Yo no sé, no. El tiempo en aquel octubre, cuando Pedro iba a segundo en la Urquiza de la calle Santiago, era muy cambiante. Si bien los días no se presentaban como tormentosos, a él, por precaución, lo arropaban como en invierno. Hay que prevenir, le decía la madre. Y cada vez que llegaban a una esquina, camino a la escuela, mientras lo agarraban de la mano antes de cruzar la calle, le decían: “Es por precaución”, y también le hacían mirar a ambos lados. “Es que hay que prevenir por si alguien viene en contramano”. Esas dos palabras, precaución y prevenir, le parecían iguales. A la hora del recreo, cuando aparecía un intercambio o un juego a las figus, él tenía la precaución de no llevar la más difícil y la prevención de que la seño no se las viera, porque ahí sí vendría un adiós a las figuritas. 

Ese año asesinaban a JFK, no hubo ni precaución ni previsión para evitar el magnicidio, nunca lo sabremos. Valentina, la rusa, volaba alto y don José, leyendo esa información en el diario, en el patio, decía: Ojalá que esta piba, desde allá arriba, pueda prever. A Pedro se le agregaba otra palabra a las otras dos similares: precaución, previsión y ahora prever. A un griego le daban el Nobel de Literatura, Yorgos Seferis, Cortázar publicaba Rayuela y en el cine se estrenaba Gatopardo.

Illia era presidente, en el marco de comunicados como el 179 del ejército, que decía: El retorno de Perón no es posible. Ese poder tenía prevista una falta de representación de una gran parte de nuestro pueblo.

Cerca de la Vía Honda, en una cancha donde se mezclaban la tierra negra con la marrón –esta última muy resbaladiza después de cada lluvia– los que jugaban de 5 se reforzaban vendándose los tobillos por precaución, y los más livianos tenían la previsión de ponerse los botines con los tapones adecuados. Las noches después de salir de la escuela, en algún bar cercano, el cortado, el cigarro, se llevaban las últimas monedas que habíamos tenido la previsión de guardar para el último gasto del día. Y una pregunta ¿que haría el que alguna vez fue Coronel a cargo de la secretaría de Trabajo y Previsión?

El otro día, con Pedro, se nos hacía presente en el recuerdo aquel histórico 17, y viendo que el clima está por momentos con temperatura cambiante, Pedro me dice: La verdad que, sí bien en algún momento ser precavido está más o menos bien, es hora de que le agreguemos más previsión a las jugadas de aquí en adelante. Ejemplo: “las previsiones del gobernador sobre el crecimiento del dinero en circulación se concretarán, presumiblemente, en el mes de agosto”, leímos por ahí. A esto último, nosotros le agregamos que desde octubre en adelante la circulación del dinero será más frecuente por abajo, la previsión en salud será mejorada, igual que la educativa y la previsión de que a corto plazo todos tengamos un techo. De alguna manera, hay que revivir el encuentro de aquellos trabajadores con su Coronel, con el trabajo digno y la previsión…

Mientras vemos unas pequeñas y unos pequeños venir de la escuela, con pilotines a desabrochar, desafiando esta mañana que por momentos llovizna, jugando, sonriendo y a los manotazos, Pedro concluye la frase: “la previsión de un pueblo feliz es el futuro de la Patria que ya llegó”.

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