El FdT anuncia medidas en clave económica para superar la crisis, se actualizan jubilaciones y asignaciones, pero los sueldos siguen cayendo comparados con la inflación, que desacelera poco.

Desde el Frente de Todos, como marca de gobierno y gestión en medio de la tormenta, refuerzan un discurso optimista, futurista, de superación de la crisis («vamos a salir»), apuntalado en el avance del plan de vacunación anti Covid con segundas dosis y sus combinaciones aceptadas por la población, con una batería de anuncios perfilada a empujar la recuperación de la actividad y el consumo, recordando, a menos de un mes de las Paso, el lastre macrista que dejó empobrecimiento generalizado y megaendeudamiento incluido.

Mauricio Macri regresó al país en plena campaña con el propósito de reforzar la estrategia electoral de la coalición de derecha ahora llamada Juntos. Dos graves y preocupantes continuidades de aquella experiencia neoliberal traumática para la economía nacional –a las que el FdT, en medio de la inédita pandemia y sus consecuencias, no les encuentra la vuelta–, se ven reflejadas en la caída del poder adquisitivo de salarios e ingresos frente a una inflación que desacelera poco, en un contexto de quebranto social y enormes desigualdades.

El aumento de precios al consumidor de julio se ubicó por primera vez en el año por debajo del 3 por ciento (2,9), según estimaron desde el Instituto Estadístico de los Trabajadores, dependiente de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo. En el mes del meme, alimentos y bebidas, el rubro más sensible, trepó 3,7 por ciento. A la par, empresas alimenticias registran ganancias millonarias. Por la pandemia y los valores internacionales de los commodities del agro, los precios de alimentos están aumentando en todo el planeta.

En Argentina, julio es el tercer mes consecutivo de «desaceleración» de la tasa inflacionaria, aunque arrastra un índice altísimo para nada festejable. Al mismo tiempo se proyecta una leve baja de los precios minoristas para la segunda mitad del año, siempre y cuando el gobierno nacional logre contener las presiones devaluadoras preelectorales.

La inflación anualizada de lxs trabajadorxs registradxs pisa el 52 por ciento (julio 2021 comparado con julio 2020). En los primeros siete meses de este año, los precios subieron 28,5 por ciento. Al cierre de esta nota el Indec difundió el dato oficial de inflación. Según el relevamiento de expectativas del mercado que realiza el Banco Central, la inflación de julio rondó el 3 por ciento contra el 3,2 de junio.

El encarecimiento del costo de vida impacta con mayor rigor en sectores populares, desde donde reclaman, como se exteriorizó en la pasada movilización sancayetana, un salario básico universal, tema que se debate en el mundo pandémico, como una ayuda a desocupados y trabajadorxs informales a garantizar un piso mínimo de ingresos y, en el caso de Argentina, acoplarse a otras políticas de contención que despliega el Estado con acompañamiento de movimientos sociales, como asignación por hijo, tarjeta Alimentar, becas Progresar o el programa Potenciar Trabajo. En Argentina casi 20 millones de personas están en la pobreza medida por ingresos y casi 5 millones viven en la indigencia.    

El Indec dio a conocer días atrás el índice de salarios total de junio (público, privado, formal e informal), que aumentó 2,3 por ciento, casi un punto menos que la variación de la inflación de ese mismo mes, según cifras del organismo.

En el primer semestre del año, el índice de salarios total acumuló un aumento de 22,8 por ciento, mientras que el incremento de precios en igual lapso fue de 25,3. En efecto, la capacidad de compra del salario real se recortó un 2,5 por ciento en la primera mitad de 2021.

En el último año, los sueldos perdieron más de siete puntos porcentuales contra la inflación. Desde 2018 hasta el momento, el salario promedio puede comprar un 25 por ciento menos. De seguir esta tendencia bajista, el salario caería por cuarto año consecutivo.

No obstante, el oficialismo espera para las elecciones de noviembre una sobria recomposición salarial como resultado de la reapertura de paritarias y una moderada desaceleración de la inflación, con la expectativa de una reactivación del consumo interno.

De hecho, la disparada de precios en la primera parte del año llevó a que muchos gremios eleven, o peleen por hacerlo, una nueva pauta de acuerdo salarial en el orden del 45 por ciento. Además, desde el gobierno nacional adelantaron que en septiembre se volverá a discutir el salario mínimo, del que dependen otras prestaciones sociales, hoy en magros 29 mil pesos.

En ese mismo tren, se anunció que desde el 1º de septiembre aumentarán 12,4 por ciento jubilaciones, pensiones y asignaciones. El haber jubilatorio mínimo ascenderá a 25.922 pesos, lo que representa menos de la mitad de una canasta básica, o sea, todavía muy insuficiente. Desde Ansés recordaron que al asumir este gobierno la jubilación mínima era de 14.068 pesos.

Es el tercer incremento trimestral por ley de movilidad. El aumento estará por encima del que hubiese otorgado la ley del macrismo. «La inflación estimada por el Banco Central en el período de julio a septiembre suma 8,6 por ciento, casi cuatro puntos porcentuales menos que la movilidad (12,4)», se indicó en un informe del Centro de Economía Política Argentina (Cepa).

«Las anteriores dos actualizaciones jubilatorias resultantes de la nueva fórmula tuvieron un comportamiento dispar: la primera quedó por debajo de la inflación y la segunda la superó. Vale recordar que, para compensar desfasajes en lo que va del año, jubilados y jubiladas cobraron ya tres bonos extras», señalaron desde el Cepa.

«Queremos hacer todo lo que decíamos que íbamos a hacer desde 2019 y no pudimos por la pandemia. Igual hicimos mucho», resaltó el presidente Alberto Fernández, al destacar la reconstrucción del sistema de salud, la llegada de vacunas, la asistencia económica a trabajadores y empresas, la prohibición de despidos, entre otras medidas.

La nueva normalidad sigue siendo una gran incógnita y los números reales de la economía deberán mejorar de modo palpable para refrendar un pase de salida hacia la pospandemia.

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