La emergencia sanitaria y la debacle social y económica se perfilan como grandes ejes de la próxima campaña electoral y exponen las limitaciones del bombardeo político y mediático opositor. El desafío para el gobierno parece ser entonces avanzar sin tantos temores con las transformaciones que hacen falta.

El poder de fuego de la oposición mediáticopolitica es tan enorme como limitado por la febril aceleración de sus guionistas, que desafiaron el principio de realidad incluso frente a la irrupción de una novedad tan global y conmocionante como la pandemia de coronavirus. En pos de desgastar al gobierno de Alberto Fernández, los monopolios de la comunicación y los voceros más estentóreos de Juntos por el Cambio no se amilanaron ni siquiera ante semejante misterio mundial. Y cayeron en contradicciones y mentiras tan burdas que, en lugar de generar el objetivo buscado, tuvieron el efecto contrario: morigeraron el costo político de la lógica desorientación y los errores no forzados que brotaron en la Casa Rosada a la hora de pensar y planificar la batalla contra el coronavirus.

Los ejemplos sobran. De machacar con que “la vacuna rusa es venenosa”, pasaron a la indignación por el vacunatorio en que algunos VIP del oficialismo se la inocularon pese a no mostrar tendencia suicida alguna. De agitar teorías negacionistas y amparar y promover banderazos y amontonamientos opositores, pasaron a poner como ejemplo de lucha contra la pandemia a países que impusieron el estado de sitio para combatirla. De reivindicar la actitud dialoguista y acuerdista del jefe de Gobierno porteño, pasaron a justificar su pateada de tablero al cortarse solo para habilitar el dictado de clases presenciales en su jurisdicción.

Así, aportaron muchísimo al actual escenario, en que el avance de la vacunación empieza a generar una sensación de alivio generalizado que sonaba a utopía hasta hace poco más de un mes y que asoma justo cuando empiezan a perfilarse los ejes de la próxima campaña electoral.

“Para las elecciones de medio término hay dos claves”, coinciden analistas y consultores varios: “Una es la vacunación, en la que el gobierno va muy bien y ha acelerado la campaña; hoy hay más de 10 millones de personas vacunadas y probablemente lleguemos al doble en poco tiempo. Se ha acelerado mucho el ritmo de vacunación y de provisión de vacunas, con lo cual creo que la campaña sanitaria es correcta y eso va a darle réditos políticos al gobierno”, señala Artemio López, de la consultora Equis.

La otra clave, según acuerdan los buceadores de los ánimos ciudadanos, es la situación socioeconómica, donde “las cosas no van tan bien, porque efectivamente hay una crisis de ingreso familiar muy importante y los salarios evolucionan por debajo de la inflación, lo mismo que las jubilaciones y pensiones que apenas le empatan”, evalúa López. Y añade: “La inflación anualizada el último mes es de 46,3 por ciento y no hay ninguna paritaria que esté en ese nivel, o por lo menos no se han fijado todavía paritarias en torno a ese nivel. Hay un doble flagelo, por un lado la pérdida de empleo y por el otro, una crisis de ingresos familiares notables. El salario que hoy más se repite en la economía argentina es 45 mil pesos, y la línea de pobreza está fijada para cuatro personas en 60 mil”, abunda el consultor respecto del flanco débil del oficialismo en la batalla electoral.

Sin embargo, tal debilidad no implica necesariamente una revitalización de las chances electorales de la principal fuerza opositora, cuyos referentes están más emparentados con las causas de la debacle socioeconómica que con sus posibles soluciones. Y difícilmente puedan revertir esa impronta en el tiempo que queda hasta la hora de las urnas.

Tampoco parece probable que en ese mismo período florezca, enancada en el descontento por la falta de moneda, una opción que altere la polarización entre el frente que sostiene al gobierno y la coalición conducida por el clarinmacrismo.

En esta lectura también confluyen las especulaciones y mediciones de los analistas: la grieta goza de buena salud y la polarización persiste y “va a signar el comportamiento electoral también en estas elecciones de medio mandato”, afirma Artemio López. “Las terceras vías en Argentina no tienen ninguna perspectiva electoral, por lo menos en lo inmediato. No la tuvieron en el 2015, en el 2017, ni en el 2019; y va a seguir así”, refuerza después.

Así las cosas, las mayores expectativas en torno al proceso electoral que se avecina pasan por cómo saldarán los dos grandes bloques sus matices internos, que no son pocos. Por el lado opositor, el liderazgo de Mauricio Macri se ve jaqueado por la posible proyección de un Horacio Rodríguez Larreta cultor de una impronta de moderación y capacidad de gestión que el ex presidente perdió casi por completo. Mauricio, además, es quien más puede perder si Patricia Bullrich logra consolidarse como la tercera en cuestión. Con su desvergüenza y su tono redoblado a la hora de atacar al gobierno, la Pato puede recoger más adhesiones del macrismo de paladar negro que sustenta al del ex presidente que del ala recostada en los modales más finos y serios que expresa Rodríguez Larreta.  

En el Frente de Todos, en tanto, la cuestión a dilucidar es cómo mantener el equilibrio entre las patas principales, kirchnerismo, albertismo y massismo; y a la vez hacer lugar a un cuarto espacio siempre latente, ahora abonado por dirigentes que emergieron en las últimas elecciones y tienen ganas de ir por más, como el gobernador santafesino Omar Perotti.

En principio, resolver las pujas internas es vital para que en cada uno de los dos grandes carros se puedan acomodar los melones ya cosechados y garantizar los pisos de acumulación construidos hasta aquí. Pero también es clave que la oferta a presentar pueda seducir a la porción del padrón menos permeable a filiaciones firmes, que los consultores estiman en un 40 por ciento.

“Creo que la toma de decisión de un sector del electorado ya está, y los que no han decidido su voto, que son aproximadamente un 40 por ciento, lo definirán en función de la gestión sanitaria y socioeconómica”, insiste Artemio López. “Ahí las fronteras ideológicas se van a diluir y va a haber una evaluación de la gestión. Sectores medios, medios bajos, son los que en general manifiestan menor adhesión ideológica a los extremos y deciden su rumbo electoral en función de las condiciones materiales”, remarca luego, sin arriesgar todavía vaticinios respecto de quiénes obtendran más apoyos de ese amplio segmento.

Lo que sí afirma el realizador del inoxidable blog rambletamble es que en las próximas elecciones, “lo que está planteado nuevamente es un posible retorno del neoliberalismo en la Argentina, lo que implicaría un cambio de régimen y una vuelta atrás colosal para un sector importante de la población”. Y añade que el mejor modo de evitarlo es dar más respuestas concretas a las demandas de justicia social: “Lo que define es la gestión socioeconómica”, recalca. Y advierte que, a esta altura de los acontecimientos, “no hay medios que intervengan para torcer el rumbo y la voluntad del voto. Los medios en su momento oficialistas con Macri no pudieron hacer que el electorado se volcara a favor, y fue el único presidente que no pudo reelegir después de su primer mandato. O sea que los medios no son todopoderosos”.

Habrá que ver entonces si los estrategas de la campaña del Frente de Todos tienen en cuenta y aprovechan la encerrona en la que se metieron el macrismo y los grandes grupos apostando a una nueva agenda, o si por el contrario dilapidan la oportunidad de avanzar con las transformaciones necesarias para dar las respuestas que todavía hacen falta.

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