Continuando con los acuerdos alcanzados por su predecesor Lenin Moreno, el presidente Guillermo Lasso pretende más reducción del Estado, privatizaciones, reforma impositiva, eliminación de indemnizaciones. Todo el poder a EEUU y las multinacionales.

Un Estado cada vez más pequeño e inoperante, que oficie de facilitador de las grandes empresas transnacionales. Privatizar todo lo que queda, especialmente el petróleo. Una reforma impositiva cuya letra chica se desconoce. Y el cumplimiento del sueño de todo neoliberal: eliminar las indemnizaciones. 

Lejos de ser nuevo o sorprendente, no es más que la receta ya conocida y padecida por los pueblos de América Latina y buena parte del mundo. Es el manual del Fondo Monetario Internacional (FMI) y sus exigencias, a cambio de sus préstamos (también llamados, con cínico humor negro “ayudas” y hasta “salvatajes”), que nunca fallan en cuanto a las consecuencias que producen: hambre, desocupación, destrucción de aparato productivo, suba de tarifas, y la pérdida de soberanía del país. Solo unos pocos se benefician, la élite con poder económico cada vez más concentrado, a costa de la enorme mayoría de la población.  

El gobierno de Guillermo Lasso (que asumió el 24 de mayo de 2021) anunció un principio de acuerdo con el organismo para la llegada de 1.500 millones de dólares hasta fin de año, que es una de las cuotas pactadas por su predecesor, Lenin Moreno, que en 2020 acordó con el FMI un crédito de 6.500 millones de dólares a cambio del cumplimiento de ciertas exigencias. “Nos pidieron aumentar la recaudación fiscal en un 0,7 por ciento del PBI a partir del 2022”, señaló el presidente de Ecuador durante una entrevista con la agencia EFE. 

Estas recetas tan conocidas son presentadas, además, con eufemismos, mentiras y engaños igualmente remanidos. Pero los gobiernos neoliberales no se preocupan por resultar originales. Tienen cosas más importantes que hacer: “Hay que abrir la economía a las inversiones” (otra versión de la “lluvia de inversiones”), “Hay que achicar el gasto público”, son algunas de las gastadas frasecitas que emplean los gobiernos ajustadores y los medios hegemónicos encargados de que esas engañifas convenzan a la población.

Para lograr implementar este plan económico, Lasso deberá negociar con un Asamblea muy fragmentada, donde su partido es minoría. Pero el mandatario ya advirtió que, si no consigue la aprobación parlamentaria, apelará a la consulta popular. 

El partido de Lasso obtuvo solo 12 asambleístas. El correísmo (el Frente UNES) logró 49 bancas, y el partido indigenista Pachakutik, 27. “Si los asambleístas no son sensibles a la realidad del país, tendremos que ir a una consulta popular para que el pueblo dirima en las urnas su futuro”, sostuvo el mandatario.

El eslogan del gobierno y los medios a su servicio dice que la iniciativa es un impuesto a los sectores más ricos del país. “Que el costo de la pandemia recaiga sobre aquellos que más tenemos en el Ecuador», sostuvo el mandatario. El tributo, según el oficialismo, se focalizará en el cuatro por ciento de la población más pudiente. “El resto no va a sufrir ningún impacto en materia de impuestos, ni por incremento de tasas, ni por la creación de nuevos tributos», sostuvo Lasso, pero la letra chica sigue sin conocerse. Y la letra grande no convence.

La reducción del gasto tiene como bandera el impulso a la inversión privada. Para esto, Lasso planteó un programa de desregulación y apertura comercial muy ambicioso. La versión neoliberal de la danza de la lluvia.

Según informó Página 12, el primer paso se produjo el 21 de junio pasado, cuando el embajador de Ecuador en EEUU firmó el reingreso del país al Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (Ciadi) del Banco Mundial. Para el sociólogo económico Andrés Chiriboga es un claro retroceso, ya que el país había logrado salir de este espacio en 2009. “Bajo este tipo de instancias regulatorias el Estado pierde siempre. En el mejor de los casos, no paga indemnizaciones, pero ganar, nunca. Lo que se busca con esto es inclinar la cancha a favor de los privados”, sostuvo el académico.

Eliminación de indemnizaciones

Organizaciones sociales y del movimiento indígena realizaron este miércoles 15 una movilización en rechazo a las propuestas del presidente para reformar algunas leyes laborales y las condiciones del pacto con el FMI, informó el sitio de noticias de Ecuador La Primicia.

El presidente de la Unión General de Trabajadores del Ecuador (Ugte) y vicepresidente del Frente Unitario de Trabajadores (FUT), José Villavicencio, calificó de “inconstitucional e ilegal” la intención de crear una ley alternativa al Código de Trabajo.

El proyecto de Lasso se denomina, sin alejarse de la línea discursiva de eufemismos cínicos, “Ley de Oportunidades Laborales” y será enviado a la Asamblea Nacional.

“(Dice que) no va a tocar el Código de Trabajo, pero va a eliminar las indemnizaciones. No va a topar el Código de trabajo, pero va a quitar el 5 por ciento de las cargas familiares. Lo único que está haciendo el «ministro de los empresarios» es cumplir una vieja aspiración de seguir cercenando los derechos individuales y colectivos de los trabajadores”, señaló Villavicencio al referirse al ministro de Trabajo, Patricio Donoso, en declaraciones a La Primicia.

El sindicalista denunció además el alza constante del precio de combustibles debido a un nuevo sistema de bandas fijado por el anterior gobierno de Moreno, y que Lasso ya dijo que no derogará. “Afecta a los más pobres” y “al final del día la crisis la paga el pueblo”, agregó Villavicencio. 

Pfizer tiene hinchada

Lasso y los medios que apoyan sus medidas destacaron el “éxito del plan de vacunación” del gobierno, como ejemplo, además, de las bondades de una mezcla entre la gestión pública y la privada.

Según informó Página 12, Moreno se fue del Gobierno dejando poco más de 1.400.000 personas con al menos una dosis. Cuando asumió Lasso, y especialmente desde junio de este año, la campaña de vacunación se aceleró y logró el objetivo que se había propuesto: al 11 de septiembre lleva aplicadas 12 millones de vacunas Sinovac, casi 6 millones de Pfizer y 2 millones de Astrazeneca.

La campaña incluyó, como en otros países de la región, un fuerte lobby de Lasso y los medios hegemónicos a favor del laboratorio estadounidense Pfizer, como una forma más de mostrar sumisión y rendir pleitesía al Imperio. Además, la gran industria farmacéutica suele ser generosa y mano suelta con sus lobistas. Pero hubo problemas.

Como ocurrió en otros lugares del mundo (recuérdese la demanda contra este laboratorio por parte de la Unión Europea), Pfizer no cumplió con las entregas pactadas en tiempo y forma. Y entonces el gobierno de Ecuador se vio obligado a cometer herejía y entregarse a las garras del demoníaco comunismo chino. Sólo así logró la llegada de millones de vacunas Sinovac.

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