguinariamente y por haberse atrevido a pensar por cuenta propia e imaginar el mundo que anhelaban crear.

Treinta mil personas con aspiraciones, metas y proyectos a cumplir. Treinta mil familias hasta el día hoy siguen sin tener respuesta alguna y piden la verdad que necesitan y la justicia que merecen: podrán intentar arrancarles todo pero la memoria no se va, sigue presente hoy más que nunca. Y ayudándose de esta herramienta tan valiosa, nuestras Abuelas se preguntan: ¿Dónde están nuestros hijxs y nietxs que, yendo a la escuela, caminando por las calles de sus barrios, defendiendo sus ideales, les arrebataron sus sueños?  Todos los días del año ellas aguardan, con esperanza, la verdad.

Sin cansarse ni bajar los brazos, nuestras valientes Abuelas siguen alzando su voz en busca de respuestas, en busca de justicia y yo sé que algún día todas las heridas de nuestras luchadoras serán sanadas, todas sus dudas serán atravesadas por la verdad, la única y absoluta, la que nunca será callada.

Las Abuelas de nuestro pueblo nos piden plantar memoria y no olvidar que, mientras sigan libres aquellos culpables de los atroces delitos de lesa humanidad ocurridos en la última dictadura cívico-militar de nuestro país, no habrá tregua. Ellas no van a permitir que la historia se repita y nosotros, sus nietxs del corazón, las seguiremos a todas partes al grito de ¡Nunca Más!

Plantar memoria para sembrar verdad y justicia es necesario para que seamos libres de soñar con una Argentina dispuesta a ser construida entre todos.

(*)Maite tiene 17 y es estudiante de 5to año de la Escuela Dr Gabriel Carrasco.

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