Descendientes del Gigante Liempichún reclaman la restitución de sus restos, hoy en poder del Museo del Hombre de París. “Necesitamos a nuestros ancestros en el territorio”, remarcan, respecto de un pedido con varios antecedentes y poca receptividad.
“Que nuestros ancestros regresen al territorio para vivir en armonía con el territorio, porque son parte del territorio, son una fuerza más en el territorio. En el territorio necesitamos a nuestros ancestros porque hablamos con ellos”. Estas fueron palabras de Cristina Liempichún, tataranieta del Gigante Liempichún, cuyos restos están en el Museo del Hombre de París, en una conferencia de prensa en la ciudad de Rosario por la presentación de la película “Gigantes”, dirigida por la realizadora audiovisual Natalia Cano.
Entre 1896 y 1897, en el marco de una reciente Conquista del Desierto (que aún ha persistido en diversas versiones, más sutiles o no), Henry de La Vaulx, un conde francés con particular interés en restos humanos, anduvo entre distintos pueblos de la Patagonia, en búsqueda de calaveras y esqueletos; y particularmente de aquellos de gran tamaño. Así, recopiló unas doscientas calaveras y unas doce estructuras óseas completas. Entre ellas, estaba la de una tumba reciente, la del Gigante Liempichún, un cacique de un pueblo que habitó lo que hoy comprendería parte del sur de Chubut y del norte de Santa Cruz. En 2010 sus descendientes volvieron a la tierra donde habitó y en diciembre de ese año empezaron el pedido de restitución de este ancestro. El pedido fue impulsado por la comunidad mapuche tehuelche Sacamata-Liempichún, de la cual Cristina forma parte, y contó con el apoyo del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (Inai).
Es innumerable la cantidad de restos humanos recientes exhibidos, “por interés científico”, en museos de todo el mundo. Estos restos humanos son, en su mayoría, ancestros de la gente de los pueblos originarios del África y de la Abya Yala, Nuestramérica. Este “botín de guerra” suena a cosificación del que ha perdido las batallas y no ha podido escribir la historia; y ahora sus nietos, bisnietos, tataranietos lo ven exhibido lejos de su tierra, de la tierra de su pueblo.
Vale decir que gran parte de los restos humanos indígenas en exposición del territorio que hoy es Argentina fueron adquiridos durante la Conquista del Desierto, uno de los mayores genocidios de nuestra historia nacional.
Sacamata Liempichún (el Gigante) se encuentra hoy día guardado (lo sacaron de exposición recién a fines del 2009) en el Museo del Hombre de París, institución que ha sido particularmente dura con el asunto relacionado a restituciones a lo largo de su historia, y sólo ha cedido ante presiones de primer nivel. Una de ellas es la que gestionó Nelson Mandela, que logró que vuelvan los restos de Sara Baartman (exhibida con el “nombre artístico” de “Venus Hotentote”) a suelo africano, luego de haber estado expuestos en Francia. Otra restitución que se ha dado fue la de 24 cráneos de combatientes anticoloniales argelinos, que fueron devueltos a su país luego de una gestión realizada por el presidente de Argelia. Sobre esto, el encargado del Área de Identificación y Restitución de Restos Humanos y Protección de Sitios Sagrados del Inai, Fernando Miguel Pepe Tessaro, dijo: “Tuvimos que esperar años porque nos decían que (en Francia) iban a hacer una ley general de restituciones cuando se modificara la ley de cultura. Esperamos dos años, se cambió la ley, pero no modificaron para nada el tema de las restituciones, o sea que tuvimos todo ese tiempo de espera de las comunidades y no resultó. Sigue siendo necesaria una ley específica, pero el antecedente de Argelia fue muy bueno y nos ayudó mucho para nuestra restitución”. Al no existir una ley internacional sobre este tema, y con las leyes de los distintos países con muchas diferencias entre sí, el tema de los reclamos es muy puntual y cada uno necesita atenciones diferentes. Según Pepe Tessaro, además, hay una élite de antropólogos con muchas estrategias para evitar, trabar o dificultar las restituciones. Y hay dos grandes maneras de llevarlas a cabo. Una es a través de la comunidad científica, para que examine al ancestro y corrobore si tiene o no interés científico. Si no lo tiene, la restitución debería empezar a darse. Sin embargo, si lo tiene, no sólo no es la manera de llevar a cabo la restitución sino que bloquea el otro camino, que es el político. Por eso, esa salida a través de la comunidad científica, si bien se plantea como posibilidad, nunca se ha concretado porque los científicos siempre encuentran un interés, por lo que, según Pepe, es un “imposible”. La otra salida es la política: la que llevaron a cabo tanto Nelson Mandela como el presidente argelino con sus respectivas restituciones. “Todas las restituciones que se dieron fueron gracias a las comunidades que estuvieron ahí y se mantuvieron firmes”, dice Pepe. “Una de las estrategias a las que apuestan para evitar concretar restituciones es alargar los tiempos legales, esperar a que los reclamantes mueran incluso, pero la Argentina existe hace doscientos años nomás y las comunidades están desde hace milenios”.
La primera nota formal al Museo del Hombre se envió en junio de 2015 a través del Colectivo Guías (Grupo Universitario en Investigación en Antropología Social) con apoyo del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) y de la Cancillería Argentina, entre otros actores que empujaron la demanda. El pedido fue acompañado por un informe elaborado por los miembros de la comunidad Sacamata-Liempichun donde, a lo largo de varias páginas, exponían fotografías, árboles genealógicos y la narración de la historia de la familia. “A través de nuestro abogado también hicimos en el 2019 un pedido a la ONU, que finalmente tomó parte de nuestra denuncia y el pedido de restitución como un tema a tratar y resolvió en el 2020 que los museos deben repatriar los restos humanos y pertenencias culturales de los pueblos indígenas. Es una recomendación hacia todos los Estados que forman parte de la ONU, como Francia. Y así llegamos a la actualidad, con el acompañamiento de los pu lamngen (hermanos y hermanas) que están en estos territorios y en toda la Argentina y nos han acompañado, al igual que la Asociación Tierra y Libertad que fue nuestro nexo en Francia”, reseña Tessaro. Y añade que si bien aún la restitución no se ha concretado, tienen noticias alentadoras de Francia, donde ya se ha asegurado a principios de este año que los restos volverán.
En Argentina, las restituciones son reguladas por la Ley 25.517, sancionada a fines del 2001, que en su primer artículo cita: “Los restos mortales de aborígenes, cualquiera fuera su característica étnica, que formen parte de museos y/o colecciones públicas o privadas, deberán ser puestos a disposición de los pueblos indígenas y/o comunidades de pertenencia que lo reclamen.” Si bien la ley parece clara, Pepe Tessaro dice que, al ser de solo tres artículos, contempla muy poco; y además el mayor problema es que las provincias deben elegir adherirse o no, por lo que la legislación puede tener variaciones en distintas partes de nuestro país, lo que complica mucho los procesos y hace que cada reclamo, incluso dentro del territorio nacional, deba ser deba ser tratado muy particularmente.
Paralelamente, algunos museos, como el Museo de La Plata tienen programas propios de identificación y restitución de “restos americanos”.
Un Ojo siempre inquieto
La presencia en Rosario de Cristina Liempichún y Pepe Tessaro se dio en el marco de la presentación, el pasado miércoles 18 de noviembre en el cine El Cairo, de “Gigantes: memorias, resistencias y recuperaciones», película documental dirigida por Natalia Cano que recoge las experiencias del luchas por la identidad, el territorio y la restitución del Gigante Liempichún, ancestro de la comunidad Tehuelche Mapuche Sacamata-Liempichún.
La proyección de la película dirigida por Natalia Cano, quien también estuvo en El Cairo, fue organizada por el colectivo Ojo Verde, Cine Socioambiental, activo difusor de este tipo de filmes, cuyas exhibiciones son siempre acompañadas por charlas y debates posteriores animados por referentes de las distintas temáticas abordadas.
Lo hecho y lo que falta
En julio del año corriente, lo que antes era el Programa Nacional de Identificación y Restitución de Restos Humanos, que funcionaba a través del Inai, se conviritó en en el Área de Identificación y Restitución de Restos Humanos y Protección de Sitios Sagrados, con la tarea de velar por la preservación de aquellos sitios venerados por distintas comunidades, como lo suelen ser tumbas, cementerios, altares. El Programa Nacional de Identificación y Restitución de Restos Humanos venía funcionando desde el 2006 y pudo concretar 20 restituciones de 9 pueblos distintos. Actualmente, se trabaja con 26 pueblos, de los cuales 18 tienen planteadas 40 reclamos de restituciones en total, entre ellas el caso del Lof Sacamata al Museo del Hombre de París.
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