Historias del oficio de enseñar, pero también sobre cómo se batallan las ideas de infancias, de derechos, de humanidad. Historias de vida atravesadas por distintos momentos cruciales de la patria. Otras maneras de mirarnos en el pasado y en el presente. De todo eso y más, mucho más, hablan los tres nuevos tomos de Maestras Argentinas (y Maestros y Maestres). Entre mandatos y transgresiones, compilados por Eduardo Mancini y Mariana Caballero.

Más de 240 autoras y autores –mayormente docentes– escriben las 1.200 páginas de los nuevos libros. Una producción colectiva, autogestiva y de mirada federal. “Una gran construcción surgida del corazón de las y los docentes”, al decir de quienes se dieron la tarea de compilar los textos.

Primero fueron dos tomos dedicados a la vida de Maestras Argentinas (así se llaman). Ponerlos a rodar enriqueció ese proyecto inicial de escribir un libro entre muchas y muchos. Y se pensó entonces en ampliar la mirada hacia los maestros y les maestres. Se proyectaron 400 páginas más, pero el solo habilitar la palabra triplicó el desafío.

Los tres nuevos tomos son editados también por el Centro Cultural La Toma, la Asociación Civil Inconsciente Colectivo y la Cooperativa de Pensamiento Margarito Tereré. Ya fueron a imprenta y estarán listos a mediados de octubre. Como buen emprendimiento docente no tiene ningún fin de lucro. La preventa es un buen momento para ser parte de esta iniciativa gigante. La información de cómo adquirirlos está en el perfil de Facebook Maestras Argentinas, que se actualiza a diario.

En la cocina de la obra

Eduardo Mancini es maestro de música en primaria, profesor de portugués en secundaria y responsable editorial del Centro Cultural de La Toma. Mariana Caballero es maestra y profesora de ciencias de la educación. Así es como eligen presentarse quienes están detrás de los cinco tomos de las vidas maestras.

De arranque tuvieron algunas certezas: tenía que ser una obra colectiva, de mirada amplia y diversa, que se hizo más federal en los tres nuevos tomos. “Se destaca la variedad de autores, opiniones y diversidad de ideas que confluyen”, marcan. Eso sí, una obra donde no hay lugar para que escriban detractores de la educación pública, representantes de la derecha más conservadora ni quienes atentan a diario contra el derecho humano a educarse. 

La agenda de historias y autores se fue escribiendo sola. O mejor dicho, cuando empezó a circular la convocatoria y la red potente que une y circula por el magisterio argentino aportó dato tras dato. Los tres nuevos tomos ya estaban en marcha.

Eduardo Mancini dice que un puntapié importante lo dio una actividad organizada por Amsafé (Ctera) el año pasado, en la que se presentaron los dos primeros libros. Allí estaban también los educadores Pablo Pineau y Gabriel Brener. Más tarde se sumó la presidenta de la Sociedad Argentina de Historia de la Educación (Sahe), Ana Diamant, y la Biblioteca Nacional de Maestras y Maestros incorporó los libros a su archivo.

De alguna manera, estas referencias, más otros aportes muy valorados –como los de Ctera, los sindicatos o los de la Asociación de Graduados en Ciencias de la Educación, entre otros–, fueron apuntalando la idea de las nuevas publicaciones.

La diferencia clave –describen Mancini y Caballero– entre los dos primeros tomos y los tres últimos es que los primeros registran historias de maestras mujeres, y los recientes suman la de maestros y maestres de todo el país. También hay textos que median entre otros, que aportan datos, aclaraciones y que ayudan a hilar esos relatos; además de intercalar textos literarios, experiencias pedagógicas recientes e ilustraciones.

La idea de sumar otros textos tiene que ver con el sentipensar, con cosas vividas o imaginadas. Aparecen Sandra Russo, Jorge Giles, Angela Pradelli y la compañera de una escuela con ganas de escribir. Es como una gran asamblea, o como dice Pablo Pineau «una sala de maestros»” o como nombraba alguien «una reunión multicolor de muchas tonalidades»”, se entusiasma la profesora Caballero al describir la obra.

¿Y cómo fue el trabajo de compaginar las producciones? “Tanto para la primera como para la segunda parte hubo un criterio cronológico aproximado”, dice el profesor Mancini, refiriéndose a cómo la vida de una misma docente puede aparecer en distintas historias.

Las historias se van relacionando entre ellas mismas y eso es muy hermoso. Por ejemplo, Checha Frutos aparece en la experiencia de La Vigil, pero también nombrada por Ana Moro en la escuelita de Las Flores, cuando vuelve a trabajar después de la dictadura”, añade Mariana Caballero sobre ese valioso entrecruce de relatos.

Pensar la práctica docente

Maestras ArgentinasMaestras ArgentinasMaestras Argentinas

Todos los tomos de Maestras Argentinas tienen la particularidad de reunir de manera única en un material impreso historias de docentes de todo el país. Eso lo constituye en una herramienta para la docencia que está en las aulas o se forma como tal.

El profesor Mancini comparte que una manera de mirar la producción colectiva es desde la práctica docente, como maestro que es: “Cada capítulo en sí mismo me enriquece. Porque hubo un maestro o una maestra que tuvo determinada situación y tuvo que decidir qué hacía”. Menciona –a manera de ejemplo– el capítulo dedicado a la Escuela Trashumante, ideada por maestras y maestros para garantizar el derecho a la educación a niñas y niños de la comunidad mapuche.

La otra lectura que reconoce como valiosa es desde la historia en general: “La docencia no estuvo al margen de ningún hecho de la historia del país”.

Además -continúa el educador- a lo largo de los capítulos aparecen algunos ejes temáticos recurrentes que abonan al valor pedagógico de los tomos. Uno es la  discusión de cómo enseñar, de los métodos pedagógicos. “Hay un recorrido del normalismo, la Escuela Nueva, Freire y todas las experiencias que se están haciendo ahora”. Otro eje es el del papel de la mujer y el feminismo, “cómo la docencia es un camino muy importante dentro de las peleas de las mujeres por la igualdad de derechos, por acceder al espacio público, para que se las jerarquice”.

La otra discusión que recorre los tomos es el de la inclusión educativa más allá de la ley 1420. “Es la pelea de las propias maestras por incorporar a más infancias, la de los barrios marginales, los pueblos originarios, y hacer frente a la cuestión de género”, señala.

Y si hay algo que las historias reunidas dejan bien en claro -destaca Mancini- “es la idea de Adriana Puiggrós de la escuela como bastión, como resistencia, como lugar donde toda la comunidad en momentos clave busca su apoyo”.

La profesora Caballero también define la obra como “un material insustituible y original para los profesorados”. En las historias reunidas, “se ve a las maestras en la práctica; se ve lo que se hace y se podría hacer. Y se ve cómo hemos logrado muchas cosas con la lucha colectiva”.

Para la educadora los libros son “espejos donde mirarse, una referencia”, porque también están las historias más cercanas como las de “Etelvina Rioboó, un personaje mítico; Ovide Menin o la Chunga Viale, que con sus 80 años disfruta de su nueva vida artística que transcurre en la comedia musical; o Sandra Rodríguez, una luchadora impresionante y con una ternura encima maravillosa. O la del querido Santiago Mac Guire”.

Las producciones –profundiza– invitan también “a hacer una revisión, como diría María Teresa Nidelcoff, de quiénes somos los docentes y quiénes queremos ser”. Pero también conforman “una gran desmentida a esa idea que sostiene que los docentes no pueden escribir o que no les interesa leer.  Y, en realidad, esta es una gran construcción surgida del corazón de los docentes”.

En su libro Como una novela, Daniel Pennac habla de los derechos del lector, y entre éstos figura el saltarse las páginas. Una fórmula que aplica ampliamente a los cinco tomos de Maestras Argentinas. También porque habilita –dice Caballero– a encontrar en la lectura lazos que están ocultos. “Una lee un texto donde aparecen en un segundo plano unos nombres, y luego en otro en primero. Y así vas construyendo una época. Aparecen nombres conocidos y desconocidos. Hay ciertos caminos a recorrer que tienen que ver con la década de los 70, con los derechos humanos, las luchas sindicales y las nuevas luchas”, afirma.

Pone como ejemplos la lucha por Justicia Completa en el caso de Fuentealba o aquellas historias que tienen que ver con el lugar donde se desarrolla la tarea docente. “Aparece Martín Cornell que es un maestro que trabaja en El Soberbio, en el profundo Misiones. O la historia de Jorge Abalos, quien trabajó en Santiago del Estero y escribió el libro Shunko. Maestros poetas y escritores como estos dos. También la sombra terrible de Sarmiento, en el texto de Pineau. La verdad que es un banquete impresionante al que por lo menos dan ganas de asomarse a espiar”, convida la educadora.

Los tomos son también una forma de construir una mirada amorosa sobre la escuela pública, sus luchas y sus dificultades, confían Eduardo Mancini y Mariana Caballero.

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