El taburete es un símbolo muy fuerte en el Politécnico, una tradición sostenida con afecto por años, dice el director de la escuela, Juan Farina, para diferenciar el taburetazo con el que cada 26 de septiembre celebran el aniversario del Poli, del uso que un grupo de padres le da por estos días para oponerse a las decisiones de la institución y pedir mayor presencialidad.

Las escuelas secundarias de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), en particular el Politécnico, y demás de la provincia vienen tolerando con infinita paciencia los ataques y descalificaciones constantes de grupos de madres y padres identificados como Padres por la educación. En estos días, otro grupo de familias salió a respaldar las decisiones de la institución de la UNR.

Juan Farina es el primer director del Instituto Superior del Politécnico elegido democráticamente. Asumió en diciembre de 2019 al frente de esta escuela secundaria de la UNR. Además, mantiene horas cátedra en un 5to año, “para tener un contacto más cercano con los alumnos”.  Es un reconocido profesor universitario, entrenador para las olimpíadas de física. Sus estudiantes son reconocidos a nivel mundial por los logros cosechados. El año pasado recibió el Premio “Daniel Córdoba” al compromiso docente, en la 30° edición de las Olimpíadas de Física. “Fue una sorpresa y me emocioné hasta las lágrimas”, dice Farina de esa distinción que le hicieron sus pares y que recuerda a un gran profesor y científico de Salta (fallecido en 2019).

Los primeros días de enero de 2020 el director Farina ya estaba trabajando junto a docentes y no docentes para acondicionar las aulas para lo que sería el ciclo lectivo. Pero llegó la pandemia, lo inesperado, y obligó a cambiar planes de trabajo en forma inmediata. “Fue un cambio inédito no local sino mundial, imposible de pensar algo así”, dice. Sin embargo, en 2020 se restauraron aulas, se pensó en un cursillo para el ingreso 2021 por primera vez de manera virtual y sobre todo se buscó sostener el vínculo pedagógico. Eso implicó, por ejemplo, acercar computadoras -del Plan Conectar Igualdad- a los hogares de las chicas y chicos que no tenían para sus clases.

 

—Entonces el 2020 no fue “un año perdido” como se suele recriminar al Poli y demás escuelas.

—No fue un año perdido. Fue un año de clases donde cambiaron las pautas de evaluación, el reglamento de convivencia, porque ya no teníamos una convivencia presencial. Un año donde a través de la Secretaría Estudiantil se hizo un acompañamiento de aquellos chicos que manifestaban angustia por el encierro, con quienes hicimos reuniones virtuales para hablar de lo que les pasaba.

—El 2021 se arrancó con la posibilidad de la semipresencialidad ¿Cómo se organizó?

—Tenemos 1.260 alumnos de escuela secundaria y más de 600 de terciaria. El esquema que armamos es teniendo en cuenta los protocolos y las distancias que tiene que haber más los lugares en los cuales hay que circular. Eso nos permite ubicar entre 15 y 18 alumnos en siete aulas, en las demás no pasan los 10 estudiantes. En la elaboración de los protocolos vigentes participamos el grupo directivo, un epidemiólogo, un especialista en seguridad e higiene del trabajo, los gremios docentes (Coad) y no docentes (Apur). Creamos la Comisión de Ambientes de Trabajo y la Comisión Covid 19 para poder llevar adelante todo esto. También se siguieron los acuerdos del CIN (Consejo Interuniversitario Nacional). Nos criticaban diciendo que esto era exagerado, no me importa. Prefiero exagerar en el cuidado al máximo. Y toda presencialidad posible la vamos a llevar a cabo.

—Un grupo de padres apoya las decisiones de la institución, pero hay otro con mucha aparición mediática que pide “más presencialidad”, hasta cuestiona los protocolos aprobados ¿Cómo respondés a estas demandas?

—El 15 de marzo pasado, apenas arrancó el ciclo lectivo, tuvimos reuniones con cada curso contándoles cómo iba a ser el año. Luego se convocó a los referentes parentales. También les explicamos cuál era el plan de trabajo, que pensamos en una grilla mixta de presencialidad y virtualidad. Lo hicimos con la base de estar preparados para el caso de que se vuelva a cerrar todo de nuevo, tenemos todo listo para seguir con todas las clases virtuales. En ese marco, buscamos la mayor presencialidad posible. Este grupo de padres se manifestó en contra pidiendo que los chicos estuviesen 24 horas en la escuela. Además, los chicos tienen taller, estas horas no se quitan, vamos viendo semana a semana qué posibilidad de ampliación tenemos, de manera de no exponer ni a los estudiantes ni a los docentes a una situación de riesgo. Pero este grupo de padres estuvo haciendo protestas y taburetazos. Desde mi punto de vista llaman taburetazo a algo que no corresponde, porque es un festejo que se hace cada 26 de septiembre cuando es el aniversario del Poli. El taburetazo es otra cosa. Aquí se mezcló todo.

—¿Cuál es el sentido simbólico que tiene el taburetazo para el Poli?

—Son estas cosas que se convierten en símbolos, no se sabe exactamente cuándo pasa, pero pasa. Muchos años atrás, la mayoría de los asientos eran taburetes, porque los chicos los hacían para la escuela. En algún momento nos pusimos a pensar que era imposible sostener la espalda más de cuatro horas sentados ahí. El taburete siguió siendo como un símbolo que lo hacen en primero y segundo año, pero que ahora se lo llevan a sus casas, como un recuerdo de la escuela. Se simboliza así. Socialmente es muy fuerte. Los chicos lo toman con afecto. Aquí también hay un proceso didáctico para poder hacer el taburete. Se hace con los maestros de carpintería, que siguen ese proceso de preguntar por qué, para qué lo quiero. Eso es el que no queremos que se pierda. Y estos padres usan (en sus protestas) un símbolo que es muy querido por los alumnos, alumnas, los ex alumnos, por la comunidad, por todos. Lo usan para otra cosa.

—La movida de estos padres que piden más presencialidad ¿es eso o hay algo más?

—No, hay algo más. Me parece que hay algo más en estos padres que se oponen a todo, porque no puedo entender la actitud de estar siempre en contra. Las reuniones que tenemos con los referentes parentales de los diferentes cursos, en general comienzan tensas, luego con la charla se va entendiendo por qué tomamos estas decisiones. Y realmente el problema lo tuvimos con los referentes de un curso, que nos dijeron “o están con nosotros y dan clases todos los días…”. A lo cual respondí que clases damos todos los días, porque el cronograma de clases es virtual y presencial. Es un grupo de padres dedicado a denostar todo el trabajo hecho y que es un laburo enorme.

—¿Cómo se defiende la educación pública en la pandemia?

—Defender la educación pública en la pandemia es ponerle la cara, hacerle frente a todo, buscar soluciones a algo inédito. Seguramente nos hemos equivocado en un montón de cosas, pero hemos intentando caminos, formas de llegar a los alumnos, de poder transmitir los conocimientos, de utilizar las herramientas que tenemos a disposición: virtuales, no virtuales. Y, sobre todo, defender al docente, porque es imprescindible para la clase, sea virtual o presencial. El trabajo del docente es impecable, hay que defenderlo siempre porque en sus manos está poder llevar adelante la educación. ¿A quiénes se apela en cualquier catástrofe? A los maestros. Entonces, basta, dejémonos de jorobar.

 

Fuente: El Eslabón

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2 Lectores

  1. Romina Vanesa Krawczyk

    18/04/2021 en 22:02

    Y cómo se explica entonces que la gran mayoría de las escuelas , sean públicas o privadas, primarias y secundarias, tengan clases de 4 horas por día de lunes a viernes la semana que es presencial? Y en el Poli tengan 7 horas como máximo en la semana presencial? Sí, 7 horas en total en la semana, y que además son para evaluar, no para dar la clase, según hemos sido informados.
    Acaso todas esas escuelas están incumpliendo protocolos? hay que pensar que no cuidan a sus docentes ni alumnos?

    Responder

  2. Lujan

    20/04/2021 en 16:01

    Es increíble !. NO tienen las clases que dice el.Sr Director. Es mentira !

    Responder

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