Valeria Heredia

Estamos acá.

Parecemos escondidos. Pero no. Estamos de cuerpo presente detrás de esta tela que nos ocultaprotege. Una mirada, risas, una seña nos enlazan y nos ayudan a habitar este espacio de otra manera, construyendo nuevas herramientas para comunicarnos.

Suena un timbre. Salimos al recreo, tan esperado, tan ansiado. “Recuerden separarse”, dice una voz atrás de un barbijo y una máscara…

Y ahí estamos. En ronda… Y empieza a circular. La palabra empieza a circular, y con ella nos contamos las ganas que teníamos de que todo vuelva a ser como antes. Pero no. Nada es igual. Y enseguida nomás sacamos de nuestras galerasimaginación juegos con los pies, con los ojos, con la voz… historias, que nos atrapan, nos divierten, nos encuentran.

Acá, nuestros cuerpos quieren, intentan, prueban, buscan nuevas formas, nuevos vínculos, nuevos modos de habitar en espacio y apropiárselo. Acá estamos inventaprendendiendo.

Ronda, círculo, palabra… 

Echar a andar, rodar, mover, poner-se en movimiento, fluir. Inventar. ¿Cómo no permitirnos inventar–nos palabras para esta realidad rara que se nos hace innombrable? Podemos transgredir, trascender el lenguaje que hasta ahora conocemos para volver a nombrar esta realidad que antes no era. Y ahora es, nos envuelve. ¿Puede nuestra creatividad estar al servicio de leer el mundo? En este patio, acá, estamos convencidos de que la respuesta es sí.

Y así pensamos en que esa tela en la cara nos ocultaprotege: verbo que designa dos acciones imbricadas al mismo tiempo. Ocultar la ternura de los gestos, también la tristeza, la sorpresa y la incomodidad de sentir un lugar que hasta ayer era familiar y hoy vivimos como raro. Protegernos del virus que nos enferma.

Galeraimaginación: “Sacar de la galera” una multiplicidad de nuevas formas de relacionarnos, mirar, compartir el espacio y los juegos. Juegos que ya no serán el de corrernos por cada rincón del patio, tocarnos el brazo para gritar orgullosamente “popa”, sino crear nuevos juegos que involucren la palabra, el lenguaje corporal, que impliquen la distancia y que sin embargo no maten el deseo de instituir otras y nuevas realidades ¡Vaya desafío el de las infancias de hoy!

Inventaprendendiendo. Si buscamos la palabra “inventar” en el diccionario encontramos que la define como “crear, diseñar, idear o producir alguna cosa nueva que antes no existía” (RAE). Inventar, entonces, cobra un singular sentido en la realidad actual signada por la pandemia, que no solo resulta “amenazante” de la salud física, sino también de los modos en los que aprendemos en la escuela. Pero es allí donde podemos encontrar una vez más una condición de posibilidad, asociando inventar y aprender, poner en acción esta dupla e inventar–aprendiendo y dialécticamente, aprender–inventando.

Es que si de algo nos dimos cuenta, es que nada de lo ya conocido en cuanto a didácticas, formatos, contenidos de la escuela tradicional alcanzan para dar respuesta a la complejidad de los procesos que hoy vivimos. Sí podemos reinventarlos, a partir de ellos construir nuevos modos de aprender, de procesar la información utilizando nuevas herramientas, especialmente tecnológicas, sin perdernos como simples usuarios, sino comenzando a formarnos como usuarios críticos que van construyendo conocimiento con otros para poder intervenir en alguna parte de nuestra realidad y transformarla.

Inventaprendiendo entonces nos constituimos como sujetos activos que no quedan atrapados en lo que acontece pasivamente, sino que buscan múltiples maneras de abordarlo, pensarlo, desarmarlo, interrogarlo y en ese mismo proceso, aprender.

Por último, recordando la canción de Fito Paez Yo vengo a ofrecer mi corazón, queremos tomar dos versos:

 “Tanta sangre que se llevó el río, 

yo vengo a ofrecer mi corazón”

“Tanta sangre que se llevó el río…” Cuántas cosas nos ha quitado, modificado este virus. Tanto que en un primer momento muchos dudamos si era posible hacer algo desde el aislamiento; sin embargo “Yo vengo a ofrecer mi corazón”. Queremos englobar en ese “yo” a todos/as y cada uno/a de los docentes que ponen a disposición de otros sus conocimientos, pero esencialmente su corazón, su pasión y su deseo por reinventar el modo de educar, todos sus esfuerzos por abrazar, mimar, sostener y acompañar aunque sea a través de una pantalla, detrás de un barbijo.

¡Acá estamos Nosotros, los docentes! ¡Acá estamos todas, todos y cada uno de los que habitamos la escuela y venimos a ofrecer nuestro corazón!

 

*Maestra de 6° grado de la Escuela Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa

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