Colectivos culturales autogestivos resisten la pandemia haciendo malabares entre proyectos gastronómicos y ayuda estatal. De vuelta a Fase 1, las y los trabajadores reclaman políticas de fondo y piensan dispositivos para poner al oficio nuevamente en escena.

Primero la salud y después el trabajo, esa es la prioridad y la coherencia en esta segunda ola de cepas de coronavirus. La situación es dramática, insólita y trágica. El gobierno provincial dispuso recientemente restricciones en el departamento Rosario en sintonía con la fase 1, algo similar a lo dispuesto a comienzos de la pandemia.

Circulación vehicular sólo para esenciales, suspensión de decenas de actividades de forma presencial, incluidas recreativas y reuniones familiares; reducción de horarios en rubro gastronómico, son algunas de las medidas lanzadas por las autoridades sanitarias. 

El decreto redactado por el gobierno que comanda Omar Perotti, dejó sin efecto toda realización de eventos culturales y recreativos relacionados con la actividad teatral y musical en vivo que impliquen concurrencia de personas en lugares cerrados o al aire libre, como así también las presentaciones complementarias, en forma presencial, de artistas en bares y restaurantes durante el horario autorizado para su funcionamiento, como también las actividades artísticas y artesanales a cielo abierto, en plazas, parques y paseos.

Este panorama encorcetó aún más a trabajadores y gestores de espacios autogestivos e independientes, ya que la mayoría de estas medidas ya afectaban sus quehaceres cotidianos desde las restricciones lanzadas a fines del mes de abril. 

Por este motivo, un colectivo organizado en la Multisectorial de trabajadores del arte y la cultura reclamaron, el pasado miércoles 12, más atención y legitimación en el oficio de conmover, entretener, sublimar, y en la creación de la comedia y la tragedia. 

Mayra Sánchez, una de las voceras de la Multisectorial, expresó aquella mañana a este periódico la necesidad colectiva de una continuidad de las políticas de contingencias para la población de artistas locales, como también la planificación de las autoridades a largo plazo.

“Nos cerraron primero a nosotros y fuimos los últimos en abrir. Y cuando se estaba dando un círculo de trabajo nuevamente, tuvimos que volver a cerrar”, contó esta directora teatral en el marco de una movilización que se reunió en la plaza 25 de mayo, y que después cortó el tránsito frente al Municipio y marchó por la calle Santa Fe hasta la Gobernación. 

“La verdad es que no estamos contemplados como un espacio que trabaja”, se lamentó Sánchez, y admitió que este punto –el concepto de que el artista es un laburante– se viene manifestando y madurando en la grupalidad desde dentro y hacia afuera: “Lo nuestro es productivo –afirma–, hay un montón de gente alrededor involucrada en los proyectos. Cuando montás una obra necesitás gente en prensa, producción, diseño, escenografía, vestuario, y todas esas cosas se pagan. Buscamos legitimación”.

La Multisectorial de trabajadores del arte y la cultura se conformó durante el mes de mayo y se fortaleció en una reunión virtual por Meet en la que participaron más de cien referentes y organizaciones de las artes y el oficio cultural.

Del encuentro virtual también participó la Asociación Argentina de Actores delegación Rosario, que compartió el comunicado conjunto de actores y actrices organizados también en la ciudad de Santa Fe, en el que se acepta que las restricciones son las medidas más efectivas para frenar el avance del virus, pero también se exige la ayuda estatal para paliar la situación, se propone un trabajo conjunto con las autoridades a corto y largo plazo, y la reconversión de conceptos de virtualidad por el de audiovisual para impulsar la inversión y el trabajo de los gobiernos locales con los laburantes autogestivos y del campo popular.

Chistian Álvarez, referente de la Asociación Argentina de Actores delegación Rosario.

Chistian Álvarez, referente de ese espacio sindical que tiene sede en el Centro Cultural La Toma, comentó a este semanario: “En el contexto de la imposibilidad de laburo, creemos que es tiempo para reacondicionar los lugares, pensar los lugares en función del trabajo. Por ejemplo, si están abiertos los bares con todo protocolo, podríamos poner un acrílico para que labure un standapero, un monologuista o un músico o música, no más de dos personas que puedan estar con un público presente, cosa que también hay que pensar”. 

Y agrega: “Entonces nuestra reconversión tal vez tenga que ver con el momento en que la gente va a los bares, en definitiva, lo mismo pasa con el teatro o los lugares de ocio y tiempo libre. El estado tendría que pensar esto en ese sentido”. 

Desde La Tornería, el espacio cultural que abrió sus puertas un semestre antes de declarada la pandemia, su referente Nicolás Jaworski pone el foco en las aperturas asimetrías realizadas por las autoridades sanitarias. 

“Hay una invisibilización de la cultura. No existimos, entonces siempre se nos cerró primero como si fuésemos un foco de infección, mientras que los gimnasios y las iglesias, y otros lugares donde concurre muchísima más gente, y rota incluso mucho más, siguen trabajando y los espacios como salas de teatro independiente o lo que hacemos nosotros, se cierran. Eso me da mucha bronca. Entonces un bar está abierto y un centro cultural no, que hace lo mismo nada más que hay un tipo que canta, es una angustia”.

En este sentido, Mayra Sánchez asegura que los teatros y centros culturales no son foco de contagios. “Muchos de nuestros espacios tienen capacidad para 50 personas y entran 10. El protocolo funciona, tomás la fiebre, desinfectás los pies, estás con las puertas abiertas y con barbijo puesto, y organizados por burbuja, así que no hay fallas”.

“Incluso las autoridades saben que se respeta –continúa Mayra– en la habilitación de lugares públicos como el teatro La Comedia, se realizaban protocolos hasta para entrar y salir. Por eso decimos que ese no es el foco de contagio, y decimos que si la decisión es cerrar, no estamos en desacuerdo, pero tiene que ser coherente para todos los sectores”.

La patria es el locro

Desde el comienzo de la pandemia, cientos de artistas locales tuvieron que reinventarse para poder sobrevivir. En los momentos de cierres más estrictos, como los que atraviesa actualmente la provincia de Santa Fe, trabajadoras y trabajadores de la cultura se pusieron a cocinar, a vender panes, a repartir bolsones de verdura o milanesas de soja, incluso poniendo mucha creatividad en la cuestión comunicacional lanzada en sus propias redes sociales. En los espacios culturales habilitados para desarrollar actividades gastronómicas se concentraron en realizar menúes para retirar y aprovecharon lo más que pudieron los espacios y horarios reducidos habilitados para la visita de comensales. 

Durante mayo, la elaboración de locro, el plato simbólico de la cultura argentina, permitió un ingreso significativo en una coyuntura muy difícil. Cipriano, referente de Distrito Siete, el espacio cultural que entre la crisis económica que dejó el macrismo, y la pandemia acaecida en tiempos del peronismo de Alberto y Cristina, pasó de 28 laburantes a tener 10 personas que le ponen el hombro al proyecto cooperativo a diario. 

“En este momento estamos laburando mayormente la cuestión gastronómica, aprovechándonos de fechas patrias para vender locro y con eso poder llegar a recaudar fondos que nos permitan la subsistencia. Ahora también largamos unas viandas frizadas, ya que se redujo mucho la cantidad de gente que viene a comer. Nosotros teníamos abierto al mediodía y a la noche, y se nos hizo muy difícil trabajar los dos turnos. Entonces con las restricciones y la merma de gente ofrecemos un pack frizado y mantenemos el delivery los fines de semana”. 

Jaworski, de La Tornería, cuenta que pudieron sostener algunos talleres como yoga, canto y tela, este último con la asistencia de las vecinitas del barrio. Y la venta de locro. “Fue el último ingreso que tuvimos y el próximo que tendremos, por lo que veo”, dice en relación a la conmemoración del 25 de mayo que se viene y las restricciones vigentes.

Más allá de esta bendición gastronómica de raigambre criolla, Cipriano, aclara. “La realidad es que más allá de que funcionemos como un bar de Pichincha o de Pellegrini, la gente se acerca a nuestros espacios si hay un espectáculo cultural. Siempre nuestra propuesta estuvo ligada al escenario, nos falta ese público que toda la vida fue al D7, eso complejiza muchísimo”.

El Estado de las cosas

Las disposiciones de las autoridades provinciales y locales en el marco de integrar el departamento Rosario a una zona en alarma epidemiológica, son férreas. El cierre hasta el 31 de mayo próximo en un contexto de Fase 1 abre los interrogantes de cómo las trabajadoras y trabajadores del arte y la cultura van a subsistir. ¿Cómo se van a adaptar a las restricciones? ¿cómo van a surfear la situación económica? ¿Y cuál será la ayuda estatal? La organización colectiva siempre es clave.

Chistian Álvarez cuenta cómo se está poniendo en práctica el programa que financiará el estado santafesino, denominado Comunidades Organizadas. Serán unos 10 mil pesos por única vez –hasta el momento– que alcanzarán a laburantes de la cultura que no puedan realizar sus oficios, e incluso los que no estén registrados o no puedan facturar como monotributistas. “Estamos armando toda la asistencia a través de este programa que intenta incentivar la organización. Pensamos que se puede llegar a cobrar la semana que viene. Hay mucha gente del lenguaje de la cultura que se está anotando, es una movida grosísima. El subsidio tiene una contraprestación que surgirá del trabajo de las organizaciones”. 

Y el referentes de actores agregó: “Hay que tener en cuenta que, por ejemplo en nuestro caso, con la pandemia hemos perdido circuitos de escuelas primarias y secundarias que por la situación no se han podido realizar, tampoco en circuitos barriales, centros comunitarios, bibliotecas y plazas”. 

Álvarez también menciona los subsidios nacionales a través de Ansés y el Fondo Nacional de las Artes. Las dos cuotas de 15 mil pesos que se están abonando durante mayo y junio y que impacta en la provincia a unos 1600 trabajadores de la música y las artes escénicas. 

La experiencia en ayuda estatal de La Tornería, sitio que se referencia en la zona sur de la ciudad, se remonta a los primeros meses de pandemia. “Desde marzo del año pasado –cuenta Nicolás Jaworski– se habían dejado de pagar los servicios y luego se pagaron con el fomento 2020 (del Ministerio de Cultura provincial). Y ahora vamos a ver si podemos ingresar al fomento de este año”.

El responsable del sitio cultural, que además es actor y director, cuenta que comenzó los trámites para funcionar como sala de teatro independiente y a través del Instituto Nacional de Teatro, el espacio pudo acceder a dos planes Podestá. “Para el que tiene que pagar alquiler es una ayuda que no alcanza demasiado. Nosotros, que no pagamos alquiler, estamos viviendo un poco de eso. Pero bueno, no era la intención comer con las ayudas del estado”.

La salida parece ser colectiva una vez más. Jaworski cuenta que se vincula con grupos como Crec (Colectivo Rosarino de Espacios Culturales) y Atir (Asociación de Teatros de Rosario).

En la Multisectorial de trabajadores del arte y la cultura están reunidas más de una treintena de organizaciones de teatristas, músicos y músicas, reporteros y reporteras gráficas, artistas callejeros, espacios culturales y colectivos de mujeres y disidencias. 

“Hay que pensar alternativas a largo plazo, tampoco nos interesa que sea una cosa subsidiaria, entendemos el subsidio como una urgencia porque hay compañeros que si no trabajan no comen, pero también necesitamos políticas de fondo”, concluye Mayra. 

Chistian Álvarez apunta a medidas de cara a la flexibilización de las restricciones. “Otra cosa que evaluamos es el pasaporte cultural, que se lo hemos manifestado al Ministerio de Cultura, como un itinerario protocolizado de salas independientes y espacios culturales que no respondan meramente a lo comercial y en los que el público pueda referenciarse. Como así también cambiar el concepto virtual por lo audiovisual. Sabemos que hay canales como 5RTV para visualizarse y como fuente laboral, igual que en las radios comunitarias para que se pueda acceder a las pautas más allá de las grandes empresas y así empezar a distribuir la cosa desde la mano de los artistas”.

Desde D7, Cipriano concluye: “No entendemos por qué no podemos realizar un espectáculo artístico con cuatro o cinco personas. No hay diferencia en que una persona esté tomando una cerveza y comiendo algo, y que además esté viendo un espectáculo. Esa es la lucha que tenemos que dar. Estamos pensando alternativas como para que eso suceda. Hoy en día lo vemos muy difícil, porque hay más restricciones y entendemos que la cuestión sanitaria es prioritaria, pero pensamos que una vez que se empiece abrir un poco, la cosa debe ser más pareja”.

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