Cansado de las estructuras de las crónicas futboleras, el periodista quilmeño Lucas Campos empezó a narrar partidos en formato de cuentos y así nació Lo que hay en juego, su primer libro.

Lucas Campos la estaba pasando tan bien con sus amigos una noche en un bar de Quilmes, su ciudad natal, que le pareció una pena que aquello quedara sólo en la memoria colectiva de ese grupo, y decidió –al día siguiente, algo más lúcido– volcar ese encuentro en un papel. De ahí en más repitió la práctica con cualquier historia que valiera la pena ser contada, tal como venía haciendo con los partidos de Independiente. Y su primer libro Lo que hay en juego, es producto de aquello, según comenta en una entrevista con El Eslabón. “Es una recopilación de cuentos cortos, con el fútbol como eje central aunque habla de muchas cosas”, aclara el periodista y escritor.

Variaciones en Rojo

Los años 2013 y 2014 encontraron a Lucas estudiando periodismo deportivo en Tea y Deportea, donde tuvo como profesor al escritor Ariel Scher, su gran influencia, según admite. A la vez, laburaba en un medio partidario de Independiente, el club de sus amores, que recién había regresado a la máxima categoría. Allí escribía crónicas de los partidos, algo que pronto se le iba a tornar “no aburrido pero sí demasiado rutinario”, así que cambió de método para hacer más ameno el trabajo: “Surgió la idea de contarle algo nuevo a la gente de eso que estaba viendo. Y escribía un cuento de cada partido”.

Campos recuerda que “en esos años tuve un crecimiento en el ámbito periodístico, llegué a cubrir incluso la final del Maracaná (vs. Flamengo) y me fue muy bien con esa ficción que se llamó Historias Rojas, hasta que en un momento dejé de escribir de Independiente y me largué a escribir sobre cosas de la vida que eran anécdotas, historias, algunas verdaderas, otras con algo de ficción, de mi grupo de fútbol, de mi grupo de amigos, de otros grupos que conozco por trabajo, y eso me llevó a volcarme a la literatura. Me dejó de gustar un poco el periodismo tradicional, deportivo, y le enganché la vuelta por el lado de la literatura deportiva”.

Además, en su trayecto como cronista no todo fue color rojo, sino también Crema: “Me tocó cubrir Atlético Rafaela y la pasé muy bien ahí, porque los jugadores se me brindaban mucho. Viví la etapa de Astrada, de Burruchaga y del Chocho Llop a lo último, hace bastante. Eran todos muy accesibles a la hora de armar una nota. Ya cuando pasás a un club como Independiente (que fue lo que me tocó a mí) se hace muy difícil ser periodista, necesitás muchos meses de anticipación para sacar una simple nota y demás”.

Tras dejar atrás esa “estructura muy cerrada” de crónicas y puntajes de los partidos, logró tener “esa libertad” con Historias Rojas, y que conserva actualmente en De la cuna al infierno, su medio actual. “Tenemos un canal de Youtube donde ponemos los relatos de esas crónicas”, avisa para las y los interesados.

De todas maneras, en esta primera obra de 15 relatos no todo pasa por el equipo de Avellaneda. “Hablo de muchos equipos. Hay dos cuentos que son de aquellas historias que contaba en el medio partidario: uno se llama Caminar por Alsina, que retrata lo que vivía el hincha de Independiente cuando iba a la cancha y caminaba por esa calle característica hasta llegar a la intersección con (la calle) Bochini, que es donde se encuentra la cancha. Y el otro se llama Morir con la camiseta puesta, que es un homenaje al Mencho Balbuena, que falleció este año, un día antes de que Independiente jugara por Copa Argentina con Villa Mitre. Me había llegado el dato que el hombre había, realmente, muerto con la camiseta del Rojo puesta en el hospital, porque había sido un deseo de él. Eso me impactó mucho, no por ser hincha de Independiente, sino por el amor que puede llegar a tener uno por su club, que es un amor muy fuerte y para toda la vida”. Y aclara: “Ese cuento, más allá de que habla de Independiente, retrata lo que todos soñamos, lo que nos pasaba de chicos con nuestros equipos cuando estábamos con alguna camiseta que nos habían regalado para jugar en la calle”.

El sabor del encuentro 

“La vez que me decidí a escribir otra cosa que no sea sobre Independiente, me acuerdo muy bien porque fue una noche en un bar de Quilmes, con mis amigos, y la estábamos pasando muy bien. Y pensé en que me gustaría que quedara retratado”. Así que “al otro día, cuando me levanté, empecé a escribir lo que había sucedido”, relata Lucas Campos sobre aquella noche en la localidad bonaerense que marcó un antes y un después respecto a la escritura.

Entre sus formadores y plumas favoritas, resalta al escritor, docente y periodista Ariel Scher, a quien define como “un crack en la escritura y en todo lo demás”. Infaltable, claro, el rosarino y canaya Roberto Fontanarrosa, lo que se dice un ídolo para Campos. “Siempre lo admiré muchísimo, porque tenía una habilidad natural para relatar cosas simples y hacerlas complejas, y sin darle muchas vueltas. Creo que no habrá nada igual a la literatura popular del Negro”. En ese podio también sube a otro Negro, como Alejandro Dolina: “Tomé mucho de ese tipo de escritores que se caracterizaban por el humor y el deporte, así que empecé a aportar esas herramientas para el fútbol y para los partidos de Independiente, y eso derivó en que me largara a escribir”.

Los primeros textos tuvieron a sus más cercanos como lectores, según rememora: “Al principio se lo mostraba a mis amigos y les gustaba, aunque eso no me conformaba porque los familiares y los amigos siempre te dicen que está bien, y los fui publicando en redes sociales, reuní algunos «me gusta», y así se fue dando”.

Independiente, mi abuelo y yo

El abuelo Héctor fue el responsable de que por las venas de Lucas Campos corra sangre con un rojo más intenso que el habitual, según confiesa este Licenciado en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ). Y también fue el culpable de impregnarlo de fútbol, y de la pasión por los medios. “A los 5 años tenía a mi viejo que laburaba siempre de noche y la mayor parte de mi vida la pasaba con mi abuelo, que era hincha de Independiente y un enfermo de la radio. Siempre que lo ibas a ver, a tomar un mate, estaba con la radio, dormía la siesta con la radio, y ahí arrancó mi amor por la comunicación y obviamente por el fútbol, porque mi abuelo, más allá de que era hincha de Independiente, era un apasionado por el fútbol, de la Selección y de los demás equipos”. 

El joven escritor revela que “eso se fue traspasando a mi viejo, que también es fanático del fútbol, pero fue mi abuelo quien me inició en esto, el que me enseñó todo, cómo le decían a los equipos, a los jugadores. Eso se lo debo a él”.

Para este muchacho que alcanzó a vestir su preciada camiseta roja de chico, aunque no haya sido más que un par de partidos, el cuento que reúne sus pasiones se llama El cielo de los argentinos, y sale de la pluma de Fontanarrosa. “Ese relato me marcó mucho, sobre todo cuando falleció mi abuelo”, dice con un dejo de nostalgia el hoy jugador del equipo de la UNQ. “Creo que si existiese un cielo –sigue– nosotros lo elegiríamos de esa manera: con un asado, con birra, vino, fútbol, y sobre todo con los amigos. Ese cuento retrata el objetivo final de cada uno. Si hubiese un destino final, creo que ese sería perfecto”.

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